¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 10

Roger

¿Acaso puedo tener tanta mala suerte?

Aquí, al lugar donde me marché sin decirle absolutamente nada a nadie, justamente para que no vinieran a acosarme, tenía que encontrarme con alguien que me conocía. Aunque también es mi culpa por ir de la nada a darle una absurda bandeja de puré de patatas a mi vecina solo porque me curó la mordida que su perro me dio.

¿No es eso una locura?

Regreso a mi casa azotando la puerta más de lo necesario. Agradezco que mi hija no pueda escuchar eso porque se habría asustado y me dejo caer en el sofá de la sala principal. No sé por qué motivo esa mujer conocería a una de las mejores representantes de este mundo, pero supongo que son amigas.

Además, leí unos cuantos artículos sobre su familia y definitivamente tienen el dinero suficiente para comprar lo que les diera la gana e incluso mucho más. Me pongo en pie porque hay mucho que hacer todavía en este lugar.

Sirvo la comida para mi hija antes de llevársela a su habitación y me acuesto a su lado para ver esos extraños muñecos animados que ni siquiera sé qué tipo de animales son, si es que son animales.

Después de darle de comer a Amy espero a que termine de lavarse la boca, la arropo acostándome a su lado y debo admitir que siento un poco de dolor al no poder escuchar la voz de mi hija, al no poder leerle una historia porque no he conseguido aprender ese bendito lenguaje de señas.

—Ten buenas noches mi niña — digo besando su mejilla — llámame si necesitas algo.

Señalo la puerta después de hacer la seña de llamar a la puerta y estoy por salir de su cuarto cuando me sujeta del brazo. Lleva su mano hasta su pecho para decirme que me quiere en silencio y odio tanto a su madre en este momento…

No sé qué estaba intentando cuando el accidente ocurrió o mejor dicho no quiero aceptarlo, porque quererse deshacerse de Amy sería demasiado para soportar. Camino hasta mi estudio, prendo el computador para mirar algunas de las fotografías que saqué hace unas semanas y que aún no he tenido el tiempo de seleccionar.

Las observo, pero a todas les falta algo, realmente he visto que mi trabajo ha decaído este último año. Aunque realmente no es mi culpa porque toda esta situación con mi madre, con Amy con la m*****a de mi mujer, todo eso me está robando las ganas de vivir y solo cuando la encuentren, cuando me dé una explicación, voy a poder estar en paz.

Termino seleccionando seis de las fotos en mi archivo y comienzo a arreglarlas recordando que debo darle algunas a mi representante para ese reportaje de la próxima semana. Me quedo despierto hasta casi las cuatro de la mañana, pero termino todo ese trabajo, también preparo un poco de desayuno, lo coloco en la nevera y me dejo envolver por el sueño.

Me despierto con el sonido de la lavadora de casa, frunzo el ceño preocupado por mi hija y me doy cuenta de que prácticamente es medio día. Salto de la cama listo para regañar a Amy porque le he dicho que no debe prender ningún equipo cuando estoy en la cama, pero cuando llego al espacio de lavandería junto a la cocina mi vecina está ahí.

Tiene a mi hija sentada a su lado y parece medio dormida apoyando su barbilla en una de sus manos. No puedo evitar notar lo atractiva que es, si tan solo no fuera tan irritante, incluso podría intentar…

¡Qué demonios estoy pensando!

Mi hija alza su cabeza mientras me regaño mentalmente, corre hacia mí para que la cargue y la mujer medio dormida a su lado se despierta por fin. Se pone en pie de un salto antes de que sus ojos me hagan consciente de que solo llevo el pantalón del pijama. Es tan descarada que se toma su tiempo antes de subir los ojos hasta mi rostro, carraspea tratando de ignorar el rubor que cada vez es más rojo en su piel pálida.

—No vuelvas a mencionar a esa mujer — la sujeto del brazo molesto — ¿Me entendió?

Ella abre y cierra su foca, sus bonitos ojos se achican e intenta soltarse de mi agarre, pero su estúpido sombrero cae al suelo y ella grita antes de resbalarse una de las cintas de este. Me arrastra una vez más sobre el suelo.

Hoy huele diferente, el olor de la pintura está sobre ella y también hay algo más allá de su perfume floral, algo nostálgica que no comprendo, pero que está encendiendo mi cuerpo de una forma inigualable. Trago grueso sin poder apartar mi mirada de los azulados ojos de esta mujer torpe e irritante que está tentadoramente bajo mi cuerpo.

No lleva sostén, estoy notando eso justo ahora y ese vestido de volantes es mucho más delegado de lo que pensaba, puedo sentir todo su cuerpo bajo el mío. Ese sí que es un problema, uno terrible que no quiero explorar, aunque tampoco quiero moverme de donde estoy.

—¡Oh dios! — ella traga — creo que me he roto la espalda — se queja cerrando sus ojos — podría, podría apartarse, señor, su… — carraspea — creo que su móvil está clavándose contra mi pierna.

—No llevo…

Cierro la boca cuando ella hace una mueca de pesar, comprendo lo que está tratando de decir, así que me pongo en pie con prisas y ella sale corriendo despavorida hacia algún lugar lejos de mí.

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