Roger
Hago mis manos un puño para no tocarla, trago grueso mientras la mujer frente a mí me mira con necesidad, con ardor y con algo que incluso yo puedo sentir bajo mi carne, incluso si no es bueno, el olor de los óleos y la pintura se mezcla con ese aroma floral que estoy más que seguro les robó a las flores de su invernadero.
No puedo hablar, no puedo moverme y no quiero irme a ningún lugar, lo que dije sobre las fotos es verdad. Siempre que veo algo hermoso, algo único quiero capturarlo en una fotografía para siempre y esa mirada en ella, en este momento quiero grabarlo tan intensamente en una fotografía que no puedo ni siquiera hablar.
Ella se ve hermosa, la luz que se filtra por las ventanas desde su espalda solo hace que su pálida piel se vea más cremosa, más sensible, más única. El ligero sonrojo que comienza a crecer sobre sus mejillas es una total alarma para mí, por qué solo quiero desnudarla, lanzar sus pinturas al suelo y hacerle el amor sobre la mesa con el sol sobre los dos.
Pero hay tantas cosas que podrían salir mal, hay tantas cosas que lo impiden y sobre todo, ella no es el tipo de mujer para dormir una noche, ella es de las que merecen más, las que necesitan un hombre agradable que las bese todas las mañanas antes de susurrarle al oído cuanto la aman y no soy yo, no puedo ser ese tipo de hombre.
—Creo que debería irme a preparar algunas cosas en casa—consigo decir saliendo de mi trance — he estado demasiado tiempo aquí, así que… — carraspeo — solo envíe a Amy a casa.
—Sí, sí yo… Yo la envío — carraspea antes de irse a algún lugar más allá de mí — espere un minuto, tenga esto.
Ella escribe alguna cosa en una hoja con un lápiz de dibujo, regresa hasta mí dejando una hoja con números sobre mi mano. Me sonríe peinando su cabello, escondiendo o al menos intentando esconder sus emociones bajo ese gesto.
—Este es el número de mi celular — señala el otro — y este es el de la casa, puede llamarme cuando lo necesite o si quiere que le vaya a su casa para las clases, no es que quiera ir a su casa—muerde su labio tímidamente — solo llame si lo necesita, nunca le he dado mi número a nadie así que esto es raro.
—Me gusta ser el primero — digo sintiéndome estúpido por eso — disculpé eso, usted me pone nervioso.
—¿Yo?
Ella sonríe una vez más y sé que debo correr, meto la hoja en mis bolsillos antes de correr lejos de ella, de su dulce olor y de su encantadora mirada que me pide más de lo que puedo darle. Me despido de mi hija en el jardín antes de irme de regreso a casa. Entro en casa y prácticamente me bebo una botella de agua antes de conseguir calmar mi sofoco.
Cierro mis ojos durante un minuto cuando esa parte de mi cuerpo que sigue dura no deja de desearla y sé que no tendré la fuerza de voluntad para huir como lo hice ahora, pero quiero aprender el lenguaje de señas, mi hija no va a dejar de verla.
Además, está a mi lado, en la casa vecina, así que debería practicar más mi autocontrol, porque es la única opción que me queda. Regreso a mi estudio para mantener mi cabeza ocupada, termino editando varias fotos que resultan ser mucho más buenas de lo que esperaba y le envió unas muestras a mi representante por correo antes de irme a la cocina. Meto una mano en mi bolsillo para sacar su hoja de papel.
Me digo que incluso los números tienen un trazo delicado y único, frunzo el ceño ante la sonrisa en mis labios y veo la hora en mi reloj, son prácticamente las cinco de la tarde, así que siento que mi hija ha pasado demasiado tiempo con la vecina. Mi móvil vibra en la mesa de la cocina. Lo miro agradeciendo que no sea mi madre.
—¿Qué sucede?
—Vi las fotos, están perfectas, puedo proponer una exposición.
—Son muy pocas — le digo — no creo que sea suficiente.
—Puedes hacer unas más si no estás muy ocupado, pero esas están bastante bien.
—No quiero molestar — me dice — no quiero que se moleste por mí, yo tengo un poco de comida en mi nevera así que…
—No sería una molestia — respondo — puedo hacer algo simple, así que si quiere quedarse puede hacerlo.
—Bien, entonces me quedaré — ella sonríe entrando en mi casa — no me gusta cocinar, así que si insistes…
—Excelente.
—Oh, pero, espere — ella se inclina en la puerta, dejándome ver la delicada silueta de su atractivo trasero — déjeme llamar a Welly.
La mujer frente a mí , silva increíblemente alto, escucho un ladrido antes de que ella se voltee hasta mí y está tan cerca que puedo ver sus labios una vez más. Ella peina su cabello justo mientras su perro corre dentro de mi casa sin ningún problema.
—No se preocupe, Welly, no se portará mal, se echará en la alfombra y…
Su perro camina hacia mi sofá, se echa en este como si está fuera su casa y me lanza una mirada de advertencia para informarme de que no va a bajar, miro a su dueña con una ceja alzada. Ella se encoge de hombros antes de hablarme con algo de vergüenza.
—Es que es un perro de sofás — me dice — le prometo que lo limpiaré antes de irme.
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