Lucas
¿Por qué?
Cómo puede preguntarme eso, después de besarla, paso una mano por mi cabeza, camino rápidamente hasta la puerta del local e intento que el aire fuera de la pastelería calme mis propios sentimientos. La mujer que atormenta mis pensamientos se mueven hasta donde estoy, me da una pequeña sonrisa nerviosa y me entrega mi chaqueta.
—Quieres ir a comer verdad — afirma nerviosa — vayamos a un lugar bonito que conozco.
No digo nada, tomo el chaleco antes de seguirla hasta el auto de mi hermana, Beatriz sube tranquilamente hasta el asiento del copiloto y mis ojos se encuentran con los de ella una vez más. Mi falsa novia los aparta casi al instante, puedo ver ese ligero sonrojo en sus mejillas y me maldigo internamente porque la deseo.
Salimos hacia la avenida principal en completo silencio, Beatriz conduce por casi toda la ciudad hasta la zona sur y llegamos a un barrio bastante concurrido, estaciona el auto a un lado de la carretera antes de abrir su puesta. Me saco la corbata antes de bajar del auto antes de reunirme con Beatriz en la acera.
Su radiante sonrisa me hace sentir mucho mejor, me toma del brazo y me hace seguirla rápidamente hacia uno de los concurridos callejones más allá de la acera, llegamos a una fila bastante notable en medio del callejón.
Ella me pide esperarla en la fila y la veo acercarse a la entrada del lugar. Mis ojos la siguen, incluso cuando ella le sonríe a alguien mas, me molesta verla besar al hombre que sale del restaurante. Charlan por un momento antes de que ella me haga un gesto para acercarme.
No lo dudo mucho y cuando al fin estoy frente al chico que habla con Beatriz me doy cuenta de que no tengo ningún motivo para enfadarme, aunque tampoco tengo ningún derecho o motivo para sentirme de esta forma.
—Así que este es el hombre que te ayudó mi niña — El chico toma mis manos en las suyas — usted de verdad está ganándose el cielo, mi querida Bea no merece todo lo que le ha pasado.
—No tiene que darme las gracias, quiero ayudarla.
—Estaba tan preocupado por ella — dice el chico tocado su cabello con tristeza en su mirada — incluso fui por ropa a la iglesia porque su madre apenas le dejó llevarse una maleta.
Miro a la mujer a mi lado ante esas palabras, el odio por su familia crece un poco más, e intento ignorar el pequeño empujón que da al chico frente a los dos este carraspea, nos invita a pasar a su local y termino sentado en una mesa junto a un agradable ventanal que me deja ver la ciudad atardeciendo más allá de los dos.
—Sobre lo que dijo mi amigo… — ella trata de justificarse — realmente no me importa, la ropa de la iglesia es más buena de lo que parece y ya compraré algo cuando reciba mi primer salario.
Ella se oculta tras la carta, pienso detenidamente en sus palabras y dejo que las cosas fluyan por su cuenta mientras nos sirven la comida. Debo admitir que el lugar es bueno, mucho más de lo que pude esperar debido a que no es un sitio tan elegante, pero eso es lo de menos si la comida es deliciosa.
Después de terminar, pago la cuenta a pesar de que el chico no quiere cobrarnos, le arrebato las llaves a la mujer a mi lado y le doy una sonrisa antes de conducir el auto directamente hacia la zona oeste de la ciudad.
—¿No vamos a casa? — dice Beatriz cuando nota el cambio de dirección — ¿Necesitas hacer alguna cosa?
—No, iremos de compras — le informo — también compremos algo para los bebés, uno intentes negarte — advierto — no pienso aceptar un no por respuesta y mucho menos que quieras pagar algunas cosas, este es mi primer regalo para ti y los bebés.
Ella merece ser feliz, paso una mano por mi rostro cuando el móvil en mi bolsillo suena, me pongo en pie de un salto al ver el número de la clínica.
—¿Dígame?
—Lamento molestarlo doctor, pero su paciente Lilit está de parto y necesitamos que esté aquí ahora mismo.
—¿Qué tan preocupante es?
—Tiene dilatación en grado tres desde hace una hora.
—Maldición, estaré ahí en un segundo.
Camino rápidamente hasta los vestidores de la tienda y ni siquiera pienso demasiado antes de abrir la cortina. La mujer semidesnuda en el interior del cambiador jadea. Trata de cubrirse con el vestido que lleva, pero he logrado ver su ropa interior, he logrado ver mucho de su piel.
—Lamento entrar así, pero necesito irm e— digo tratando de no bajar mis ojos de los suyos — Dejaré el auto en el mostrador, compra algo para los bebés o me enfadaré.
Lo pienso detenidamente antes de inclinarme para besarla en los labios, me marcho de ahí antes de seguir mis deseos y volver a entrar al probador diciéndome que necesito atender a mi paciente.
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