Evana y Marcus caminaban por los jardines, había un silencio que parecía interminable.
—¿Cómo te fue en la comida con las distinguidas damas? —preguntó irónico.
—Bueno, no tan bien, pero pude defenderme.
Marcus la miró de reojo, sonrió al escucharla.
—Eso es bueno, aquí siempre deberás defenderte, nunca sabes con que novedad saldrán estás serpientes.
Evana sonrió.
—¿Crees que tienes segura la presidencia?
Marcus se detuvo, recordó el pasado.
Hace cinco años, Álvaro terminaba la universidad y comenzó a lavar el cerebro de Andrés, hablando pestes de Marcus, fue tanto el veneno destilado que provocó enfrentamientos entre padre e hijo, aunando a que Marcus conoció un horrible secreto sobre su padre, que lo hizo odiarlo.
Álvaro desconociendo el secreto, pero sabiendo la rabia entre los dos, avivó el fuego, haciendo parecer que Marcus era un tonto en los negocios, y haciéndolo perder mucho dinero para la empresa, sin embargo, Marcus, pronto descubrió que Álvaro financió al socio contrario para que este desistiera de la gran inversión.
Sin embargo, Andrés no dudó en echar a su hijo de la empresa, y Marcus se fue al extranjero, además porque en el proceso, su antigua prometida lo dejó, al creerlo en la ruina, desde entonces, Marcus se volvió más receloso y distante.
Andrés decidió tomar un descanso y dejar la presidencia en manos del inefable Álvaro que llevó a la empresa a punto del precipicio, Marcus que estuvo al tanto, apareció en el momento justo, rescatando a la empresa Ford, pero exigiendo un alto cargo, y mayor porcentaje de acciones.
—Álvaro es hábil, Evana, es una hiedra venenosa entre mis padres, podría conseguir la presidencia usando sentimentalismos baratos, ¿Qué puede más en el corazón de un buen hombre? ¿Un nieto o un hijo?
Evana le miró con duda.
—No lo sé, pero, si tu padre es listo, no dudará en que tú eres el camino de salvación para la empresa Ford.
Sus ojos se encontraron, Marcus se dio cuenta que había caminado un par de pasos hacia ella, y que había quebrantado la distancia entre los dos.
Observó su rostro; era una mujer realmente bella, sus facciones delicadas y sus labios gruesos que lo tentaban, cuando lo pensó se sorprendió.
«¿Tentarme? ¡No! Para nada», pensó
—Señor Ford.
La voz de Pilar los hizo volver a la realidad.
—¿Sí?
—Su padre quiere verlo, y ya casi es hora de la cena de gala, si no van a arreglarse ahora, me temo que nunca estarán a tiempo —dijo Pilar.
Ambos volvieron.
—Evana ve a vestirte, pronto te alcanzaré, veré a mi padre.
Evana asintió y fue al vestidor que correspondía a Marcus.
Al girar por el pasillo vio a Nicol, ella la miró con un gesto de burla que le causó confusión.
Cuando entró a la habitación, Evana miró el vestido, sabía que Fátima les dio un vestido para lucir esa noche, miró el suyo, no era un vestido de gala, ni siquiera un bello vestido, una nota estaba ahí.
«Este es el vestido que debe portar una mujerzuela como tú»
No tenía firma, Evana lanzó un suspiro de fastidio, se estaba cansando de esas mujeres.
—¿Qué pasa? —preguntó Marcus al ver su rostro consternado.
Ella le mostró la nota y el vestido, él lo arrugó con furia, intentó ir a encararlas.
—¿Qué haces? No armes más escándalos, ¿Para qué? Ellos habrán ganado.
—¿Trajiste otro vestido?
Ella asintió.
—Úsalo.
—Pero… no es el que tu madre quiere que lleve.
—¡Aún sigues siendo mía! —él intentó besar sus labios, pero Evana se giró, sintiendo su aliento, no quería ser besada, aborrecía a ese hombre, en ese momento supo que el amor había acabado, ahora solo le quedaba el miedo y el odio.
Evana lanzó un golpe con su rodilla sobre la virilidad del hombre, Álvaro lanzó un grito de dolor, quitándose de encima de ella, y se arrodilló en el suelo, quejándose.
Se levantó e intentó ir por ella, pero Marcus entró.
Evana corrió tras él, escondiéndose como una niña pequeña.
—¿Qué demonios haces aquí? —bramó Marcus rabioso
—Vine a decirte, tío, que mi abuelo ya no quiere verte… —Alvar contuvo el dolor, mirándolos con descaro.
Marcus le miró con ojos rabiosos, entendió que era una trampa para atacar a Evana.
—Me voy, nos vemos en la cena, adiós, tía querida —dijo Álvaro con una socarrona sonrisa, Marcus lo aborreció.
El hombre salió y él tomó a Evana del brazo con fuerza.
—¿Por qué le abriste la puerta?
—Yo… ¡Creía que eras tú!
—¿Yo? ¿Qué te hizo? ¿Acaso te besó?
Ella le miró con ojos de terror, Marcus se había convertido en algo salvaje y temió.
—¡¿Responde?! ¿Lo hizo? —ella negó—. Debiste decirle que nunca más volverás a besarlo, debiste decirle que ahora… ¡Eres mía!
Los ojos de Evana se volvieron enormes, cuando sintió esos labios oprimiendo los suyos, Marcus la besaba con tal apremio que perdió la respiración, ella intentó detenerlo, solo por miedo de su actuar.
Él no se detuvo, hasta quedar saciado de su sabor, cuando por fin se detuvo miró sus ojos, notó el deseo en él mismo, imposible de contener, se sintió descolocado.
Entonces, sintió esa fuerte bofetada sobre su rostro, dejándolo perplejo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......