Estoy casi segura que mi cara es la peor que pude haber puesto para la situación, debo de tener cara de disgusto.
─Si no sabes que decir, tranquila, entenderé si no quieres ─cierra la pequeña caja roja que contenía un hermoso anillo.
─Rohan...
─Tamara, todo está bien, no estás segura de estar conmigo y lo entiendo ─tiene cara de perrito mojado.
─Pero...
─Creo que mejor subimos a dormir, ya es algo tarde ─me toma de la mano para ayudarme y yo la aprieto.
Él ignora mi gesto y yo empiezo a tomar las respiraciones como la doctora me indico.
─También respetaré si quieres que duerma en otra habitación, no quiero incomodarte...
─¡Maldita sea! Si quiero ser tu esposa, tu cómplice, tu compañera, tu todo… ─respiro profundamente y él voltea al ver que me cuesta caminar y mantenerme de pie─. Pero por favor, llévame al Hospital.
Por fin después de mucho tiempo logré comunicarle a Rohan que me urge llegar al hospital, no quiero que mis hijos nazcan en el jardín de la casa.
Aún no se me rompe la placenta, pero si escurren gotas de sangre lo que significa que no tardará nada en romperse.
Pero para colmo, Rohan se pone nervioso y eso solo provoca que me ponga nerviosa con él, maldita sea, esto duele exageradamente mucho.
Rohan me ayuda a entrar en la camioneta y sube en la parte de atrás conmigo mientras que el chófer conduce a una velocidad alta con rumbo al hospital.
─Muy bien Tamara, respira profundamente y tranquilízate ─lo dice tan casual, pues como él no es el embarazado.
Yo siento como el dolor aumenta cada vez más y más, provocando que mi respiración tranquila se convierta en la de un león hambriento y enojado, mis gritos no sobraban en la situación.
No se cuanto tiempo pasa, ni que estuviera loca para contar el tiempo, pero se que paso mucho, ya hasta siento un bebe afuera, puede que esté exagerando o puede que no y si tenga medio bebé de fuera.
Mejor conduzco yo, este maneja más lento que mi abuelita, malditos hombres, ¿Acaso no tienen idea de lo que estoy sufriendo?
─Rohan..... Si me muero... y mis hijos.... se vuelven hijos de la palo con tetas plásticas.... hago pacto con el diablo y te mato.
─Por favor Tamara, no digas tonterías, todo estará bien ─lo veo muy nervioso, él está sufriendo pero no tanto como yo.
─Y si mis hijos... son como tu.. me mataré yo sola.
─¡Llegamos! ─al momento de decir esto, me levanto lo más rápido que puedo y me bajo corriendo.
No, mentira, Rohan me esta cargando en brazos y esta corriendo, y yo le estoy pegando ya que lo haga más rápido, yo ya siento que los bebés me están saliendo por la garganta.
─¡Ayuda! ¡Mi esposa está en labor de parto! ─le dice a la doctora que se encargó de atenderme en este tiempo que estuve en México.
─Tranquilo señor, ella estará bien ─la doctora trata de calmar a Rohan que está gritando y moviéndose impaciente, por un lado me quiero reír, pero el dolor lo impide un poco.
Por suerte me puso en la camilla antes de caminar como loco, me imagino que si no me hubiera bajado, un bebé estaría en una esquina y el otro bebé en otra esquina de tanto que camina.
Siento como la camilla se mueve super rápido ya que los enfermeros y la doctora están corriendo, creo que Rohan también viene y yo lo agradezco.
─Muy bien Tamara, se que es el momento que estabas evitando, pero te aseguro que todo saldrá bien y tu junto a tus hijos, saldrán bien.
La doctora me da la indicación de cuándo debo pujar. Siento como mi cuerpo se debilita cada vez más y más, no creo poder soportar mucho así.
El dolor que siento es tan insoportable que no sabría como explicarlo, pero entonces la placenta revienta dándome un poco de alivio, el cual no dura mucho ya que empiezo a sentir como el primer bebé está saliendo.
La cabeza es la que empieza a salir y yo siento que me voy a morir, no puedo creer que digan que no es tan doloroso, yo siento como si me estuviera muriendo.
La doctora me alienta, Rohan me apoya y yo pujo como si fuera lo último que estuviera haciendo en mi vida.
─Rohan.... Ya no puedo más… ─lloro como si mi vida dependiera de ello, realmente esto es horrible.
─Yo confió en ti mi amor, solo aguanta un poco más y podremos estar con nuestros bebés, eres una grandiosa madre, lo estas demostrando, solo espera un poco más amor ─sus palabras me motivan a seguir. Todo sea por nosotros.
Pujo con más fuerzas y aunque me siento muy débil, no paro, no voy a parar, esto es para que mis hijos nazcan.
Siento como después de tanto pujar algo sale disparado y yo siento un alivio, después escucho como un bebé llora y en ese momento me siento feliz, muy feliz.
Lloro con una sonrisa, después de todo mi primer bebé ya nació, creo que ahora entiendo que no hay mejor cosa que escuchar a tu bebé llorar.
Me siento muy débil, no creo poder seguir pero se que tengo que seguir, aún falta un bebé, aunque bien me podrían hacer una cesárea.
─Yo ya hice la mitad del trabajo... me retiro a hacer la dormición mientras sacan al bebé que falta ─digo algo débil y cierro los ojos.
─No puedes hacer eso ─me reprenden la doctora y mi esposo a la vez, y yo ya muy débil les hago una seña para continuar.
Y pasa lo mismo, grito, lloro, pujo, digo que no puedo, me animan a continuar, le pego a Rohan, le doy una patada a la doctora y después de 30 minutos, mi segundo bebé nace.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Prisionera De Un Magnate
Me gustó mucho la historia, un poco diferente a las demás. Pero me hubiera gustado poder leer un poquito más, darle unas letras a la felicidad de descubrir que ya recuerda...