¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 27

Jeremías

No sé escasamente como llegamos a esto, pero definitivamente quiero explorar mucho más de este momento mientras el silencio, en esta cabina, solo hace esta situación más íntima.

Mis manos se mueven lentamente hasta la cintura de la mujer que tiene sus suaves labios sobre los míos.

Tengo que admitir que ese aroma que me ha estado volviendo loco desde que la vi caminar entre la multitud es ahora mucho más difícil de ignorar.

¿Cuándo fue la última vez que besé a una mujer?

La pregunta se mueve por mis pensamientos, de la mano de esa sensación de jamás haber disfrutado así de algo como un simple beso.

¿Me estoy volviendo loco?

Me grito mientras aferro más fuerte la cintura de Lizbeth. Mis dientes tiran ligeramente de su labio inferior mientras su lengua lucha constantemente con la mía.

El sabor dulce en sus labios también es demasiado irresistible. Mi cuerpo arde, esa parte de mí que ha estado dormida durante años despierta de una forma tan intensa que me hace ansiar más de esta mujer.

Olvido por completo cualquier cosa más allá de su piel, llevo una de mis manos a su cabello para empujarla un poco más contra mi boca.

Que no debería dejar que las cosas se complicaran entre los dos de esta manera, ya que ella no es más que alguien a quien tengo a mi lado por el bien de mis hijos.

Una mujer molesta e irritante que me ha hecho perder la paciencia demasiadas veces en este corto tiempo que llevamos juntos.

¡Besarla, sería lo último que debería estar haciendo!

Debería empujarla hacia atrás, exigirle no volver a intentar tocarme de esta manera e ir directamente a tomar una ducha fría que calme el fuego que ha comenzado a quemar en mi interior.

Pero cuando noto sus manos aferrándose con fuerza a mis antebrazos, cuando siento su respiración agitada entre los ligeros movimientos de nuestros rostros, no soy capaz de parar

Ahondo un poco más el beso, Su esencia se mezcla aún más avivando mis deseos y el pequeño jadeo que bebo directamente de sus labios solo me hace llevar las cosas un poco más allá.

La mano en su cintura se mueve más abajo, la suave silueta de sus muslos se dibuja bajo la tela de ese vestido rojo que sigue apareciendo en mi mente y cuando mis dedos rozan el borde del vestido la mujer a mi lado se tensa.

La cabina se mueve haciendo que la chica asustada a la que estoy besando se mueve más contra mí. Sus pechos golpean contra mi pecho y siento la cálida sensación de su cuerpo calentar un poco más el mío.

—¡Papá!

La parte lógica de mi cerebro, esa que está ligeramente atenuada por el deseo, reconoce esa voz.

—¡Lucia, Papá y mamá se están besando!

Abro mis ojos al instante, miro en dirección a los niños parados en el asiento al otro lado de la cabina y maldigo para mí mismo al olvidar que también estaban aquí.

La mujer que antes me besaba con pasión ahora tiene su rostro oculto contra sus propias manos.

Se aleja de mí deslizándose sobre el asiento y no sé qué decir o hacer exactamente ahora.

—¡Porque estás yendo al hospital de repente!

Cuestionó impidiéndole entrar en su auto con una de mis manos. La mujer que ni siquiera me mira a los ojos da un ligero pisotón en el pavimento.

—¡Por favor no quiero hablar ahora, solo déjame ir!

—¡No puedo hacerlo!—gruño molesto—tenemos que hablar de...

—¡No hay nada de que hablar!—grita ella antes de que termine mi frase—está a punto de tener un ataque de pánico, solo te use para detenerlo y no hay mucho más ahí, así que no tenemos que hablar de esto.

¿Me usó?

¡Porque me molesta que diga eso!

—Si no hay nada que hablar porque está huyendo.

Le cuestiono, ella me mira directamente a los ojos, sus labios hinchados están ahora ligeramente descoloridos. Su rostro rojo comienza a adquirir un poco más de ese rubor tan encantador que no debería gustarme y luego habla tratando de lucir confiada.

—No estoy huyendo, solo no quería hacerlo incómodo para ninguno de los dos—admite—además no quiero que hagas ningún comentario de sagradamente o digas algo que me haga sentir mucho más...—muerde su boca— extraña, solo lleva a los niños a casa, iré al hospital y mañana estaré en casa para el desayuno.

—Somos adultos—le digo— esto fue algo que no se pudo evitar y que no tiene importancia, así que no tienes que pasar la noche lejos de casa...

—Lo sé, sé que no tiene importancia, pero necesito...—duda—necesito estar lejos de ti y toda esta situación —murmura—, necesito procesarlo, así que cuida de los niños y mañana en el desayuno hablaremos.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una mamá psicóloga!