¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 24

Beatriz

Llego a la repostería con prisas, me pongo en contacto con algunos de los dueños de los curriculums que dejó mi nuevo jefe en la tienda y termino a las dos de la tarde de hacer las entrevistas con cuatro empleados nuevos para el local.

Un ayudante para la cocina, dos chicos para atender en el local y un cuarto que atenderá la caja. Anoto todo lo que necesito comprar para la próxima semana, también pruebo algunas de las recetas que dejaron en la cocina. Guardo todo en una bolsa pensando en dejarlas con el pastor para los niños y llevarme un poco más a casa. Alrededor de las cuatro de la tarde recibo un mensaje de Lucas, me avisa que no, no podrá volver a casa, pues necesita ir a casa de sus padres.

Sonrío pensando que me agrada muchísimo que él me informe de esta forma como va, mi corazón se mueve lentamente mientras salgo de la tienda. Me aseguro de cerrarlo todo bien antes de caminar hacia el estacionamiento y subo al auto antes de colocar la dirección de mi antigua iglesia en el navegador.

Tardo media hora en llegar, bajo del auto a las seis en punto de la tarde y resoplo tomando la bolsa de ropa de la parte trasera de mi auto. Realmente no me siento mal por hacer esto, en realidad creo que estoy haciendo las cosas bien, ya que podría ser como una despedida.

Una para sanar las deudas con mi pasado antes de no volver aquí jamás.

Tomo dos respiraciones antes de subir los peldaños que dan a la casa del pastor de mi antigua congregación.

Dejo la bolsa a mi lado antes de tocar en la puerta, tardan unos cinco minutos en contestarme, pero lo entiendo, pues prácticamente es hora de cenar. La esposa del pastor me sonríe.

—Beatriz, niña — me abraza — tus padres dijeron que te habías marchado a otro país, ¿Qué haces aquí?

Trato de reprimir la tristeza que provoca el que mis padres dijeran algo como eso, mentir de esta forma hace a mi corazón romperse en mil pedazos, pero prefiero mantener la mentira a darle alguna explicación.

—Volví por unos días — respondo con la sonrisa forzada — quería traer alguna ropa que no usaré para donar y estos postres para los niños antes de… Volver a irme de viaje.

—¡Oh! — ella me toma de la mano — pero ven, entra, estamos a punto de cenar, puedes quedarte un poco.

—Oh, no, no es necesario yo…

—¿Estás comiendo bien? — dice ella mirando mi ligeramente más redondeado vientre — estás mas… Rellenita.

—Sí, ser repostera no ayuda realmente.

—Comprendo, pero hablemos mas en la cena.

No puedo escaparme de esta, entro en casa cuando no me queda otro remedio y escucho las palabras de la esposa del pastor mientras llevo la bolsa de ropa dentro de su casa. Sonrío al saber que una de las hermanas de la congregación ha conseguido al fin embarazarse.

Pienso en lo feliz que debe estar y lo diferente de nuestras situaciones, pero antes de que pueda decir alguna cosa llegamos a la sala de estar. Mis ojos se mueven por las tres personas ahí, la hija del pastor me sonríe, Su padre camina con prisas para saludarme y Andy está ahí, mirándome como si hubiese visto al mismísimo demonio.

—Beatriz, querida — toma mis manos entre las suyas — supe que fuiste fuera del país, como has estado.

—Muy bien, estoy excelente, yo solo vine para… Para dejar esta ropa aretes de marcharme otra vez.

—¿Te marchas otra vez?

—¿No te deshiciste de eso?

Es lo primero que me dice, la rabia me llena al escucharlo hablar así de mis bebés, tomo dos respiraciones profundas antes de responderle con furia, porque es lo único que me provoca este maldito ahora mismo.

—No hables así de mi bebé, no es tu asunto y no sé cómo pude dejar que me engañaras.

—Por favor Bea, estabas loca porque alguien te follara para saber que se sentía y las cosas podrían haber sido muy buenas para los dos si no te hubieses puesto tan estúpida como para embarazarte.

—¿Mi culpa? — niego — eres una basura, lo he perdido todo por ti, Andy, mi familia, mi honor, todo lo que conocía por tus mentiras.

—eres una mujer deliciosa Beatriz, no te mentí, me moría por dormir en tu cama, pero necesitabas contarle a todos y arruinarlo.

—Te desprecio — gruño — no sabes como agradezco que no vayas a formar parte de la vida de mi hijo, no sabes como…

—No seas tan tonta — me toma de la cintura, incluso si trato de alejarme — volvamos a ser amigos, parece que te está yendo bien — señala el auto — incluso estás más deliciosa ahora que sé que estás embarazada, nosotros…

Lo abofeteo tan fuerte que me suelta, las lágrimas han comenzado a caer de mis ojos, incluso si no quiero por causa de la rabia y rodeo el auto para marcharme de hi. Él era peor de lo que esperaba. No sé cómo no me di cuenta antes, pero me prometí no pensar en eso nunca más porque desde hoy no tengo nada que ver con esta congregación o mi familia.

Este es mi nuevo futuro, el comienzo de mi nueva vida…

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