Lucía
Prácticamente, corro a mi casa, me dejo caer en la cama sintiendo las manos frías mientras el aire no llega a mis pulmones, conozco esta sensación porque la he sentido antes y cuando me calmo ligeramente cierro mis ojos.
La fotografía que vi entre las demás de la caja hace unos minutos fue simplemente inconfundible, sé quién la tomó, como lo hizo y porque motivo. Estuve en ese lugar, en ese momento, con quien la tomó.
¡Cómo pude tenerla mi vecino!
Peino mi cabello mientras limpio las lágrimas que han escapado de mis ojos, recuerdo de aquella tarde vuelve a mí, nítidamente, el sonido de las personas que charlaban a pasos de mí. La risa de los niños e incluso la sensación de incomodidad que recorría mi cuerpo al estar rodeado de tantas personas.
Pero también recuerdo la pequeña felicidad en mí, también el deseo de continuar sentada bajo la sombra del árbol donde dibujaba el mismo paisaje que había en esa fotografía y sonreía mientras me decía que lo mejor de ese lugar era yo, mi compañía.
Cierro los ojos cuando la amarga realidad de lo que sucedió después regresa a mí, el dolor de saber que él simplemente planeaba irse después de dormir conmigo. Me pongo en pie antes para prepararme una te dé camomila y tila. Acaricio a mi perro mientras me acurruco en el sofá del invernadero para quedarme dormida incluso antes de que me dé cuenta.
Me despierto alrededor de las diez de la mañana con el ladrido estridente de mi perro. Limpio mis ojos antes de caminar aún medio dormida hacia la puerta trasera del invernadero y mientras Welly corre hacia algún lugar yo tomo mi móvil que sigue sonando en la mesa de té junto al sofá.
Me abrazo a mí misma sintiéndome ligeramente fría por el repentino despertar. Paso una mano por mis ojos alejando completamente el sueño antes de contestarle la llamada a mi padre.
— Hola papá, ¿Qué está pasando?
— Nena, puedes venir a casa este fin de semana — me dice — vamos a tratar de reunirnos todos, quiero planear el cumpleaños de tu madre.
— Supongo que puedo ir — suspiro preparando la cafetera eléctrica — aunque no sé si mamá querrá una fiesta de cumpleaños este año.
— ¿Por qué no lo haría Lucia? — cuestiona con un tono de voz más que extraño — sabes que tu madre ama las fiestas familiares.
— Papá, las cosas no son iguales, sabes qué mamá se pone triste por…
— Tu madre no se ha puesto triste por nada Lucía y no trates de cambiar el tema, así que pretenderé que esto no sucedió — mi padre carraspea — ten buen día mi amor.
La forma dulce, pero enfadada en que termina la frase me hace sonreír un poco después de la amargura que siento. Me quedo en la cocina el tiempo en que tarda el café en estar listo y reflexiono mientras me ducho que mi vecino es un fotógrafo, es costumbre regalarse fotos entre las personas del gremio, así que no debería ser tan tonta o realmente darle importancia a esa foto cuando lo que pasó antes de verlo era mucho más importante.
Mi vecino me besó, me dejé besar y si no se hubiese apartado no lo habría detenido jamás. Suspiro antes de sentarme en la sala de estar. Miro hacia la televisión aún apagada que realmente no me apetece prender antes de resoplar desanimada.
No tengo mucho que hacer o mejor dicho, no tengo ganas de hacer absolutamente nada porque a pesar de todo lo que sucedió con mi vecino, sigo algo deprimida por el recuerdo del único hombre al que me he dado la oportunidad de querer.
— ¿Oh qué tal aquí?
Me emociono de mostrar mi vinito jardín delantero, así que ni siquiera me doy cuenta cuando tomo a mi vecino de la mano para llevarlo hasta dicho lugar. Corro hacia el pequeño puente sobre el lago para inclinarme sobre el agua, genuinamente orgullosa de lo bonito que este lugar me quedó.
— Quiero tener unos peces carpas aquí, pero no creo que Welly resista el instinto de pescarlos y…
Mi corazón se detiene cuando un clic viene directo hacia mí, me congelo durante un segundo cuando la cámara flashea mi rostro. Mi ceño se frunce antes de que camine hacia el hombre que acaba de tomarme una foto sin mi permiso.
— No lo haga otra vez — le pido — no me gusta que me tomen fotos, ¿No se lo dije ya?
— Usted es hermosa — es su respuesta — esta foto que acabo de tomar no necesita siquiera edición, realmente parece una ninfa del bosque.
No sé cómo responder a eso, siento el calor en mi rostro mientras un silencio extraño se mueve entre los dos. Trago grueso antes de que él camine hasta mí, toma una de mis manos para ayudarme a bajar del puentecillo y acaricia mi mejilla haciendo que contenga la respiración.
— Tienes un poco de tiste en su mejilla — me dice — y lamento haberle tomado una foto, pero no pude resistirme, usted es una mujer hermosa.
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