¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 19

Lucas

No puedo creer lo que acaba de hacer Claudia, llevo a la chica golpeada dentro de mi oficina y le pido esperar ahí mientras salgo para traerle un poco de agua. Me enfurece saber que esto sucedió por mi culpa.

Sé que debí ser más claro con mi asistente, pero incluso en ese caso ella no desvío de atreverse a hacer algo como esto. Beatriz es mi paciente, está embarazada y Claudia debió pensar con más claridad porque aunque ahora es solo mi asistente, ella sigue siendo una enfermera.

Cuando salgo de la oficina la encuentro llorando tras su escritorio, camino hacia la derecha directamente hasta el bebedero en ese lugar y sirvo un vaso de agua, cosa que mi asistente aprovecha para abordarme.

—Lucas, de verdad, lo siento, yo estaba tratando de ayudarte

—No quiero hablar contigo ahora — respondo — no quiero escucharte Claudia.

—Te prometo que no soy así, es solo que las mujeres como ella me molestan a tal punto que no puedo controlarme — afirma — usted sabe que lo quiero y solo trato de protegerlo de una casa…

—No quiero tu protección, te aconsejo que dejes de sentir algo por mí, por qué yo realmente no siento absolutamente nada por ti y no creo hacerlo jamás, así que evita volver a hacer algo como esto, no con Beatriz sino con nadie más.

—Pero…

—Pero nada Claudia, voy a decir esto una última vez — Tomo el vaso de agua — no te veo como algo más que mi secretaria, eres buena en ello y realmente me agrada trabajar contigo, pero no me gustas, no lo vas a hacer nunca, así que toma tus propias decisiones y discúlpame por no haber sido lo suficientemente claro antes.

Regreso a mi oficina después de decir esto, la chica aún sentada en uno de los sofás me mira y bebe su agua en silencio antes de tratar de disculparse una vez más. Le pido que no lo haga, ya que la culpable de lo que acaba de pasar no fue otra que mi asistente. Chequeo que esté bien antes de atender al último de mis pacientes para la mañana y la ayudo a salir de mi oficina después de que tome mis propias cosas.

—Puedes irte a casa por hoy — le digo a mi asistente — estaré fuera el resto del día.

La chica no dice una palabra, pero tampoco me importa si quiere hacerlo, llevo a mi muy asustada compañera hasta la puerta del elevador y salimos del edificio unos cinco minutos después. No me molesto en coger el auto, ya que la repostería está a unos pocos pasos de aquí. Tomo el brazo de Lizbeth para ayudarla a bajar los pequeños escalones del frente de la clínica y aunque no es necesario, sigo sosteniéndola de camino al local de mi amigo.

—Como van esas náuseas.

Cuestiono realmente interesado, la chica a mi lado se encoge de hombros.

—Bien, hoy solo vomité una vez — afirma — quizás en unos días dejen de aparecer.

—Por supuesto que lo harán, estás a punto de terminar el período de náuseas, la próxima semana haremos otro chequeo para ver a los bebés.

—Oh, gracia de verdad.

Responde ella, dudo seriamente en mis próximas palabras, pero decido hablar después de todo.

—Mándale saludos de mi parte — respondo — y recuérdale que debe ir a consulta el próximo mes.

Mi amigo asiente, nos pide sentarnos en una de las mesas mientras va por algún tipo de bebida a la parte trasera de la tienda. Regresa con una bandeja un segundo después, se sienta justo en la silla frente a nosotros y mira a Beatriz.

—Querida, esto es un pequeño negocio familiar, realmente eres bienvenida y espero puedas hacerte cargo de todo — señala alrededor — estamos recién abriendo, así que necesitábamos a una buena repostera — me mira — Lucas dijo que eras buena así que te lo encargo, puedes venir de seis a doce o dos a ocho de la noche, organiza el horario como quieras con el empleado que contrates para…

—¿Contratar?

Ella parece confusa, pero mi amigo se cruza de brazos mirándome.

—¿No le dijiste? — Chasquea su lengua — la administrarás y cocinarás aquí, las recetas están en un manual en la cocina, necesitas un ayudante, así que dejé unos curriculums también y el salario serán 700 dólares a la semana así que espero puedas aceptar este empleo.

—Oh, pero eso es demasiado — dice ella — es que nunca he dirigido una tienda y usted no me conoce, sería un poco…

—Eres amiga de Lucas, estoy segura de que lo harás muy bien — mi amigo se pone en pie — ahora si me disculpan tengo mucho que hacer — deja las llaves sobre la mesa — vendré una vez al mes para checar los ingresos, espero tenga una linda tarde.

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