Vanesa.
Me tomé solo dos semanas para recuperar energía.
Mi hermano había sido comprensivo con mis nulas ganas de moverme de la habitación que Rose me había asignado en su casa.
Pasé un montón de tiempo con el sobrino que no sabía que tenía y oyendo a mi hermano y a Rose discutir por tonterías antes de terminar besuqueándose y encerrándose en su habitación.
Sorprendentemente me sentía cómoda en esta nueva “normalidad”. Nadie me había presionado por detalles de mi tiempo de cautiverio y ni siquiera parpadeaban cuando gritaba de la nada.
Extrañaría todo esto pero era algo que tenía que hacer, se lo había prometido a Nuestra Gran Madre.
Así que mis días los había dedicado a bombardear de preguntas a mi pequeño y dulce sobrino mientras que por las noches me ponía a investigar sobre los territorios del Norte.
Durante mi tercer día en casa de Rose había comentado que me gustaría tener una pantalla más grande en donde buscar información y a las dos horas mi hermano ya había comprado un Ipad.
Investigué un montón sobre técnicas de cultivo y los negocios humanos más comunes en estas zonas. No llegaría con la mente vacía a cumplir la misión que Nuestra Gran Madre me había encomendado.
¿Mejor forma de aprovechar poca agua en cultivos? Lo tenía. ¿Tipo de madera que podíamos comerciar? Por favor, era buena identificando la calidad. ¿Cómo entrar en ls manadas del Norte sin que me maten? En proceso.
-¿Por qué suspiras, tía? – preguntó el adorable cachorro en mis pies.
Teníamos una especie de ritual que comenzamos a hacer cuando él quería ver televisión y yo necesitaba salir de la habitación para no recordar cosas… difíciles. Chase se sentaba cerca de mis piernas y yo me perdía leyendo en el sofá.
-Es solo que tengo un problema sin resolver.
-¿Necesitas ayuda? Soy bueno en esas cosas. – Dijo prestándome toda su atención y yo sonreí.
-No creo que debas preocuparte por eso, lo resolveré de alguna forma.
Me miró atentamente por un minuto antes de asentir lentamente.
-¿Esto es por cómo le dirás a papá que te irás?
Mi boca cayó abierta y me tarde un poco en reaccionar.
-¿Irme? ¿Por qué piensas eso?
Él arqueó una ceja y me llevó al pasado cuando Bastian me encontraba comiendo dulces a escondidas antes de la cena. Ese gesto era todo él.
-Tía, a pesar del tamaño que tengo por ahora, soy un cachorro listo. Llevas días murmurando sobre la agricultura en el Norte.
Y yo aquí pensando en que lo había disimulado muy bien.
-Me has atrapado, pequeño. – Dije con un suspiro resignado. - ¿Crees que lo sepa tu padre?
-No. Está muy ocupado con la construcción de las nuevas casas y enamorando a mamá. – Dijo rodando los ojos. – Quizá note tu nerviosismo en un par de semanas más, después de todo, vivimos juntos.
Yo di un respingo. No es como si estuviera ocultando algo, pero no quería que pensara que me iría a los dos minutos de haberme encontrado.
Él no me dio muchos detalles, pero mi sobrino si; al parecer, Bastian nunca dejo de buscarme y se metió en tratos turbios y un montón de problemas por mí. Me sentiría malagradecida si me voy ahora mismo, pero tenía una misión que cumplir.
-No temas, estoy seguro de que si le cuentas a papá, él tratará de ayudarte en todo lo que puedas. – Dijo restregando su pequeña cabecita en mi pierna con un gesto muy lobuno. - ¿Quieres que lo llame?
-¡No! – Dije demasiado pronto y el cachorro se echó a reír. – Aun no sé cómo decírselo.
Me miró y solo se encogió de hombros.
-¿Por qué no simplemente le dices qué pasa a Rose? Al igual que mi padre, ella te apoyará; y no muerde.
-Eres un cachorro listillo.
-¿A quién no voy a morder? – Dijo entrando a la sala.
Yo me encogí un poco, era difícil quitarme la costumbre de tratar de hacerme pequeña cuando cualquier persona entraba a la misma habitación que yo. Estaba trabajando en ello, solo que había días en los que era más difícil que otros.
-A mi tía. – Dijo con naturalidad.
-¿Por qué lo haría? – Preguntó curiosa sentándose a mi lado en el sillón. - ¿Algún jugoso chisme que contar?
-No. – Dije mirando hacia otro lado.
Hubo un minuto entero de silencio antes de que preguntara suavemente.
-¿Esto es porque quieres ir al Norte?
Cerré los ojos y elevé mis manos al cielo derrotada; mi sobrino se estaba orinando de risa.
-Te dije que murmurabas un montón.
-Lo que sea. – Dije sin abrir los ojos. – bien, ya que de todas formas al parecer soy pésima guardando secretos, me vendría bien una lluvia de ideas.
-Claro, dispara. – Dijo Rose bastante interesada.
-Bien, no me llamen loca. – Comencé a susurrar. – Tuve un sueño en el que Nuestra Gran Madre me pedía dos favores; el primero fue que fuera a casa y salvara a los Alfas de morir. El segundo fue que debía de ir al Norte y salvar a las mandas de allí… solo que no sé hacerlo.
-Whoa… espera, ¿La diosa lobuna te visitó en sueños? ¿Cuándo? – Preguntó Rose estrechando los ojos.
Quizá pensaba que estaba mintiendo.
-En realidad, fue el mismo día en que llegamos al territorio de Skyblue. No entendí mucho hasta el día en que el Beta Rowan, la Doctora Paula y yo encontramos las bombas.
Casi podía ver a su cerebro trabajando. ¿Es que nadie lo mencionó?
-Déjame ver si entendí; sabías lo de las bombas desde el día que llegamos aquí, ¿Y no lo mencionaste?
-No fue exactamente así. – Dije frunciendo el ceño y le conté detalle por detalle mi sueño.
No lo había vuelto a tener desde ese día, pero eran demasiadas coincidencias como para no estar segura de que era Nuestra Gran Madre la que me pedía un favor más.
-Carajo, ahora entiendo por qué Rowan no tenía la historia completa. – Dijo distraídamente antes de suspirar. – Bien, entonces ya has salvado a los Alfas y solo te falta ir a salvar el Norte con prácticamente solo tu ingenio porque la diosa no nos ha dado detalles.
-Algo así.
-Eso es una m****a. – Dijo rodando los ojos. – Bien, me temo que tu pequeño proyecto no irá a ninguna parte en un futuro cercano.
-¿Por qué no?
-Bueno, porque para que salves a esas manadas debes de poder tener acceso a ellas, ¿No? – Entonces tomó de una mesa auxiliar cercana al sillón y comenzó a hacer algunas anotaciones rápidas. Mientras hacía eso, Chase se subía al sillón conmigo para ver qué era lo que estaba haciendo. – Aquí.
Mi cuñada había dibujado un hombre calvo y de barba, un hombre gordo y a un hombre que parecía terriblemente enojado.
-Solamente hay tres manadas en el Norte. – Dijo señalando sus dibujos. – Éste de aquí, se llama Asmodeus y actualmente me parece que está siendo cazado. Es el lobo que ayudó a poner las bombas en nuestro territorio, así que su manada actualmente está un poco como un rebaño sin cabeza. No te recomendaría que fueras ahí. Ahora, el tipo gordo se llama Gustav y en este momento no estamos en buenos términos con él porque el tipo es un idiota; si se llega a enterar de que eres la hermana de Bastian…
-Entiendo, no me recibirá con los brazos abiertos.
-Si; ahora nuestra última opción es el tipo molesto pero peligroso con el que no sabemos si estamos o no en buenos términos: Alfa Alan Crox. No vino a causar problemas en la guerra, pero tampoco me quedaron muy claras sus intenciones.
Lo recordaba. El lobo me había llevado cargando hasta el Lugar Seguro y me puso cuidadosamente sobre el suelo antes de desaparecer. Daba una vibra de “chico malo”, pero en realidad no me sentí en peligro en ningún momento de mis breves quince segundos con él.
¿Sería una historia diferente si le pidiera que me deje quedar en su territorio hasta que descubriera cómo salvar a su manada?
Suspiré, ahora entendía lo de “un futuro cercano”.
-No parece que vaya a prosperar mi idea de pedir asilo por un tiempo. – Dije derrotada. – Y necesito estar en alguna de esas manadas para saber cómo m****a ayudarlos.
-Y salvarlos. – Dijo Chase asintiendo.
-Bueno, no te sobre esfuerces. – Dijo dándome algunas palmaditas a mi pierna. – Nadie espera que hagas nada después de tu tiempo lejos.
Una forma muy diplomática de decirlo.
-¿Qué hiciste tú después de salir de ahí? – Pregunté en voz baja.
Me miró seria.
-Sobrevivir en un mundo en donde no tenía a nadie más que a mí misma. No te mentiré y te diré que el camino es fácil después de eso; incluso aun tengo malas noches en las que tengo que asegurarme de que la puerta no está cerrada y que la oscuridad son solo mis párpados cerrados. Siendo honesta, pensé que tardarías más en superarlo.
No lo había superado en absoluto, solo que todos los hechos traumáticos que habían tenido lugar hace siete, casi ocho años estaban guardados en un rincón de mi mente que no estaba dispuesta a revivir aún.
-Y, ya que estamos tocando el tema. – Dijo mirando hacia la puerta. – Necesito saber si tu ojo es un tema delicado.
-No lo es. – Dije parpadeando ante la pregunta. Pasó lo que pasó con él, no es como si hubiera algo que pudiera hacer para recuperar mi visión, así que simplemente lo ignoro la mayoría del tiempo. - ¿Por qué?
-Porque de camino hacia aquí me abordó Amanda para preguntar tu color favorito.
-¿Uh?
¿Quién era Amanda? No estaba entendiendo nada aquí.
Quizá mi cara confundida la hizo compadecerse de mí porque continuó.
-Amanda es la dulce y pequeña sobrina de Edson, es una larga historia, pero en resumen nuestro cachorro favorito y ella tienen algo así como una relación especial así que es casi de la familia.
Chase se sonrojó y miró hacia otro lado. Ah, creo que entendía la parte de “casi” de la familia.
-¿Y necesita saber mi color favorito? – Pregunté lentamente.
-Si y como no tenía jodida idea le dije que eligiera algo lindo para lo que te quiere regalar en los próximos dos minutos o algo así porque la loba es rápida.
-¡¿Vendrá Amanda?! ¡¿Dos minutos?!
Y con eso el cachorro se transformó y corrió hacia el pasillo.
-Apuesto un bote de helado a que fue a bañarse en esa nueva colonia de fresa que ha pedido por internet. – Dijo riéndose.
Yo solo le sonreí.
Exactamente un minuto más tarde llamaron a la puerta y Rose solo gritó que estaba abierto.
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