¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 3

Lucas

Salgo de la habitación donde la chica desvalida que he decidido ayudar, duerme después de unos minutos. Tomo el bol vacío que mi madre me preparó sintiéndome agradecido de poder hacer este tipo de cosas, aunque sus padres realmente me parecen crueles después de todo lo que me contó.

Camino por el pasillo hasta mi consultorio y suspiro sentándome en mi silla durante un minuto, me digo que debo hacer que mi madre deje de preguntarme todo el tiempo cuando voy a presentarle a alguien. No quiero a nadie en mi vida, no quiero atarme emocionalmente a alguien que podría dejarme solo una vez más.

Miro hacia la ventana detrás de mi escritorio en silencio, la oscuridad más allá se llena de esas sensaciones oscuras que me llenan desde que tuve aquel accidente en mi infancia. Sé que mi madre ayudó mucho a que mis ataques de pánico pasaran, probablemente sin ella no habría podido siquiera tener una vida mínimamente agradable.

Porque a pesar de todo las pesadillas siguen ahí, nunca se han ido, aunque intento mentirle mis padres para no preocuparlos. Mi madre es demasiado sensible y no necesito más preguntas o que trate de psicoanalizarme durante meses.

Resoplo cuando la puerta de la oficina se abre, mi asistente me sonríe como hace siempre que me ve e intento ignorar el hecho de que solo está intentando que surja algún interés fuera de lo profesional, pero desgraciadamente eso no va a suceder.

—¿Están todos los exámenes en orden? — pregunto — ¿Hace unos minutos dejé a la chica durmiendo en su habitación?

—La verdad no tenemos mucho que descubrir aquí — se inclina para mostrarme — ella solo necesita una buena dieta por unas semanas y un control natal regular, por suerte la encontramos.

—¿la encontraron?

—Oh, estaba en un restaurante pidiendo trabajo cuando se desmayó y el doctor Antonio la mandó a atraer — sonríe — se dio cuenta de que este era uno de los casos en los que sueles intervenir. Así que me pidió llamarlo — ella me mira con admiración—usted es un buen hombre y… Por eso yo…

—vete a casa Claudia — la corto — me quedaré un rato más antes de irme también.

La chica comprende lo que trato de hacer, siento culpa cuando sus ojos se apagan con decepción ante mi frialdad, pero se marcha cómo le pido. Sirvo un poco de agua cuando siento mi boca seca y me siento una vez más para llamar a mi hermana. Lucía tarda en contestar, pero escucho su voz feliz cuando responde con alegría.

—¡Hermanito! — ella se emociona — ¿Pensé que no llamarías hoy?

—Lu, sabes que llamo todos los fines de semana — respondo — en especial cuando voy a casa de mamá y tú llevas tiempo sin bajar de tu pequeña montaña.

—Estoy bien aquí Lucas, no comiences con lo mismo.

—Bien, bien, en realidad… — suspiro — quería pedirte algo.

—¿Algo? — ella suena incrédula — ¿Qué podría hacer yo por mi grandioso hermano mayor?

Sonrío ante esas palabras, realmente extraño a mi hermana, pero comprendo que está viviendo de la forma que prefiere. Alejo esos pensamientos de mi cabeza, me enfoco en lo que realmente importa y soy directo con mis palabras.

—Verás conocí a una chica está embarazada y no tiene donde quedarse — suspiro — pensé que quizás podría prestarle tu apartamento, no estás usándolo así que…

Regreso al pasillo sin poder estar más dentro de la oficina, tampoco quiero ir a casa porque he tenido suficientes noches de insomnio durante la semana. Saludo a las enfermeras que pasan alrededor de los pasillos. Pienso en lo que dijo Lucia sobre esta chica y quizás si me siento un poco más interesado en ella que con otros pacientes.

¿Por qué?

Porque se ve justamente como me vi yo durante años antes de que mi madre viniera, porque siento que de algún modo ella necesita más apoyo que dinero y sobre todo porque puedo ver que realmente está luchando por salir adelante. Salgo de la clínica cuando no tengo mucho más que hacer.

Subo ami auto cuando no me queda otro remedio que irme a dormir a casa y una vez en mi departamento tomo las píldoras para dormir recordándome que mañana será un día tan largo que probablemente dormiré por mi cuenta.

Justamente como predije la mañana llega repleta de problemas, el móvil no deja de sonar mientras preparo algo de comida y cuando llego al hospital tardo cinco minutos en llegar a la habitación de mi nueva paciente.

La chica se despierta justo cuando me ve, sonrío ligeramente antes de dejar el bol de comida frente a ella y puedo ver su vergüenza cuando mira el plato de comida que traje para ella.

—No digas nada — le pido — necesitas comer y yo quería… — dudo pensando en lo que rondó en mi cabeza toda la noche — quería proponerte algo que quizás sea bueno para usted.

—Realmente no tengo dinero, doctor, yo…

—No quiero dinero — le respondo — en realidad, solo necesito que me ayudes con algo que no tiene nada que ver con dinero — ella me mira asustada — no piense nada extraño antes de escucharme por favor.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una mamá psicóloga!