Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 22

Marcus observó la hora, era casi momento de terminar la jornada, era un adicto al trabajo, pero ahora, como nunca sintió ganas de volver a casa.

«Evana me espera en casa», pensó

Se levantó y guardó todas sus pertenencias.

Salió rumbo al estacionamiento, cuando vio a esa mujer ahí, la saludó con rapidez, pero ella se veía mal, la mujer se echó a llorar, se lanzó a los brazos de Marcus, como si buscara un refugio.

Fue entonces, que Álvaro pudo verlo, sonrió divertido, tomó su teléfono y capturó unas buenas fotografías,

«Evana, ya veremos cuanto te dura tu feliz cumpleaños, podríamos unirnos contra mi tío, podría perdonarte todo, si lo quitas de mi camino», pensó.

—Está muy enfermo, no sé si vaya a resistir.

—Quiero verlo.

La mujer asintió.

—Está en el hospital libanes, si usted quiere.

Él asintió.

—Iré en un par de horas —él le dio un cheque—. Para lo que haga falta, estaré pronto ahí.

Marcus subió a su auto.

Pronto llegó a casa.

Al llegar, notó un ambiente tenso, en casa, cuando preguntó a una empleada por su esposa, le dijo que estaba en el jardín.

Marcus salió hasta ahí, y escuchó unas risas, cuando miró Evana estaba con una mujer, se acercó, pero cuando ambas la miraron él reconoció a la otra chica, arrugó el ceño, confuso.

—Hola… hola, Marcus, no sé si me recuerdes, yo…

—¿Sabrina?

La chica asintió, se veía asustada, tendría al menos unos cinco años menos que Marcus Ford, él sonrió.

—Mi madre murió, y… bueno, papá quiso traerme, lo siento si estoy incomodando, no tenía a donde más ir.

Marcus sonrió.

—Lamento mucho tu perdida, bienvenida a casa, hermana.

—¡¿Hermana?! —exclamó Álvaro—. ¿Así que era verdad? El abuelo fue infiel a la abuela, y se atrevió a traer a la bastarda a casa.

Marcus tomó su cuello con rabia

—¡Cállate!

—¡Y dicen que son dignos e intachables!

Álvaro alejó la mano de Marcus y fue adentro.

—No hagas caso, Sabrina, tú eres una Ford, como nosotros.

Ella sonrió agradecida de las palabras de Marcus.

Al entrar en casa, había una guerra desatada.

Álvaro contra Andrés.

—¡Eres un hipócrita! Te das golpes de pecho, pero fuiste infiel a la abuela.

Andrés lo miraba con rabia soportando sus reclamos.

—La pobre abuela lo soportó todo, y claro, haciéndote el mártir, el mejor abuelo, padre, presidente, ¡Eres un falso!

Andrés le dio una fuerte bofetada

—¡Basta! —exclamó Fátima—. Les diré la verdad.

Los ojos de Andrés se ensancharon asustados.

—Fátima…

—Andrés y yo tuvimos una crisis, nos separamos cinco años después de que Marcus nació, él decidió seguir adelante, y yo me aferré a mi orgullo, sin embargo, luego el amor nos unió, pero él supo después que tenía una hija, la reconoció, le ayudo con dinero, pero, fui yo quien me negué a su convivencia, eso es todo, no vuelvan a juzgar a Andrés Ford, sin saber las razones. Acepto que Sabrina venga a vivir aquí, se le cuidará y tratará como una auténtica Ford, punto final.

La mujer dio la vuelta, dejándolos atónitos.

Álvaro salió enfurecido hacia el jardín, Sabrina fue adentro cuando Fátima la llamó.

Evana quedó sola, estaba por entrar, cuando Álvaro la tomó del brazo.

—¡Suéltame!

—¿Crees que Marcus te ama de verdad? Mira lo que somos los Ford, solo mentirosos y traidores, él no te ama, ni te respeta, querida, míralo por ti mismo —Álvaro le mostró aquel video, los ojos de Evana se abrieron enormes al ver a Marcus abrazado a otra mujer.

—¿Qué…?

—Te engaña, y mírate, ahora, ¡Eres tonta! A mí no me perdonaste un desliz, pero ¿A tu nuevo esposo se lo perdonarás? Podrías terminar siendo mi nueva amante, Evana, piénsalo.

Ella lo empujó al sentir su cálido aliento cerca.

—Siga al auto por favor.

Evana esperaba lo peor, ni siquiera tomó un abrigo, hacía frío en la ciudad, pero lo único que le importaba era saber si ese hombre era infiel como su sobrino, si era así, se marcharía muy lejos sin mirar atrás.

«Significaría que todos los hombres son iguales, y que no puedo esperar nada bueno de Marcus Ford», pensó

Sentía la ansiedad y angustia, hasta que parquearon en un hospital.

—¿Un hospital?

Ella pagó al taxi y bajó, caminó despacio y siguió a Marcus muy cerca, pero cuidando de no ser vista.

«Tal vez… su amante está enferma o… dio a luz…», sintió su corazón retumbar, las ganas de llorar se apretaban a su pecho.

Mientras él subió al elevador, ella fue a las escaleras de emergencia, pero no supo donde estaba, solo se quedó en un pasillo con la duda atormentando. Iba a preguntar por alguien con el apellido Ford, cuando escuchó la voz de Marcus.

Lo vio abrazado a la misma mujer de la foto. Se quedó congelada, esperando, sintió rabia, estaba celosa, no lo podía ocultar, se controlaba para no separarlos.

La mujer lloraba, luego Marcus entró a la habitación.

Evana se acercó a la mujer con lentitud.

—Hola.

—Hola —dijo la mujer limpiando sus lágrimas

—¿Era su esposo?

—¡Oh, no! Es… solo es el tío de mi sobrino.

Evana frunció el ceño.

—¿El tío de su sobrino?

—Mi sobrino está muriendo, tiene dieciocho años, pero nació con hidrocefalia, hemos luchado por él desde la muerte de sus padres, parece que el camino hoy llegó al final.

Evana se quedó perpleja.

Se asomó y vio a Marcus frente a la camilla, tomando la mano del joven, las lágrimas escurrían por su rostro, de pronto, el alzó la vista sus miradas se encontraron, salió de prisa.

Cuando estuvo frente a ella, retrocedió asustada, sintió su agarre fuerte, Evana no pudo apartar su vista de Marcus.

—¿Estás espiándome? ¿Quién te crees que eres? —exclamó severo, acercándose peligrosamente a ella, sintió su aliento que la hizo estremecer

—Tu esposa… —dijo para su sorpresa.

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