¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 10

Beatriz

Una semana después

Respiro hondo mientras siento que esto no es correcto, pero recuerdo que tampoco tengo muchas más opciones y admito que me siento mucho más seguro con el que sola. La última semana fue de dudas y reproches, intenté llamar a mi madre, pero una vez más al escuchar mi voz me colgó.

—¿Estás bien?

El chico a mi lado ladea su rostro genuinamente preocupado por mi expresión, pero es que realmente me siento mal por irme con él. Muevo mis ojos por el desierto apartamento donde he estado hasta hoy. Siento mi corazón desprenderse de algún modo de esta seguridad y solo alejo la vista cuando una mano toca ligeramente mi hombro.

—Te prometo que todo estará bien — dice él — ¿Qué te gustaría sanar hoy?

Sonrío ligeramente mientras entiendo que está tratando de cambiar el tema para sentirme mejor. Me encojo de hombros antes de intentar tomar mi maleta, pero mi doctor simplemente la toma más rápido que yo.

—Hablemos de como haremos las cosas desde ahora — dice él — bajemos al garaje, tomemos el auto de mi hermana y después vendré por el mío.

—Oh, eso no es necesario — le digo — no tengo muchos lugares donde ir, me quedaré en casa y…

—No es necesario — él me mira — sé que no puedes hacer esfuerzo, pero creo que te conseguiré un empleo en mi clínica.

—¿Un empleo? — alzo mis ojos a él con esa emoción en mis ojos —¿ Para mí?

—Por supuesto, ¿Estudiaste alguna cosa? — me pregunta — o tienes experiencia en algún tipo de trabajo específico.

—Mmmm, soy repostera — admito — mi madre no me dejó muchas opciones, así que hice un curso especial en eso — me siento un poco triste — sé que no es una profesión muy glamurosa, pero…

—Todos los trabajos son importantes — respondo — además, porque no estudiar algo más si lo deseas — lo miro — ¿Qué te hubiese gustado hacer?

—Realmente no he pensado en eso — admito — como nunca tuve muchas opciones y en el futuro probablemente no podría hacer otra cosa que quedarme en casa no lo he pensado.

—Deberías hacerlo — llegamos al garaje — la vida es mucho más que cuidar de los niños — me sonríe — eres un chico inteligente, estoy seguro de que puedes lograr cualquier cosa que te propongas.

—Gracias por decir eso.

Realmente estoy cansada de vivir así, harta de pensar en lo que quieren los demás, debo pensar en lo que importa ahora que son mis bebés. Puedo empezar de nuevo, necesito cuidar de ellos y ahora que he vivido lejos de mi familia, de la iglesia y toda su congregación, estoy más que segura de que el mundo es mucho más grande, mucho más hermoso y quiero que mis hijos vivan mejor de lo que me dejaron vivir aquí.

Llevo una mano al rosario que aún conservo colgado en mi cuello, sé qué dios entiende que no estoy renegando de él, sino que estoy haciendo lo mejor por mi nueva familia y cuando la puerta del auto se abre, mis ojos miran al hombre que extiende su mano en mi dirección. Estoy segura de que él es el ángel que enviaron para mí.

—Puedes cambiar lo que quieras si así lo deseas, no suelo pasar muchas horas en casa — me dice — así que no te sientas incómoda — lo veo marcar el número de acceso a un ascensor — hablaré con uno de mis amigos y veremos si podemos encontrarte un trabajo.

Me siento tan agradecida que no puedo decir nada, la música baja del ascensor comienza a sonar, Observo mi maleta que es llevada por el hombre a mi lado. Llevo mi mano hasta el rosario tratando por instinto de encontrar la confianza que necesito para continuar y cuando la puerta del elevador se abre me doy cuenta de dos cosas.

La primera es que este departamento luce más como un departamento en venta en lugar de un hogar y lo segundo que el gato persa con ojos azules y pelaje blanco parado en medio de la sala de estar no luce amigable.

—Oh, olvidé contarte de Rick — dice él acercándose al animal — tiene cara de pocos amigos, pero es un amor — veo al hombre acariciar al animal — no entra a las habitaciones, así que no te hará daño — me pide una de mis manos — tócalo, no te hará daño.

Alejo mi mano del rosario, llevo la mano hacia el animal y me sorprendo ante el cálido tacto de su cuerpo animal, nunca antes había tocado un gato. Mis padres siempre dijeron que eran malvado y diabólicos.

—Hola Rick — digo sonriendo — seamos buenos compañeros de piso— miro al hombre que sostiene al gato con una sonrisa — seamos todos buenos compañeros de piso todos.

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