Secretos - La historia de una acompañante romance Capítulo 166

— ¿Estás nervioso? — le pregunté.

— Es que es mi primera vez.

— Que lindo, no me digas que yo te robaré la inocencia, en ese caso te voy a enseñar lo que es sentir placer y complacer a una mujer.

Lo pare frente a la cama, le empecé a quitar los pantalones, pero aún le dejé el boxer.

— Dime ¿Tienes novia?

— No, hay alguien que me gusta, pero no sé lo he dicho.

— Bueno te diré algo, si siempre estás con la timidez de ahorita, se te irán las oportunidades, sino te hubiera dado el empujó de ahorita, te hubieras perdido bastante, además si tú jefe te pregunta, estuviste en la habitación todo esté tiempo, ayudando a los huéspedes, yo trabajé en un hotel al igual que tú y se cómo se ponen los jefes.

Le empecé a bajar el boxer, la sentía grande, pero no tan dura como tiene que estár.

— Esto puede hacer feliz a cualquier mujer, si tu chica se queja de tu tamaño, déjala y busca a otra, verás como se dará cuenta de lo que ha perdido.

Le empecé a dar una mamada, ya estaba terminando de crecer, no me cabía todo en la boca asi que empezaba a chupar en los costados, a su vez le acariciaba los huevos.

— No te límites en guardar tus gemidos, no nos dirán nada.

Lo estaba poniendo como loco y sin que me avisará se corrió en mi boca.

— Me gusta tu leche, pero no ha todas las chicas les gusta, tienes que avisar antes de correrte, se que ustedes pueden sentirlo.

— Lo intentaré, es solo que sentí tan rico.

— ¿Te masturbas?

— No se que eso.

— Tampoco miras porno.

— No.

Me he encontrado a un chavalo bastante inocente, queda despertar su curiosidad.

— Bueno después que terminemos quiero que empieces a ver porno, masturbarte es auto complacerte, agarras tu mano y empiezas a hacer este movimiento — le enseño como masturbarse — puedes hacerlo lento o puedes hacerlo rápido, según tú lo desees.

Me pare y empecé a quitarme la blusa, lo hice lentamente, para que el no pierda ningún detalle, luego me di vuelta y me quite el sostén, así el vería como tiene que hacerlo, me puse nuevamente de frente a el y lo deje caer lentamente.

— ¿Te gustan? — pregunté.

— Son muy bonitas.

— Si las tocas no te pasará nada.

El no entendió mi mensaje así que tomé sus manos y las puse en mis pechos.

— Tienes que ser cariñoso con ellos al inicio, ya cuando la mujer está excitada puedes ser un poco más brusco, pero no tanto, también puedes chuparlos.

Ahí si no lo pensó tanto y los puso en su boca, me dió cosquillas al comienzo, peor no quería asustarlo, mientras el estaba entretenido ahí, desabroché mi pantalón y lo deje caer.

— ¿Nunca habías visto a una mujer desnuda?

— Solo una vez ví a mamá, pero hace mucho.

— Bueno, sientate y ya verás a una.

Me empecé a bajar el calzon, pero antes de dejar al descubierto mi coño, me di vuelta, así cuando lo termine de bajar el podía apreciar mis nalgas y a la vez mis orificios, solo gire la cabeza y el se puso a reír, pero luego puso sus manos en mi entrepierna.

— Puedes tocar sin miedo.

— Me gusta tu cuerpo, mira como me tienes.

— Pues tienes dos opciones, meter esa cosa en mi boca o en mi coño, tu escoges.

El se posicionó detrás de mi y sentí la punta de su verga pasando por mis partes, con una mano le ayude a encontrar la entrada.

— No estoy usando preservativo, tampoco tengo.

— Tranquilo, eso házlo con una chiquilla, pero yo me protejo de otra manera, por esta vez lo haremos al natural.

Comenzó a meterla, escuché como suspiraba.

— ¿Te gusta?

— Se siente, apretadito, húmedo y caliente.

— Asi tú me has puesto, comienza con movimiento suaves, luego cuando ya tengas el ritmo lo puedes ir acelerando.

El trataba de moverse, pero le costaba, así que me fui a la cama y me puse en cuatro, ahora sí pudo moverse mejor, pero los movimientos eran rápidos.

— Muevete perra — fueron las palabras de él.

— Dale papi, dale a esta perra que se ha portado mal contigo, dale más fuerte.

Empezó a darme más fuerte, parecía que me iba a partir en dos, me estaba haciendo gozar, sabía que la señorita Lucy nos estaría escuchando, me sorprende que no se haya sumado.

— Me vengó — lo dijo justo cuando empecé. a sentir chorros de semen llenando mi interior.

— Eso estuvo fabuloso.

— Yo aún no terminó ni una.

— Lo siento, pero debo de regresar a trabajar, puedo pasar después si tú quieres.

— No, solo vete, toma le di $50.

El se terminó de vestir y se fué, pero la señorita Lucy no estaba, yo me puse a cenar, aunque mi cuerpo se había quedado con bastante ganas, a los 20 minutos llega la señorita Lucy con la bebé.

— Y bien ¿Cómo estuvo?

— Le quite la inocencia.

— En serio, wow, bastante simpático el muchacho.

— Tiene buen dote, pero al final yo me quedé con ganas, por que se tubo que ir, lo hice correrse dos veces.

— Le hubieras dicho que pasará al final de su turno.

— No quería que pensará, tenía un culo a cada momento, ya por lo menos cuando le llegue con alguna chica de su edad, sabrá que hacer.

— Bueno eso sí, en ocasiones se creen las dueñas de uno.

— ¿Dónde andaba?

Paseando, conociendo un poco, no quería quedarme a escuchar como te revolcabas con ese tipo y yo sola me quedaría con las ganas, yo sé quién se puso celosa, pero l a entiendo, cada vez que una de ustedes tenía relaciones en algún sitio de la casa, yo me calentaba y quedaba con ganas, además creo que estando la niña, no podremos hacer un trío, al menos que la cuide alguien más.

Para que dije eso, la señorita Lucy se puso sería conmigo.

— A mi niña nadie más la cuida, solo tu y yo,

— Perdón señorita Lucy.

— Tranquila, además no siempre debes de pensar en mi, quería decirte que he conseguido la recomendación de una ginecóloga, para que te retires el implante si lo deseas.

Se que tener un bebé es mucha responsabilidad, pero si no es ahorita, pronto seré más vieja, así que si, buscaré quedar embarazada.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Secretos - La historia de una acompañante