Roger
No puedo comprender exactamente qué está sucediendo, pero estoy seguro de que no debería tener mis manos alrededor de la cintura. No debería disfrutar tanto de besar a una mujer ebria a las seis de la tarde en el porche de su casa.
Mis ya despiertos instintos toman el control de mí, sujeto más fuerte a la mujer frente a mi boca, tomo el control del beso. Exploro el sabor dulce de su boca, disfruto del placer que provoca sentir su cuerpo una vez más cerca del mío y la sangre fluye violentamente hacia mi entrepierna.
El aire se siente caliente a nuestro alrededor, la chica frente a mí acaricia, mi espalda con sus brazos mientras responde a mi beso tanto como puede, pero de un momento a otro, se inclina hacia atrás, sus ojos tratan de enfocarme, pero no lo logra y veo su rostro cambiar de color antes de vomitar sobre mi ropa para después perder el conocimiento.
—Mal!ta sea
Mascullo antes de sujetar con cuidado a la chica inconsciente frente a mí, maniobro con ella para llevarla hasta el interior de la casa, pero es difícil con la mordida que sigue latiendo en mi pierna. Chasqueo mi lengua antes de abrir la puerta y el causante de mis causas me hace detenerme en el umbral de la puerta.
—Mira perrito, no me muerdas — trato de dar un paso calmadamente — no estoy haciendo nada mal, absolutamente nada…
El perro me mira mostrando sus dientes, pero no gruñe, doy dos pasos más tratando de encontrar algún lugar donde dejarla. El perro gruñe por lo bajo antes de dar media vuelta en el pasillo para caminar hacia la puerta abierta de la cocina. Me digo que parece ser un trato de paz y me enfoco en encontrar la habitación.
Dos de las puertas están cerradas, así que solo queda una opción, la mujer inconsciente en mis brazos balbucea alguna cosa inentendible. Me apresuro hasta la última de las puertas y al fin encuentro la dichosa habitación.
Es mucho más simple de lo que pensaba, dejo a la chica en la cama, me digo que debería irme, pero no puedo dejarla simplemente inconsciente y oliendo a vómito sobre la cama. Incluso yo huelo de ese modo. Suspiro antes de sacar la camisa de mí, la lanzo a un lado antes de inclinarme sobre Lucía.
Saco con rapidez los tirantes de su vestido por sus hombros, mi respiración se detiene cuando sé que no lleva ropa interior, pero me recuerdo que solo debo ayudarla como un buen hombre. Deslizo delicadamente la ropa de su cuerpo, me detengo por un instante cuando llego al borde de sus pechos, e intento no mirar antes de bajar completamente la ropa.
Muevo mis ojos hacia la mujer en la cama sin poder evitarlo. Mi corazón se detiene cuando su delicado cuerpo es perfectamente visible para mí, El mío reacciona a la vista de una mujer tan hermosa después de todo este tiempo de aislamiento y resoplo cabreado conmigo mismo antes de cubrirla con la manta.
Mi hija responde, esas palabras me hacen sentir mal, pero ni siquiera puedo decirle nada por qué ella se enfoca en el televisor una vez más y me pongo en pie después de unos cuarenta minutos de esos agobiantes animados. Me meto a la ducha para calmarme. Me coloco la ropa del pijama antes de ir una vez más con mi hija.
Mi niña está acostada en el sofá, los animados en el televisor han terminado y ella está dormida. La llevo en brazos hacia su cama. La arropo sintiéndome una vez más como el culpable de que ella esté pasando por todo esto, sin siquiera sentir que yo estoy apoyándola, ya que ese vendito lenguaje de señas no se me da en lo absoluto.
La beso en la frente antes de caminar de regreso a la sala de estar, apago la televisión antes de fregar los platos sucios y me detengo a mirar por la ventana de la cocina hacia la casa tenuemente iluminada más allá de mi jardín.
No debería involucrarme más con esa mujer, por el bien de nuestra convivencia y de todo lo problemático que sería esta situación debería evitar a como dé lugar toparme con esa mujer, sin duda alguna ese es mi nuevo plan.
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