Secretos - La historia de una acompañante romance Capítulo 38

Llegamos a la habitación.

—Puedes aguantar un momento, ya regreso necesito hacer algo.

—No tengo problema.

Dejé la habitación y fui en búsqueda de Azucena.

—Oye que pasa, por qué me tratas con indiferencia.

—Apenas te vuelves select y con más libertad, te acuestas con cualquiera.

—No es tu problema con quién yo me acueste, al final he ha hecho bastante por mi y tengo que ser generosa.

—Quien sabe con qué mentiras te trajo hasta acá, pero ve tranquila, pagale el favor que según tu el ha hecho y cuando decidas conocer la verdad, vienes y me buscás.

— ¿La verdad? ¿A qué te refieres?

—Yo no te diré nada más hasta que cumplas tu compromiso.

—Tu con tus misterios, ya me voy, si continúo aquí estoy seguro que me dañaras la cita.

Regrese a la habitación.

—Disculpa, solo he ido a saludar.

— ¿Ya habías estado aquí?

—La corporación me tuvo un tiempo aquí, por eso conozco a la administradora.

—Si te sientes incomoda por ella, podemos buscar otro hotel.

—No es necesario, pero tengo una duda de esta habitación.

— ¿Cuál?

—Sospecho que tiene cámaras.

Ambos empezamos a buscar y efectivamente, había una cámara bastante pequeña, le di la vuelta y ahora sí a la que venía.

—Disculpa por todas las tardanzas, pero ahora sí nada nos interrumpirá.

—Descuida, cada minuto contigo vale la pena.

Nos empezamos a besar, besa muy bien y luego sus manos empezaron a perderse en el interior de mi blusa, lo hacía con timidez pero dejé que el llevará su ritmo, en cambio yo comencé a desabrochar su camisa, pero para mí sorpresa usaba una camiseta en su interior.

— ¿Te gusta lo que tocas?

—Fueran mejor si no hubiera nada los ocultase.

Sin pensarlo me quite la blusa y luego el brazzier.

—Asi está mejor.

—Me estás volviendo loco.

—Pues ven que son tuyos.

El se me pega como si fuera un imán y comienza a chuparme los pezones, a pesar que es agradable sentir su boca, parecía desesperado.

—Oye Tranquilo, no me iré, tomate tu tiempo, no tanto si.

—Lo siento, pero son bastante grandes y pierdo el control.

—Solo disfruta este momento, aquí estoy para ti.

El volvió a pegarse a mi, pero ya en esta ocasión lo hacía con más calma, se sentía más agradable y me estaba excitando más.

— Te gustan papi, te gusta comerle los pechos a esta mujer

—Me encanta.

Sus manos comenzaron a descender, se escondieron debajo de mi pantalón y fue directo a mi coño, yo ya me encontraba húmeda.

—Ya has notado como me tienes Papi.

—Estas bien húmeda

Me terminó de desnudar y luego su boca fue directo hacia mi coño, en ocasiones sentía sus dientes.

—Papi ten cuidado con esos dientes

—Lo siento.

Volvió a comerme y está vez ya estaba introduciendo un dedo en mi.

—Hay papi, que agilidad tienes con esos dedos.

El siguió motivado y luego fueron dos dedos lo que me introdujo, pero no quería dejar que me llevará al orgasmo sin que me lo metiera, me lanzó hacia el y a como pude le quite la camiseta, luego fui directo por sus pantalones y en eso sale su pene, es raro a pesar que el estaba motivado, su pene no estaba erecto.

Justo cuando me disponía a realizar una mamada, suena su teléfono y el me detiene, no se que pudo haber Sido esa llamada.

—Sabes lo siento, todo esto fue un error, me debo de ir.

— ¿Pero que pasa? ¿Porque te vas?

El a como pudo se puso su ropa y luego salió corriendo, dejándome en la cama con ganas.

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