¡Papá compró una humana! romance Capítulo 83

Las vacaciones, la búsqueda de nuevos Betas y las citas tuvieron que esperar por algunos días más.

Después del ritual fúnebre, la manada comenzaba a volver a la normalidad y yo estaba hasta el cuello de papeleo.

Tanto Bastian como yo tuvimos que hacer un montón de tareas con nuestras respectivas manadas, así que no lo vi por cerca de una semana.

El que estuvo conmigo todo ese tiempo fue Chase; el cachorro prefería mi compañía porque buscaba algún tipo de cierre con el tema de su madre. (No es que lo culpara). Lo que me pareció extraño y divertido a partes iguales fue que los cachorros de la manada comenzaran a verlo como su líder no oficial e iban a él para resolver sus pequeños problemas. Incluso había colocado su oficina frente al Gran Árbol de Noa consistente en una manta, una libreta y un lápiz.

Hacían fila para pedir el sabio consejo de mi cachorro de siete años.

Dos o tres días después de que Edson me contara sobre la “oficina” decidí que debía de escaparme del papeleo aburrido para ir a echar un vistazo… digo, decidí que tenía que cerciorarme de que mi cachorro estuviera bien.

Los entrenamientos habían sido reanudados al día siguiente en que llegamos, así que pasábamos mucho tiempo juntos todavía, pero las tardes él desaparecía para ir al árbol. Era normal que tuviera curiosidad.

-Hola chicos. – Dije aproximándome con un par de guardias que se habían autodesignado mi “escolta”. - ¿Vienen por un consejo de mi pequeño?

-Si, Luna Alfa Rose. – Dijeron los cachorros con edades de entre cinco y trece años.

Les di una sonrisa y me adelanté en la fila para escuchar al cachorro en turno que le contaba sobre sus grandes problemas a Chase.

-He ahorrado por meses por ese b**e de baseball, pero si lo compro, entonces no tendré dinero para un par de guantes y una pelota. Justo ayer pasé por la vitrina de la tienda y solamente les quedaba un b**e; le pregunté al lobo de la tienda y me dijo que le llegarían más a finales del año, ¿Qué puedo hacer, Alfa Chase?

Yo parpadeé ante el cachorro de no más de ocho años. Caray, yo quiero sus problemas.

Chase me miró y me dio una sonrisa antes de ponerse serio y contestar al otro cachorro.

-Bueno, Giovani, me parece que el problema no es el dinero sino lo que quieres hacer con él. Yo también he visto el b**e en la vitrina al que te refieres y, por lo que pude observar, no es de muy buena calidad. – Dijo haciendo la voz adorablemente más grave. – Tengo entendido que el bastón de mi madre fue terminado por uno de los lobos artesanos de la manada. ¿Por qué no vas con el señor…?

-Dixón. – Proporcioné amablemente.

-Si, el señor Dixón y le preguntas si podría hacerte uno de buena calidad. Quizá se tarde un poco, pero al menos te durará para jugar por un buen rato. Podrías provechar para seguir juntando dinero mientras tanto y hasta negociar un precio justo.

-Eso tiene sentido.- Dijo el cachorro Giovani asintiendo muchas veces con la cabeza. - ¡Muchas gracias, Alfa Chase! ¡Hola Luna Alfa Rose, adiós Luna Alfa Rose!

Y el cachorro se fue corriendo.

-¡Solo Rose! – Grité a su espalda.

No sé por qué me molestaba, todos insistían en llamarme igual que Bastian en su discurso.

Giré mi atención a mi cachorro favorito de nuevo.

-Me tomaré un descanso de cinco minutos. – Anunció a todos los de la fila y ellos comenzaron a dispersarse para ir al parque y jugar o para trepar al Árbol de Noa por pequeños bocadillos en forma de manzanas.

Ellos habían aceptado fácilmente el hecho de que un árbol saliera de la nada y que las manzanas al ser cortadas volvieran a generarse a los pocos minutos. A mí me seguía causando escalofríos.

-¿Has terminado con todo tu papeleo? – Preguntó Chase levantándose para estirarse. – Sería genial si pudiéramos poner un bebedero justo aquí, todos los cachorros dejarían de traer y perder sus propias botellas.

-Lo pondré en mi lista. – Dije con una sonrisa. – Aún no termino el papeleo. ¿Quién diría que ser Alfa es algo más que recibir dinero de mis inversiones?

-¿Qué pensabas que hacía papá todo el día en su oficina? – Dijo riéndose de buena gana. – Con dos Alfas el trabajo disminuirá, ya verás.

-Eso espero. Entonces… ¿Qué se supone que estás haciendo aquí? – Pregunté sentándome a su lado.

Me dio una mirada seria.

-Mientras estuvimos en el Lugar Seguro me di cuenta de que los adultos no toman en cuenta lo que para ellos son pequeños problemas. Los cachorros también necesitamos ser escuchados, así que eso hago.

-Ah, pequeño…

Yo abrí mis brazos para que el chico pudiera entrar en ellos. Sería un Alfa admirable dentro de unos años.

Pero… ¿Cómo le decía que dejara de hacer esto porque los cachorros también necesitan de juegos y diversión?

-Sé lo que vas a decir. – Dijo contra mi pecho. – Que esto no es un trabajo para un cachorro como yo, pero quiero hacerlo. Siento que les estoy ayudando a papá y a ti.

-Y yo te lo agradezco. – Dije suavemente. – Te diré qué haremos, podemos designar un día de la semana para que tú y yo nos dediquemos a escuchar a los pequeños cachorros.

-Pero tu papeleo…

-Pronto terminará. He enviado a Edson para que traiga el trasero de tu padre lo más pronto posible.

-¿No lo llamaste?

-Sigo sin tener su número. – Y yo no sería la primera en llamarlo. Maldito lobo provocador, ¿Lo mataría llamar y preguntar cómo estoy? – Como sea, ¿Qué tal si te ayudo y terminamos aquí para que me ayudes a ordenar cientos de casas de campañas?

-Déjame adivinar: Sería con la tarjeta de Edson. – Dijo rodando los ojos.

-No sé de dónde sacas esas absurdas ideas. – Dije negando con la cabeza lo más seria que pude. – Cuando terminemos, ¿Qué tal si vamos por un helado?

-¿Con chispas? – Preguntó esperanzado.

-¿Acaso hay de otro?

-¡Genial! – Dijo con un puño al aire y luego me miró de nuevo de forma seria.- Puedo darte el número de papá, lo sabes.

-Si, pero de todas formas Edson se divertirá con esa carrera. – Dije guiñándole un ojo.

En realidad no estaba mintiendo con esto; el pobre necesitaba salir a estirar las piernas.

El día que Bastian se fue, Edson y yo dimos un recorrido rápido por la manada. Inevitablemente hicimos una parada en mi casa y terminé llorando como una bebé en el suelo de mi salón.

Mientras tanto, Edson se encargó del cuerpo de Clarissa; realmente no me importaba qué hiciera con ella siempre y cuando lo quitara de mi patio; no tendría viviendo a mi cachorro aquí con eso junto a la puerta como decoración… aunque sonaba tentador.

Cuando regresó, lo hizo visiblemente perturbado.

-¿Qué sucede?

-Pensé que íbamos a tener que cazar a Laura como una loba traidora y fugitiva. – Murmuró. – Pero creo que no será necesario. ¿Tienes el número de Bastian?

-¿Por qué ya no será necesario? -Pregunté. - ¿Y quién es Laura?

-Una loba por la que no tienes que preocuparte. – Dijo divertido. - ¿Número de Bastian?

-No lo tengo. Si lo consigues… ¿Me lo darías?

-No. – Dijo con una sonrisa. - ¿A dónde quieres que lleve a mis compañeros de manada?

Y solo así mi mejor amigo se había encargado de los detalles… pero se volvió un poco callado. Ya ni siquiera se molestaba cuando mis cachorros y yo le dábamos serenata antes de nuestro entrenamiento.

Había intentado hablar con él, pero me esquivaba. Quizá cuando regrese le ordenaré que se encierre en nuestra celda debajo de la Casa de la Manada hasta que derrame sus preocupaciones.

Pasitos de bebé con el Beta.

Después de resolver los grandes misterios sin respuesta de los cachorros, Chase me pidió que lo esperara un minuto para poder subir al árbol por una manzana.

-¿Puedo?

Yo solo le señalé el enorme letrero improvisado que tuve que poner a un par de metros en el que se leía “Puedes comer… bajo tu propio riesgo”. También le dibujé un fantasma para ilustrar el punto, pero los cachorros solo se reían de mi letrero e iban directo por las manzanas.

Tuve que poner eso después del segundo día en el que decenas de cachorros irrumpían en mi casa para preguntarme si podían tomar las manzanas. En serio, yo no sé cómo es que no les pone los pelos de punta.

Después de unos mordiscos rápidos a su botín, fuimos de la mano por un helado. Estaba a punto de probar el mío cuando Chase hizo una pausa y me miró.

-¿Qué?

-Bueno, he estado escuchando en los últimos días los problemas de otros lobeznos pero nadie ha escuchado los míos.

Yo parpadeé.

-¿Tienes problemas? - Pero ¿Qué estaba diciendo? Por supuesto que tenía problemas, después de todo, su madre loca dejó traumatizado al niño. – Uh… ¿Sabes qué? No contestes a eso, solo dime en qué te puedo ayudar, ¿Quieres un abrazo?

-Más que un problema, es algo que había querido hablar contigo desde hace días pero… bueno, han pasado muchas cosas. – Dijo mirando hacia otro lado.

-¿Qué es? – Pregunté tocando suavemente su manita.

-Es sobre… sobre Clarissa. – Dijo mirándome por fin. – Antes de que ella… muriera, yo quería preguntarte si querías ocupar el puesto. En realidad, para mí la palabra “mamá” no tenía un verdadero significado hasta que papá compró a una humana. He tenido un par de días para pensar en qué es lo que siento con la muerte de la loba que me dio a luz y me siento muy mal por confesar que en realidad no siento nada.

Joder.

-Chase…

-No, déjame terminar por favor. – Dijo negando con la cabeza antes de volver a mirarme solemnemente. – Clarissa pudo haberme traído al mundo, pero en realidad me he sentido más preocupado, estresado o triste cada vez que te veo marchar a ti. Antes ni siquiera pestañeaba cuando Clarissa no me daba ni los buenos días, pero que tu no lo hagas… me duele aquí. – Dijo señalando su pecho y la humedad comenzó a acumularse en mis ojos. – Sé que bromeabas al decir que me adoptarías, pero es justo aquí, justo en este lugar en donde yo te llamo madre. Solo quisiera saber si tú sientes lo mismo.

Mi corazón.

-Por supuesto que siento lo mismo, pequeño. – Dije arrojando mi helado en cualquier dirección y apretando su cuerpo contra mí. – Tú me llamas “madre”, ¿Acaso no has notado que te llamo “MI cachorro”?

-Bueno si, pero yo no sé si es solo porque al ser la pareja de mi padre…

-Olvida a tu padre, en lo que a mí respecta, lo que me convenció de entrar en esta familia fue un adorable y tierno lobito cuyo pelaje huele a fresa.

-¿De verdad? – Dijo esperanzado.

-Esa es la pura verdad. Tu padre es una carga que estoy dispuesta a soportar solo por tenerte a mi lado. – Dije muy convencida.

Capítulo final. Parte I. 1

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una humana!