Lucía
Me despierto en medio de la noche con el sonido de mi móvil suena una y otra vez. Tardo unos minutos en despertarme, pero cuando lo hago la voz del otro lado de la línea me despierta por completo.
— ¿Mateo? — limpio mis ojos incrédula — ¿Realmente eres tú?
— Si Lulú soy yo.
Me pongo en pie exaltada, corro a prender la luz de la habitación, aunque ya pasan de las dos de la madrugada y simplemente me siento en la cama confundida ante la increíble sorpresa que es que mi hermano me llamé cuando hablé con él por última vez hace seis años.
— ¿Qué sucede?, ¿Por qué me llamaste?, ¿Sucedió alguna cosa?, ¿Necesitas algo?
— No ha sucedido nada Lulú — responde — es solo que… Necesito estar un tiempo en la ciudad y quiero tratar de no encontrarme con papá o…
— Por favor Mat, sabes que puedes venir a mi casa cuando quieras, pero no crees que deberías hablar al menos con mamá, ella está muy triste por estas fechas.
— Yo también lo estoy — respondo — todos lo están, pero no creo que sea una buena idea que me acerque a la casa cuando todo lo que sucedió fue mi culpa.
— Sabes que no es verdad, lo que dijo papá fue… Fue…
— Fue cierto y dejemos de hablar de esto, creo que llegaré mañana— me dice— te veo mañana Lulú.
La llamada se corta tan impresionantemente rápido como comenzó, trato de volver a la cama, pero no soy capaz de hacerlo porque mi hermano ha llamado de la nada. Mat es de hacer estas cosas después de todo lo que sucedió. Mateo ha sido un dolor de cabeza para mis padres, en especial para mi madre, que no ha dejado de sufrir porque se marchara cuando más lo necesitamos.
Camino hacia la cocina e intento preparar algo que me ayude a dormir, pero ni siquiera puedo hacer eso porque debería llamar a mis padres y no esconder a mi hermano. Cierro mis ojos ante lo complicado que es todo esto, capto la luz que viene desde la casa vecina y dudo si debería o no ir a estas horas a molestar, pero no creo que pueda dormirme en este instante.
Me envuelvo en una bata antes de caminar hacia el jardín vecino, doy dos toques en la puerta antes de que esta se abra apresuradamente y veo a mi vecino usando únicamente una camiseta y el pantalón del pijama, también lleva sus lentes de trabajo que solo lo hacen lucir más interesante.
— ¿Qué sucede?
— Yo… No quería estar sola — admito — ¿Puedo quedarme un poco?
Él me mira durante unos minutos, me deja entrar y noto la tensión en su cuerpo cuando me siento en el sofá de su casa. Él se sienta a mi lado antes de tomar mi mano, con una evidente necesidad de decirme algo.
— No tienes que decir eso si de verdad no lo sientes — me dice — voy a entender si no fue lo que esperabas, te juro que no me enfadaré.
— Fue perfecto — soy sincera a pesar de mi vergüenza — era mucho mejor de lo que esperaba y solo quiero un poco de paz para asimilarlo, pero quiero que siga sucediendo, quizás mañana…
Pensar en eso me hace recordar que mi hermano está a punto de suceder. Me pongo en pie de un salto cuando veo que son las diez de la mañana y me apresuro a vestirme mientras él hombre aun junto a la cama me observa.
— ¿Sucedió alguna cosa?
— No es nada realmente — respondo porque no quiero decirle a nadie sobre mi hermano, ya que le prometí no hacerlo — es solo que necesito terminar un cuadro y se me está acortando el tiempo — sonrío nerviosa — quiero cenar con ustedes en pascuas así que quiero deshacerme de Raquel lo antes posible.
— ¿Entonces cenaremos juntos? — él se pone en pie — eso me hace muy feliz.
— Puedo quedarme después si quieres — digo algo avergonzada — pero ahora debo irme.
Él asiente, me devuelve el beso antes de dejarme marchar y me doy cuenta de que su hija ya está despierta. La niña no presta mucho interés a que estuviera en su casa, pero sí me dice que irá más tarde a casa. Le doy una respuesta afirmativa antes de correr de regreso a mi casa para preparar todo para mi hermano.
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