Secretos - La historia de una acompañante romance Capítulo 23

Llegó el día que tenía mi siguiente cita, yo me prepare y todo, a pesar que ya era mi cuarto cliente me sentía un poco nerviosa, no había mucha información de él, era cliente nuevo y no tenía ningún fetiche o nota.

A las 6 de la tarde me llega un mensaje.

"Habitacion 12 en 30 minutos"

Tal como me había dicho azucena, ese cliente se quedaría en el hotel.

A los 30 minutos estuve en la habitación 12, toque la puerta.

—Pase.

Había un joven talvez unos 28 años sentado en la cama. Yo me acercó caminando un poco sensual según yo, pero antes que yo lograse decir algo, el dijo algo.

—No puedo, no puedo.

— ¿Que no puedes?

—Soy Gay, perdí una apuesta con un amigo heterosexual el es quien está pagando todo esto.

— ¿Por qué no solo fingimos? o también podemos jugar las dos.

— ¿Cómo así?

—De su cartera saca su consolador.

—Si gustas podemos jugar ambas con esto.

—En serio harías eso por mí.

—Con tal que no pierdas tu apuesta, eso sí, tenemos que fingir bien por qué aquí hay cámaras, eso implica que tendré que hacerte sexo oral.

—Esta bien, eres muy buena conmigo y lo que menos quiero es perjudicar tu empleó.

Realice un baile sensual para empezar a quitarme el vestido que llevaba, luego me acerque a el, le quite su playera y lo empuje a la cama, sin dejarlo de ver fui bajando hasta su pantalón y lo fui retirando poco a poco, lo deje en boxer y me descepciono ver que su pene no mostraba signo de vida, sabía que era gay, pero pensé que talvez provocando un poco habría reacción.

Le termine de quitar el boxer, agarré mi consolador, le aplique lubricante y se lo puse en la entrada de su ano, ni juguete era pequeño, pero daba placer, adicional tenía un control remoto, no tardó mucho cuando su pene empezó a reaccionar, aproveché ese momento para empezar a darle una mamada, sabía que no podía dilatar mucho sino el se arrepentiría, me terminé de quitar la ropa, me estaba sentando sobre el hasta que me interrumpió.

—Oye ¿Que haces? no fue parte del trato.

—Tu tranquila y relájate — lo dije mientras aumentaba la velocidad del consolador — no la voy a meter, pero nadie se creerá que con una mamada será suficiente, de vez en cuando deberás agarrarme los pechos.

El se tranquilizó, me acomodé su pene sobre mis labios y empecé a moverme, el estaba disfrutando el consolador en su culo y decidí ponerlo a máxima velocidad, empezó a gemir cómo loco y yo me movía más rápido, me acosté sobre el para hacer más presión sobre mi clítoris, pero no sé cómo de un momento a otro su pene se movió de dónde estaba y busco mi entrada, yo apenas lo sentí trate de sacarlo.

—Dejalo — me dijo.

—Disculpa no fue mi intención.

—No te estoy reprochando eso, pero sigo perdiendo contra mi amigo, el sabía que no me resistiría a sus encantos, así que haz lo que tengas que hacer.

—Debo de ponerte un preservativo si.

—Ok.

Lo saqué, agarre el condón que estaba sobre la mesita y se lo puse, luego la metí de nuevo en mí, empecé a moverme lento, pero este vino me agarró las nalgas, se acomodó y empezó con un ritmo tremendo, no se de dónde saco semejante velocidad, pero me estaba matando hasta que en eso siento que el está terminando.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Secretos - La historia de una acompañante