Doy el paso y voy hacia ella despacio, me mira con tristeza, creo que en el fondo se imagina que la conversación no será agradable, tiene los ojos brillosos, diría que está a punto de llorar, me duele verla así, porque tiene que ser todo tan injusto, porque me tuve que enamorar de ella.
-Hola- dice bajito.
-Hola- le contesto, tengo un nudo en la garganta y me cuesta hablar.
Voy hacia un banco y ella me sigue, los dos nos sentamos, miro alrededor y todo está desierto, debe ser porque es por la mañana y los niños deben estar en el colegio.
No sé cómo empezar la conversación, tenía todo tan claro cuando salí de casa pero al verla todo se me ha olvidado.
-vas a decirme que ocurre- habla ella interrumpiendo mis pensamientos.
-lo siento, estaba pensando en cómo decirte esto sin lastimarte- le digo, ella parpadea y una lágrima se le escapa.
-Gabriela… no podemos estar juntos, lo siento mucho, siento haber aparecido de nuevo en tu vida- ella suspira, mi corazón se rompe al verla así.
- ¿por qué? - pregunta con un hilo de voz.
-debo prepararme para ser un buen líder, eso es lo que quiere mi padre y eso haré… por eso no podemos estar juntos- noto cada vez más ese nudo que no me deja hablar bien.
-eso no tiene sentido… que importa si quieres ser un líder… yo puedo estar a tu lado- dice ella con esperanza.
-no puede ser…tú y yo somos enemigos por naturaleza…y…tengo que concentrarme en eso para saber gobernar- como siga haciendo preguntas creo que voy a desmoronarme.
-tu padre te ha prohibido estar conmigo ¿no es así?- pregunta.
-eso no tiene nada que ver… solo quería que lo supieras, ahora…me marcho- tengo que ser frío con ella o todo se estropeará, las ganas de abrazarla me ganan pero tengo que aguantar.
-¿eso es todo?, ¿vas a dejar que rompa con nuestra relación?- no sé que contestar a eso, porque siento que ella tiene razón.
-adiós Gabriela- le digo y me levanto, ella empieza a llorar y me muerdo el labio para no darme la vuelta y decirle que me duele verla así.
Voy hacia el coche y la sigo oyendo llorar, porque tiene que ser ella un lobo y yo un hibrido, siento que lo nuestro fue un amor prohibido desde el principio, nunca me imaginé que podía salir mal pero mi padre tiene razón ella elegirá a su manada y yo tengo que hacer lo mismo con mi gente, aunque tenga que perderla a ella.
Mientras llego a mi casa imágenes de nosotros inundan mi mente, a veces mi cerebro le gusta torturarme, pongo música para dejar de pensar en ella pero no funciona, llego a mi casa y me encierro en mi habitación, no quiero pensar en nada, voy hacia el baño y decido darme una ducha, al final la tristeza y el dolor me vencen y me dejo abrazar por ellos, hundiéndome en la tristeza.
Luego de estar una hora llorando como un niño al que quitan un juguete salgo de la ducha y me pongo algo cómodo, oigo hablar a mi madre con alguien en el pasillo, abro la puerta y ahí está mi tía.
-Hola tía- ella me mira con sorpresa.
-sobrino, ¿Dónde estabas?- pregunta.
-acabo de llegar- le digo, ella me mira y frunce su ceño.
-¿has estado llorando?- mierda me descubrió, debo tener los ojos hinchados.
-no, como crees- le digo riéndome.
-Jhon, hemos estado buscándote, queremos hablar contigo- dice mi madre.
-mamá, sabes que estoy ocupado- le digo, no quiero que me hablen de Gabriela, seguro que mi tía está aquí por eso.
-hijo, solo será un momento- ruedo los ojos y asiento con la cabeza.
-pasen a mi cuarto- les digo apartándome.
Las dos se sientan sobre la cama deshecha, me miran y se miran la una a la otra.
-sobrino, quiero hacerte una pregunta- dice mi tía.
-¿qué está pasando con Gabriela?- sabía que iban a tocar ese tema, no debí hacerlas pasar.
-hemos roto… ya no siento lo mismo por ella…solo…fue un capricho- le digo aunque en el fondo sé que es mentira.
-no te creo, dime la verdad- amenaza mi tía.
-esa es la verdad… ¿Solo queríais hablar de Gabriela?- les pregunto.
-queríamos saber que está pasando entre ustedes dos, Gabriela está muy mal y no creo que tú estés bien que digamos- odio que se dé cuenta de todo.
-pues lo estoy… así que por favor váyanse las dos, estoy ocupado- intento no sonar grosero pero creo que lo he sido por la mirada de ambas.
-Hijo…no te reconozco- dice mi madre levantándose, me duele oír eso de ella.
Las dos salen del cuarto cerrando la puerta, otra vez esas ganas de llorar vienen a mi, me hace cuestionarme si de verdad vale la pena hacer lo que estoy haciendo para ser un buen líder, si de verdad vale la pena lastimar a las personas que amor.
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Lo que acabo de ver no era mi hijo, él nunca ha sido así, nunca me ha hablado de esa manera, es un amor de hombre y no sé porque está actuando así, porque no me quiere decir la verdad, yo sé que está sufriendo por ella pero prefiere mentirnos a su tía y a mi, debo hablar con mi marido aunque estemos disgustados, necesito averiguar si el tiene que ver algo con el comportamiento de Jhon.
-Rose…averiguaré que está pasando, voy a hablar con Damián- ella asiente, está en schock igual que yo.
-vale… si averiguas algo por favor llámame-
Ella se va y voy hacia el despacho dónde seguramente estará Damián, toco la puerta y la abro, me sorprende al no verlo ahí, salgo del despacho y voy hacia la cocina a buscar a Lucio, él debe saber dónde está.
-Lucio, ¿Dónde está mi marido?- le pregunto, está hablando con la nueva cocinera, si Mery me encargue de despedirla, coqueteaba con Damián y ahora tenemos a una mujer mayor y cocina como los dioses.
-salió esta mañana temprano, debe estar por llegar- me dice.
-vale, gracias- le digo y salgo de la cocina.
Cuanto más necesito hablar con él no está, me desespera esta situación, odio estar enfadada con la gente y si es mi marido más todavía, me alegra que haya hecho las paces con su hermana y que por fin haya entendido y aprobado la relación con Carlos.
Me entristece que conmigo no tenga esos mismos pensamientos, le puede su orgullo y creo que herí sus sentimientos.
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