Jeremías
Miro el reloj en mi oficina de manera inconsciente por enésima vez cuando el sol comienza a alejarse en el horizonte. Los documentos frente a mí son mucho más complicados de revisar de los que recordaba y después de haber pasado todo el día de recorrido entre los distintos hospitales y pasar por la sede principal del grupo, Mark regresé aquí ignorando el impulso de ir a ver si esa mujer desagradable que es mi esposa tuvo un buen día.
Un toque en la puerta me hace alejarme de mis pensamientos, la jefa de enfermeras entra en mi oficina. Cuestiono por un momento si olvidé que teníamos una cita previa, pero un rápido chequeo a mis sitas de hoy me dice que no. Así que me pongo en pie preocupado de que algo esté sucediendo.
—¿Qué la trae por aquí, señorita González? — cuestiono — ¿Acaso ha sucedido alguna cosa?
—No, señor Mark — sonríe avanzando rápidamente — es solo que pensé que debía saber que la chica nueva que enviaron para el área de psicología se llevó al pequeño Lucas durante la consulta — la mujer me mira con duda — las enfermeras en esa área me informaron y pensé que necesitaba saberlo.
—Comprendo — la preocupación me llena — pero me parece que usted está teniendo demasiado tiempo libre como para venir aquí para hablar de chismes de pasillo.
—Señor Mark, solo quería informarle porque su hijo no es precisamente amigable con otras personas del personal y podría ser peligroso que esa chica a la que no conocemos realmente…
—Ella es amiga de algunos socios — le contesto — así que no tiene nada que preocuparse, tengo buenas referencias de ella y le advierto que no debería venir aquí sin previo aviso para hablar sobre cuchicheos, soy un hombre ocupado.
—Lo siento señor, no sabía que usted conocía a la chica yo…
—Usted no necesita saberlo y tampoco necesita ir por ahí escuchando chismes, así que por favor enfóquese en su trabajo.
—Lo siento, señor, eso haré.
La enfermera camina hasta la puerta con prisas, pero la detengo en ese lugar para evitar que algún rumor se esparza por el hospital y mi mujer me acuse de decirle la verdad cuando fui quien quiso mantener nuestra verdadera relación en secreto.
—Señorita González, prefiero que el hecho de que la chica es recomendada por uno de mis socios se mantenga en privado — la miro — no quiero que reciba un trato diferente solo por eso.
—Está bien, señor Mark, discúlpeme por importunarlo.
No digo nada más, la jefa de enfermeras sale de mi oficina y tomo mi móvil para llamar al número que tengo guardado como “Mujer molesta”. La aludida espera alrededor de cuatro tonos antes de contestarme.
—Que quiere — alejo el móvil de mí cuando escucho la molestia en su voz — estoy bastante ocupada y cabreada ahora mismo, así que no intente reprocharme alguna cosa o lo que sea.
—Solo quiero saber qué pasó hoy — respondo tratando de aparentar desinterés — escuche que…
—¡Oh, te fueron con el chisme! — ella deja salir el aire — corren rápido las noticias en este hospital — escucho como mueve algunas cosas de lugar — pero créame, quizás si hoy regreso a casa podamos hablar, tengo unas cuantas cosas que decir.
—No teníamos mucho más que hablar, ahora deje de molestarme, necesito terminar esto.
La mujer frente a mí me ignora, toma una de las carpetas a su lado y se arrodilla para colocarla en una de las gavetas abiertas del organizador, mis ojos notan entonces el pequeño fragmento de su vientre que queda a la vista. Tengo que admitir que me quedo muy fijo mirando el pequeño arete que cuelga en su ombligo.
—Tenemos mucho de qué hablar — desvío la mirada cuando ella clava sus ojos en mí — quiero saber qué sucedió en la consulta el día de hoy.
La mujer, frente a mí resopla, mira una de las carpetas y la lanza contra mi cuerpo con enfado.
—Si va a quedarse al menos ayude y con respecto a lo que sucedió, bien tengo varias cosas que decirle.
—Entonces comience, nunca había tenido quejas sobre alguien llevándose a Lucas y no sé si regañarla o no.
—Lo llevé fuera porque tuvo una crisis nerviosa — explica mientras otra carpeta — la forma en que este doctor lo trato no fue correcta y también dudo que el tratamiento sea el correcto, qué fue lo que le diagnosticaron realmente.
—Lucas sufre de un trastorno por estrés agudo.
—¿Estrés agudo? — ella muerde su labio pensativo — no creo que eso sea un diagnóstico correcto — afirma después de un momento — pero incluso si lo fuera, el método que está usando el doctor no es correcto, en especial cuando el niño comienza a temblar tendido en el piso — me mira — creo que deberías valorar cambiar de doctor, porque esto no está siendo bueno para Lucas — duda un segundo, pero luego habla—en realidad creo que esto está agravando su enfermedad.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una mamá psicóloga!