Siento como alguien está tocando mi cabello, se siente muy rico cuando te hacen piojito pero ahora que lo pienso nadie me hace piojito, bueno mi papá lo hacía hace años; a no ser que él esté vivo y todo lo que viví en los últimos años sea sólo un sueño, no, mi papá sigue muerto y yo sigo en la casa de un guapo millonario y hay un intruso en mi cuarto, sí, eso suena más lógico.
Abrí los ojos para encontrar a Agustín con una sonrisa de portada, mientras él protagonizaba una escena en cámara lenta de su perfecta cara yo lo veía como si fuera un bicho raro.
─¿Qué haces en mi habitación? ¿Y por qué mierda invaden mi espacio personal?
─Tranquila, me mandaron a despertarte ya que tienes colegio en una hora, además, traje tu uniforme ─me señaló un uniforme que se veía bonito, pero si me quería salir del convento era por el uniforme más grande que un vestido de novia con cola. Pero creo que algo podré hacer.
─Ya que no tengo otra opción estaré lista en un rato ahora si no te importa sal de mi cuarto ─se levanta un poco indignado y se dirige a la puerta.
─Sólo me voy porque quiero y no porque tu me corres a patadas ─me río por su tono de voz, me acerco a él y le doy un abrazo y le agradezco por traer el uniforme.
Supongo que piensan que estoy loca por estar viviendo con un par de extraños que dicen haberme comprado, pero preferible estar aquí a tener que soportar los reclamos de mi superior.
Y si, también pude irme con Ariana pero no me pude escapar ayer de ese hombre.
Una vez que Agustín se fue, me dirijo al baño para darme una ducha rápida ya que necesito arreglar mi uniforme. Una vez ya bañada me pongo ropa interior y empiezo a buscar tijeras pero no encuentro nada, salgo en busca de una mujer que se encargue de la casa y para mi suerte encuentro a una.
─Hola, me podrías ayudar con algunas cosas, por favor ─la muchacha sólo me sonrió y dijo que sí, así que le digo todo lo que ocupó y ella se va corriendo, me cae bien, se ve de veinte años por lo tanto me llevaré bien con ella.
Cuando la muchacha llega con todo empiezo a recortar el uniforme que consistía en un vestido de cuadros escolar rojo con negro y una camisa blanca, eso era super aburrido así que corte la parte baja de la camisa y la empecé a coser la parte baja del vestido que ya estaba super corto y la otra parte de la camisa no se notaría ya que estaría fajada. Cuando terminó el uniforme me lo pongo y le agrego algunos detalles, mi maquillaje igual que siempre es natural y el pelo lo dejo suelto.
─Muchas gracias por ayudarme con el uniforme, por cierto soy Tamara.
─Mucho gusto señorita Tamara, me llamo rosa, se ve muy bonita sólo espero que no tenga problemas en su colegio, escuché que son algo estrictos.
─No había pensado en eso, pero no me preocupa eso, no sería la primera vez que me expulsan después de todo.
Salimos de la habitación y mientras ella se va a un cuarto yo me dirijo a la parte de abajo donde supongo que me espera Rohan y no me equivoco, él está ahí parado en la puerta con una mochila negra, ni me acordaba de la mochila.
Empecé a bajar las escaleras llamando la atención de Rohan y cuando me vio no sé qué fue lo que pasó por su mente pero siento que se molestó conmigo y supongo que es porque modifique un poco el uniforme.
─Ya estoy lista, espero que esa escuela me guste ─tomó la mochila para después salir al gran jardín y veo el auto ya estacionado así que me subo en la parte del conductor y espero a que Rohan le dé la gana salir y cuando por fin sale abre la puerta de donde me encuentro.
─¿Piensas que te dejaré manejar?
─No lo pienso porque sé que yo manejare.
─Pues deberías volver a pensarlo porque no manejaras, para empezar no sabes a dónde vamos.
─Claro que se, en tan obvio que vamos a la escuela.
─Por favor cámbiate de lugar ─se que no tengo otra opción así que me brinco del otro lado gateando, pero no fue la mejor idea ya que mi uniforme era muy corto y ahora le había dado una gran vista de mi trasero.
Él no dijo nada, sólo entró y arrancó el auto y en el camino nadie dijo nada. El silencio es una de las cosas que más odio porque siento que me volveré loca, no es normal que a las personas no les guste el ruido si es algo genial y más el hablar y compartir todo con los demás. Pero supongo que no quiere hablar así que respetaré su espacio y hablaré yo con mi mente, si porque no.
Me empiezo a reír como una loca al recordar la vez que encendí mi suéter en el laboratorio cuando estaba en química, esa vez ocasione un gran desastre pero no fue todo mi culpa, si la maestra hubiera aclarado que si mezclaba el agua azul con el rojo y lo ponía cerca del fuego ocasionaria una explosión de fuego.
Pero valió la pena ya que la cara de la maestra al verme tratando de apagar el fuego con mi suéter ya quemado fue grandiosa, era una mezcla de todos los sentimientos y lo mejor es que me expulsó de su clase por un mes.
─¿De qué te ríes? ─me pregunta Rohan algo sacado de onda por mis carcajadas que no paraban sino al contrario, yo me reía más.
─De un recuerdo que tuve ─le logró decir un poco más calmada, pero aún tenía mi sonrisa ante ese recuerdo.
─Pues ya deja de reírte, acabamos de llegar ─dice con voz seria, típica de él.
─Tu si que matas la alegría de las personas ─me bajo del auto un poco molesta porque yo no quiero asistir a la escuela todavía, yo me hubiera esperado al menos una semana para después buscar una escuela.
Cuando nos acercamos a la puerta esta se abre como en las películas de terror donde las puertas se abren solas pero cuando entro veo que una persona la abrió, ya me había dado miedo.
Los pasillos eran grandes y hasta podría decir que bonitos, de hecho toda la escuela se veía muy bonita, claramente no encajaría aquí, tendré muchos problemas.
─Si te llaman de la dirección porque golpee a una niña fresa no será mi culpa ─le advierto mientras caminamos a no se donde.
─¿Entonces de quién? ─literalmente lo dijo como si me estuviera ignorando, realmente no le importa lo que hago.
─De sus padres por darle esa voz de pito de calabaza ─veo como una sonrisa aparece en él, no lo había visto sonreír y estoy segura de que no lo hace porque todas se quedarían como estúpidas babeando por él.
Rohan se detiene en una puerta y toca para después escuchar la voz de una mujer que lo deja pasar, me dice que lo espere aquí pero como yo me mandó sola doy vueltas por los pasillos.
Mientras pasaba por los pasillos veo como un grupo de chicas pasa corriendo y una se cae, no me pude resistir y me empecé a reír, lo sé, un poco cruel e infantil pero quién la manda a caerse así.
Mi carcajada llegó a sus oídos ya que se levanta y se dirige hacia mi y por su cara de perro rabioso se que está enojada.
─¿Qué te causa tanta risa maldita estúpida?
─¿Y todavía lo preguntas? Si la estúpida soy yo ¿Tú que eres? Porque nadie se cae como tú lo hiciste, parecía como si un elefante estuviera corriendo junto con las avestruces de sus amigas.
Por lo visto esta chica no soporta la verdad, yo se que soy estúpida así que no entiendo por que ella no acepta que parece un elefante.
Me da una bofetada y claramente yo no me iba a quedar aquí viendo como me golpeaba, una vez que se dio la vuelta para irse yo le tomó el pelo y lo jalo con fuerza provocando que caiga al piso, aprovechó y me subo encima de ella para darle una bofetada.
─Al parecer la elefante no sabe pelear, sería una lástima que tampoco sepa respirar con un café en su cara ─tomó el café de Rohan que me había dado antes de entrar a la oficina y se lo vierto en toda su cara y pelo perfectamente arreglado. Me levanto de ella y empiezo a caminar otra vez, la verdad es que ya me aburrió ese elefante, no serviría para el circo.
─No puedo creer que este Instituto permita que una callejera entre, tus padres son los peores al no saber como educarte, seguro que ellos son unos muertos de hambre y tú los despreciaste para después conseguirte a un hombre rico, estoy segura que si tu eres así de zorra tu madre es peor.
¡Maldita malparida hija de su madre!
Me lanzo sobre ella, una cosa es insultarme a mi pero otra cosa es insultar a mis padres.
Busco un lugar libre pero no lo hay sólo están dos lugares, uno con puros hombres y otro con puras mujeres, el problema es que los hombres se ven hambrientos de pechos y en las mujeres está la elefante.
─Supongo que los baños no estarán tan sucios ─dije como si esta fuera la típica película de adolescentes.
─Yo también pensaba en ir a los baños el primer día aquí, pero por suerte encontré una mesa donde nadie iría, ¿Quieres venir conmigo a mi mesa? ─era un chico que la verdad estaba muy guapo, es más alto que yo y se veía que hacía ejercicio, la verdad está muy guapo, pero algo me decía que era gay.
─Claro que quiero ir a tu mesa, estoy segura que tu me violarías sólo y en cambio ellos lo harían todos juntos ─se ríe ante mi comentario, y nos encaminamos a una mesa que está escondida, bueno no escondida, pero si está apartada de las demás, una vez sentados empezamos a comer.
─Por cierto, soy Christopher Jones.
─Por lo visto tenemos a un gringo por aquí, yo soy Tamara Guerrero, pero sólo dime Tamara, ¿Te imaginas que me dijeran por mis apellidos? Que horror.
─Los maestros te llamarán por tus apellidos, y más el lagarto de historia ─me río de que él también le ponga apodos a las personas, estoy segura de que este chico me caerá super bien.
─Es bueno saber que no soy la única en poner apodos, bueno y cuéntame que haces en México teniendo a tremendos hombres en Estados Unidos.
─Pues mi madre es mexicana y queríamos cambiar de vidas, aparte los hombres de allá son un poco fríos y creídos, aquí lo son pero no tanto.
─O sea que si te gustan los hombre ─veo como se pone rojo y realmente se ve muy tierno, le sonrió dándole a entender que no importa si es o no
─Eres buena descubriendo a las personas, pero tampoco es algo que la escuela no sepa.
─ ¿Y ya tienes novio?
─No, aún no, pero hay alguien que me gusta y con quien he tenido contacto pero él no quiere que nadie sepa ─su mirada en vez de mostrar felicidad al hablar de el famoso chico, muestra tristeza.
─Eso es algo muy estúpido, espero que se de cuenta que le gustan las bananas y no las donas ─se empieza a reír llamando la atención de algunas personas que lograban vernos.
─Estoy seguro que ya lo sabe, sólo no quiere que los demás lo sepan ─noto aún más la tristeza en su mirada, supongo que no es nada fácil saber que tu pareja no te acepta frente a todos.
─¿Quiéres un poco de mi chocolate? Dicen que la comida chatarra te alegra el día, aunque yo no la necesito ya que siempre mis días son geniales, pero aun así la comida es muy rica.
─Gracias pero yo no como comida chatarra.
─Nadie se niega a la comida chatarra y tu no serás la excepción ─tomó un puño de papás y las meto a su boca, veo que pone una cara de disgusto y me río entonces él me ambienta un poco de su comida, yo no me quedo con las manos cruzada y le aviento un pastelito que cae en su cachete ocasionando que ría más fuerte.
─Eso es trampa, sólo yo puedo lanzarte comida.
─Y hasta crees que me dejaría de alguien ─tomó una servilleta y limpio su cara ya que se llenó de crema batida. Cuando terminó me dio mi botella de agua y tomó la suya.
─Por una gran amistad ─sonrió por su brindis y chocó mi agua con la suya.
─Por una gran amistad.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Prisionera De Un Magnate
Me gustó mucho la historia, un poco diferente a las demás. Pero me hubiera gustado poder leer un poquito más, darle unas letras a la felicidad de descubrir que ya recuerda...