¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 18

Roger

Después de sentarme a la mesa espero en silencio a que mi vecina sirva mi comida, ella se sienta junto a mi hija que come tranquilamente la cena y tomo el primer bocado cuando la mujer a su lado me sonríe un poco incómoda.

—¿Le gustaría tomar algo de tomar? — suspira — creo que me queda algo de vino en algún lugar?

—No gracias, no quiero agotar su reserva.

—Oh, no, no, no, yo no bebo seguido — trata ella de explicarse un tanto avergonzada — de verdad que lo que sucedió no fue realmente algo usual, es solo que estos días he estado bajo mucha presión.

—Por supuesto — tomo una segunda cucharada disfrutando de la comida — gracias por darle de comer a Amy, le prometo que esto no sucederá más.

—Oh, no, no se preocupe — ella habla con prisas — realmente es agradable tenerla por aquí, es una niña encantadora.

Mi vecina acaricia el rostro de mi hija que le sonríe y solo puedo comer en silencio mi comida, después de unos minutos Lucía va por una botella de vino, me sirve una copa mientras da jugo de frutas a mi hija para terminar su comida. Me pregunto si esto es lo que realmente significa una familia. Admito que se siente bien y dejo que las cosas fluyan por sí mismas desde ese momento.

Terminamos de comer media hora después, rechazo el postre, pero mi hija parece tener demasiado espacio dentro de ella después de todo lo que ha comido como para un plato de postre. Mi vecina me pide ir con ella hacia la sala de estar para terminar la copa de vino mientras mi hija termina su comida y realmente se siente un poco incómodo a nuestro alrededor.

—Lamento realmente todo lo que sucedió con Raquel — dice ella de pronto — ella es un poco intensa cuando quiere algo de alguien y al parecer usted es su próxima víctima.

—No tiene que disculparse, no es su culpa — respondo pensándolo fríamente — más bien debería disculparme yo por ser tan grosero cuando trata de esta forma a mi hija, es que está siendo bastante difícil lidiar con Amy desde que nos mudamos.

—Comprendo, debe ser difícil no poder hablar con ella.

—Lo es — admito — y lo que más me duele es que sé que puede hablarme, pero no lo hace y ese bendito lenguaje de signos no se me da bien, realmente no sé qué hacer ya.

—Solo sea paciente, es difícil aprenderlo, además, su hija es encantadora, no tiene que preocuparse de que venga a mi casa, incluso se lleva bien con mi perro.

Ella sonríe mientras yo miro al animal echado a los pies de la silla junto a mi hija. Suspiro pensando en las puntadas que aún duelen ahí donde mordió y admito que es agradable poder hablar con alguien después de tanto tiempo. Al menos ella no me juzga o critica como el resto de mi familia.

—¿De verdad es pintora? — digo tratando de cambiar el tema de conversación — pensé que era benefactora o algo como eso, pero jamás que se dedicara a pintar.

—Es mi trabajo realmente — comento — y Raquel exagera de vez en cuando, así que solo ignorala hasta que se aburra de perseguirte.

Mi hija le responde antes de mirarme, me pide despedirme e intento hacerlo, pero la mujer frente a mí termina riéndose de mí justo como mi hija. Esto me molesta un poco porque me siento avergonzado, así que simplemente carraspeo antes de usar mis palabras.

—En fin, tenga buena noche, adiós.

Salgo de su casa con prisas, mi hija no se molesta en bajar de mis brazos hasta que estamos en casa y la mando a tomar una ducha antes de irse a la cama. Me aseguro de que hace lo que le digo antes de volver a mi estudio y prendo el computador para entretenerme un poco haciendo algo de trabajo, Reviso las fotos una vez más para decidir en qué trabajar, pero termino una vez más mirando la última de las fotografías.

Me cuestiono qué tipo de mujer es realmente mi vecina mientras miro su rostro y sin darme cuenta estoy corrigiendo con seriedad esa fotografía. Me digo que necesito aprender el lenguaje de señas y que después de todo mi hija se veía feliz de pasar el rato con ella, así que, aunque se lo prohíba, no va a dejar de huir a su casa.

Me voy a dormir una vez termino de hacer la fotografía y arreglar todo para el desayuno de mañana. Caigo en la cama cansado. Me duermo casi inmediatamente, la noche parece pasar de un tirón y solo me despierto cuando mi hija toca ligeramente mi hombro.

—¿Sucede algo nena? — cuestiono poniéndome en pie algo preocupado?

Mi hija niega antes de señalar a la sala, suspiro antes de ponerme en pie, la sigo tratando de entender que quiere hacia la sala y me detengo cuando veo a mi vecina con cara de duda sentada en el sofá.

—Hola, disculpa que te despertara, pero… — carraspea — quería proponerte algo.

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