¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 16

Beatriz

¡Tengo que haberme vuelto loca!

Grito dentro de mi cabeza mientras subo en el ascensor hasta el departamento que comparto con el hombre que acabo de besar. Mi corazón sigue latiendo como un loco mientras mi memoria repite una y otra vez lo que sucedió en el auto.

Ni siquiera digo una palabra cuando las puertas del elevador se abren y prácticamente salgo corriendo del lugar con la mirada fija en la puerta de la habitación que amueblado para mí.

El gato en la puerta de esta me mira, lo tomo en brazos antes de entrar para cerrar la puerta tras de mí.

Escucho los pasos de mi compañero de piso moverse hasta su propia habitación, cierro mis ojos durante un momento y luego de unos minutos me dejo caer sobre la cama con el gato sobre mi vientre.

—Creo que me he vuelto completamente loca — susurro — ¡Cómo pude besarlo!, ¡Cómo!

El animal de ojos rasgados me mira, el ronroneo que viene de su garganta me hace sentir como una tonta por estarle hablando y me pongo en pie de un salto cuando escucho el toque en la puerta de mi cuarto.

—Dejé los caramelos junto al helado — Me informa — voy a preparar algunas tostadas antes de… De irme a la cama por si sientes hambre en la noche y puedes llamarme si lo necesitas, estoy — se queda en silencio un instante — estoy en la habitación de al lado, hoy no duermas con Rick en la habitación, sabes que no es recomendable.

Asiento, incluso si sé que él no puede verme, camino en silencio hasta el cuarto de baño y me quito el vestido mirando detenidamente mi reflejo en el espejo. El rosario que cuelga en mi cuello se siente como un constante recuerdo de que debo ser una buena chica, ya que dios me ha dado esta segunda oportunidad.

Hago una trenza mi cabello después de quitarme dicho rosario y camino de regreso a la habitación para ponerme el pijama:el gato sobre mi cama me observa. Me siento a su lado mientras pienso en el sabor amargo que está dejando toda esta situación en mis labios.

No me gusta mentir, lo hice solo cuando descubrí que estaba haciendo cosas incorrectas con quien pensé sería mi esposo, pero ahora.

Ahora solo estoy mintiendo porque sí, puede que sea para ayudar a alguien que me estuvo ayudando a mí también, pero sigue siendo una mentira. Una que puede traer mucha alegría, pero que también terminará probablemente entristeciendo a muchos.

Llevo una mano a mi vientre y pienso en los dos bebés que están creciendo dentro de mí y sé que necesito conseguir un trabajo, que necesito hacer las cosas por mi cuenta, ya que después de todo no voy a quedarme con Lucas.

Mi pecho se mueve desanimado ante esa realidad, me digo que no debería sentirme de esta manera, incluso si accidentalmente deje que un extraño impulso nos llevara a besarnos. Él gatos mi lado maúlla, lo tomo en la mano con una sonrisa en mis labios que intentan ocultar la verdadera tormenta dentro de mis sentimientos.

—No hay por qué sentirlo — responde — fue un beso, nada más que un beso y tu vida no acaba porque estés embarazada — él me mira — no deberías sentir culpa tampoco, si fuéramos a calcular quién sería el más responsable el hombre que te abandonó lo sería.

Me agrada escuchar lo que él dice, incluso si no quiero hacerlo, sonrío ligeramente agradecida y me gustaría tanto haber conocido a alguien tan bueno como él en lugar de al maldito que me traiciono, que me mintió y solo me tiró a un lado cuando como una tonta le di lo que quería.

Las lágrimas se acumulan en mis ojos, el hombre frente a mí maldice antes de limpiar mis mejillas para un minuto después hacerme ocultar la cabeza en su pecho. Lo abrazo con fuerza, susurro una y otra vez para mí misma que debería alejarme, pero él se siente tan cálido que no soy capaz de hablar.

Lloro una y otra vez, el dolor de sentirme sola disminuye lentamente y después de unos minutos simplemente me quedo en silencio. El hombre que me abraza me aleja de su pecho ligeramente, peina mi cabello antes de mirarme a los ojos con una consoladora sonrisa en sus labios.

—No deberías llorar — me dice — estás embarazada, tu bebé se pone triste como tú — lleva su mano a mi vientre junto a la mía — ¿Esos bebés merecen ser felices? — usa uno de sus dedos para alzar mi barbilla —Tú mereces ser feliz y voy a ayudarte así que no te sientas mal por todo esto.

No puedo hablar, quiero llorar una vez más, pero el beso que este hombre encantador deposita en mis labios me lo impide. No es un beso sensual o violento, él simplemente deja a sus labios rozar los míos para después acariciar mi cabello con cuidado.

—Comamos un poco sonríe — no pude contarte sobre el trabajo que conseguí para ti.

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