Narra Demian
Estaba frente a la tumba de la que fue mi esposa. Llevaba meses sin venir, Adán y Santiago estaban a mi lado, si no hubiera sido por ellos (en la conversación que tuvimos donde le confesé mí amor por Amanda), jamás me hubiera atrevido a pedirle matrimonio, ellos siempre han estado para mí en todo momento. En esos momentos estábamos vestidos con esmoquin negros, hoy era el día de mi boda. Después de hoy Dayana ya no sería mi esposa, ahora Amanda lo sería.
Me incliné y limpié el polvo de su nombre. Reorganice los lirios que acababa de colocarle en el jarrón. Luego toqué su cara en la pequeña foto ovalada. Después di un paso atrás, puse mis manos en los bolsillos de mi traje y la observé de nuevo.
—¿Estás listo para irnos?—Preguntó Adán.
—Solo denme un minuto—les dije a los dos.
Ambos se dieron la vuelta y caminaron de regreso al auto, dejándome un rato solo, tragué el nudo que tenía formado en la garganta mientras miraba su lápida.
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