Mi boca estaba en el suelo. ¿Lo habría planeado Bastian así o sería solo coincidencia?
Decidí que no pensaría en ello y me concentraría en comparar las muchas casas de campaña para los nuevos lobos mientras se terminaban las cientos de casas en los próximos meses.
Esto no tenía nada que ver conmigo extrañando a Bastian ni los meses que sabía que él estaría lejos en el otro territorio. Nada que ver.
Los encargué para entrega urgente y eso elevó el precio por las nubes. Me pregunté brevemente con qué dinero se iría de vacaciones Edson cuando le llegue su estado de cuenta.
-¿De qué te ríes? – Preguntó el susodicho cuando llegó un par de minutos después.
Mi cachorro favorito corrió directo al baño diciendo algo sobre “oler bonito” para su cita con Amanda.
-De nada. ¿Saldrás esta noche a buscar suerte?
-Paso, dormiré temprano. – Dijo dirigiéndose a la cocina.
-Hola. – Dijo otra voz viniendo por el pasillo. - ¿Qué hay de cenar?
-Lo que sea que el Beta prepare. – Dije dándole una sonrisa a Vanesa. - ¿Vendrás a la fiesta?
-¿Fiesta?
-Tu hermano ha organizado una fiesta en la fogata. – Dijo Edson desde la puerta de la cocina. – Un montón de lobos aullando a la Luna y haciendo cosas divertidas.
-Uhm… creo que paso.
-Bien, si cambias de opinión, despierta a Edson y dile que te lleve. -Dije con un gesto despectivo de la mano. – Yo tampoco he ido nunca a una fiesta y francamente estoy emocionada. No sé bailar, pero he visto videos en la última media hora y al parecer solo se necesita tener un poco de epilepsia e imaginación.
Edson comenzó a reír mientras Vanesa me miraba confundida, pero los ignoré justo cuando el timbre de la puerta sonó.
-Sé bueno y ayuda al cachorro a ponerse guapo. – Dije a Edson mientras me levantaba. – Supongo que irá a recoger a Amanda, así que asígnale uno o dos guardias por mí.
-Vete humana, yo tengo todo controlado por aquí.
Corrí hacia la puerta y la abrí de par en par solo para ser recibida con un gran ramo de rosas rojas. Yo las tomé encantada y Bastian gritó sobre mi hombro.
-¿Quieres venir, hermanita?
-No sé que sea la epilepsia, pero suena difícil. Quizá en otra ocasión. – Dijo y se fue directo a la cocina.
-¿Qué?
-Cosas de chicas, ¿Nos vamos?
Le encargué buscar un florero a Edson y lo dejé atrás junto con mis flores. Estaba por cerrar la puerta cuando el señor Fred salió corriendo en su forma de lobo.
Lo vimos perderse un par de casas más allá.
Bastian tomó mi mano y me susurraba lo hermosa que me veía casi en cada farola por la que pasábamos. Yo reía tontamente porque ni siquiera me había peinado.
El lobo estaba ganando puntos.
Bastian había escogido como lugar de reunión el parque donde jugaban los cachorros ya que había bastante terreno plano alejado de los árboles para una enorme fogata.
Habían improvisado mesas de bebidas y un lobo se encargaba de la música mientras cientos de lobos movían el cuerpo alrededor de la hoguera.
-¿Qué están tomando? – Pregunté elevando la voz para ser escuchada.
Bastian señaló el Árbol de Noa y vi cómo algunos se subían a sus ramas para conseguir manzanas, mientras otros hacían una especie de puré y le agregaban agua.
Bien, no me acercaría a las bebidas.
-También hay botellas de alcohol por allá. – Dijo divertido al ver mi mueca de horror. – O simplemente puedo darte agua.
-O simplemente puedes sacarme a bailar. – Dije con una enorme sonrisa.
Bastian me llevó hasta la pista de baile y me apretó contra su pecho.
-No soy bueno bailando.
-Yo nunca lo he hecho, rompamos la pista.
Rompimos un montón de cosas en los siguientes veinte minutos: Una mesa, algunas piernas y mi autoestima.
Éramos muy malos bailando y eso solo nos hacía reír a carcajadas. Los lobos a nuestro alrededor comenzaron a darnos un amplio espacio hasta que decidí que había tenido suficiente.
En nuestro camino hacia una mesa con bebidas que nada tenían que ver con las manzanas, pude ver cómo varios lobos de Skyeblue vertían alcohol sobre las raíces del Árbol de Noa y daban palmaditas al tronco.
-Aquí. – Dijo Bastian dándome una botella con agua. - ¿Te estás divirtiendo?
-Mucho. ¿Cómo organizaste todo esto?
-Bueno, resulta que las grandes mentes piensan igual. – Dijo con una sonrisa mientras caminábamos rumbo al bosque para alejarnos del bullicio. – Para cuando llegó Edson, yo ya tenía a la manada de Skilltown subiéndose a varios camiones para venir. Rowan se ha encargado de los detalles. He rentado dos grandes hoteles en la Ciudad humana más cercana para que puedan quedarse ahí hasta que tengamos casas para todos.
Rowan se tomó solo tres días libres antes de mandar al carajo a la Doc Paula e irse a seguir haciendo trabajo de Beta al territorio de Skilltown.
-Eso suena bastante caro. – Dije escondiendo una sonrisa. - ¿Por qué la prisa de traer a todos? Aun quedan meses de construcción.
-Porque no quiero estar lejos de ti. Ya te debo un montón de citas por cada día que he estado lejos. – Dijo guiñándome un ojo.
-Lo haces. – Dije convencida. – Yo también he pensado en los problemas de vivienda y he comprado un montón de casas de campaña familiares. Por lo que vi, aunque eso no sea un palacio, será mucho mejor que cualquiera de las casas en las que vivían.
-Bien. Ahorraremos presupuesto con ello. Para la comida…
-Pensaba en convertir la Casa de la Manada en un comedor comunitario. Si derribamos unas cuantas paredes, toda la parte de abajo del edificio podría convertirse en una cafetería enorme. De todas formas he ocupado como oficina mi casa, las habitaciones de arriba pudieran ser ocupadas para los visitantes.
-Podríamos designar a algunas lobas y lobos los trabajos necesarios para que eso funcione. – Dijo aprobadoramente. – Joder, yo solo les iba a dar paquetes de comida diarios.
-Y ese es el principal motivo por el que yo soy Luna y tú el que se encarga del papeleo. – Dije antes de ponerme seria. – Me preocupa la extrema delgadez de todos, pero mi prioridad serán los cachorros.
-Bien.
Seguimos caminando en agradable silencio hasta que me di cuenta de que ya estábamos bastante lejos.
-¿A dónde me llevas?
-Yo también he comprado una enorme y familiar casa de campaña para poder tener algo de intimidad. – Dijo mirándome de reojo. – Me encanta tu casa, pero no me siento cómodo contigo manoseándome a dos pasos de mi hermana. Es… extraño.
-Y no lo cambiarías por nada, ¿No es cierto?
-Lo es. – Dijo apretándome un poco la mano. – Además, tenemos cosas de qué hablar antes de que termine la noche.
-¿Cómo qué? ¿Por fin me dirás qué haremos con el Alfa de la barba?
-Ah, sabía que lo intuirías sola. No debes de preocuparte por eso, ya me he hecho cargo.
-¿De verdad?
-Si. He cortado todas sus fuentes de ingreso y mandé con Rowan información de carácter ilustrativo a su manada para que vieran en qué tipo de negocios anda metido su Alfa.
-¿Nuestra venganza es tratar de quitarle miembros de su manada? – pregunté curiosa.
-No. Nuestra venganza es decirles a todas las manadas que perdieron guardias con su grandioso plan quién fue el que puso esa bomba ahí. Y, ahora que tocas el tema, quisiera confesarte que me he tomado la libertad de investigar un poco tu móvil cariño.
-Mi móvil… ¿Te refieres al móvil que sigue perdido en acción? ¿Lo tenías tú?
-No. Lo ha encontrado el Beta cadáver y luego me ha llamado porque había cosas muy interesantes en él que podríamos usar en contra del Alfa Asmodeus. – Yo lo miré con cara de confusión y él solo suspiró. – El lobo de la barba. Lamentablemente no puedo devolverte el móvil porque se lo he enviado como evidencia a los otros Alfas.
-Oh… eso es una pena, Amanda lo decoró especialmente para mí. ¿Qué había allí?
-Te conseguiré otro. – Dijo ayudándome a esquivar una gran raíz. – Clarissa se comunicaba con él desde tu celular. En tus últimos mensajes quedaron registrados el adelanto de los planes de guerra y el ataque, dónde colocar las bombas para causar un mayor impacto y el mensaje que envió al Alfa Noa para que fuera a tu casa junto con sus Betas y otros guardias.
Joder.
Guardamos silencio por un par de minutos hasta que llegamos a un claro pequeño en el que había montado la casa de campaña. Me invitó a entrar y me llevé una grata sorpresa al ver que en el interior el techo había sido reemplazado por algo transparente que nos permitía ver las estrellas.
-Traje un poco de comida. – Dijo sacando una cesta de picnic de una esquina. – Postres, sobre todo.
-¿Estás intentando conquistarme? – Pregunté con una amplia sonrisa cuando sacó un pastel.
-Si, ¿Lo estoy logrando?
-Vas por buen camino.
Comimos un poco mirando el cielo por encima de nuestras cabezas. Me pasó algunas servilletas pero el glaseado me dejó pegajosas las manos.
-El río corre cerca de aquí, vamos. – Dijo después de reírse de mis tristes intentos de quitarme el papel de los dedos.
Me condujo a pocos minutos de distancia y yo me incliné para lavar mis manos en el agua helada. Solo que supongo que me incliné demasiado porque terminé de cara en el río.
Moriría, moriría porque no sabía nadar y encontrarían mi cuerpo a kilómetros de aquí cuando el río se aburra de mí. Moriría y yo…
-Solo levántate, Rose, no es un río profundo. – Dijo Bastian partiéndose de risa en la orilla.
Ah.
Me levanté y enseguida comencé a sonrojarme porque el agua me llegaba a la cintura.
-Ya lo sabía.
-Entonces, ¿Qué fueron esas tonterías de buscar tu cuerpo a kilómetros río abajo?
-No sabía que lo había dicho en voz alta. – Murmuré entre dientes mientras me tendía una mano para salir de ahí. – De nuevo Bastian, necesitas que te chequen esos oídos.
Sin importarle mi estado de gata mojada, me cargó y llegamos en un minuto a la tienda de campaña.
-Quítate eso, no te dará hipotermia en nuestra primera cita. – Dijo dándome la espalda para buscar algo en la esquina.
Yo miré hacia arriba, La luna llena era hermosa.
-¿Qué haces? Quítate eso y ponte eso. – Dijo interrumpiendo mis pensamientos al darme lo que parecía ser una sudadera enorme. – Saldré de aquí y te dejaré que te cambies.
-No.
Él se congeló.
-¿No?
-No. Ya me has visto desnuda.
Nos miramos a los ojos por tensos segundos hasta que decidí quitarme el arruinado vestido violeta que había comprado para una ocasión especial. Era sencillo y de finos tirantes que no necesitaba ningún tipo de sostén, por lo que no me había puesto ninguno.
Tomé el dobladillo del vestido y lo fui subiendo lentamente ante su atenta mirada; cuando terminé y lo saqué por mi cabeza, solo lo arrojé a un rincón y él gruñó.
-¿Qué haces? Tengo frío. – Dije con diversión cuando empezó a apretar los puños.
-Es una noche peligrosa para jugar con mi autocontrol, Rose.
-Es una noche perfecta para jugar a que eres una hoguera lobuna. Estoy segura de que tienes escondidas en alguna parte algunas cobijas por aquí, así que…
No tuve que decir más, Bastian sacó gruesas cobijas de alguna parte y comenzó a acomodarlas mientras yo tomaba los restos de nuestro picnic y los ponía a un lado.
Cuando terminó de hacer una cama improvisada simplemente caminé y me recosté cómodamente dando pequeñas palmaditas a mi lado. Él se acostó junto a mi enseguida, pero no me tocó; el lobo se puso a una muy respetable distancia de mi cuerpo.
Bueno, siempre había una primera vez para tomar la iniciativa.
-Gracias por la cita. – Susurré en voz baja. – Me ha gustado mucho.
Él solo gruñó y yo sonreí.
-¿Puedo besarte?
Y eso fue todo lo que necesitó para ponerse encima de mí y que comenzáramos a besarnos con desesperación. Sus manos permanecían quietas soportando su propio peso, pero las mías eran libres para explorar los planos de su cuerpo.
Ya habíamos hecho esto un par de veces antes, pero de alguna manera se sentía diferente. ¿Sería la Luna Llena?
Nos separamos con fuertes jadeos para recuperar el aliento.
-Rose… debemos de…
-No quiero parar Bastian. – Susurré tomando su cara entre mis manos. - ¿No lo deseas?
-Lo hago, mucho.
-¿Entonces cuál es el problema?
-No quiero ser rudo contigo. Solo he hecho esto una vez y no estoy seguro de que la loba disfrutara de mí perdiendo el control.
Mi boca cayó abierta.
-Con solo hacerlo una vez… ¿Te refieres a sexo en la Luna llena o a el acto en general?
-Ambas.
Carajo, ¿Chase es producto de su primera vez?
Ciertamente, no había pensado en que había sido padre muy joven. Tendría… ¿Dieciocho o diecinueve cuando tuvo a Chase?
-Bueno, estoy curiosa. – Dije parpadeando. - ¿No sientes… necesidad en cada Luna llena?
-Si, pero no hago nada al respecto. O al menos no lo hacía hasta que te compré en aquella subasta. – Dijo escondiendo su cara en el hueco de mi hombro para empezar a olfatear. – Tu olor me parece más fuerte en cada Luna Llena y me he tenido que dar un montón de duchas frías o encargarme yo mismo del asunto.
Me quedé callada y él también lo hizo. Era un poco halagador, de hecho.
-Entonces… ¿No quieres hacerlo?
Bastian se echó a reír fuertemente.
-Eso no es ir lento, humana.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una humana!