—No es mi intención dañar a Sabrina, ni tampoco ofender al apellido Ford, señora Fátima, pero…
—¡¿Qué ocurre aquí?! —exclamó Andrés, al entrar
—¡Oh, querido! Debes escuchar esta horrible infamia.
—Padre… —balbuceó Sabrina con lágrimas en los ojos.
Andrés la vio tan débil y sintió dolor por ella.
—¡Ya basta, Fátima! Doctor Grimm, ¿Qué hace aquí? ¡salgan ahora mismo! No ven que mi hija está delicada.
Fátima y Jonathan tuvieron que salir de la habitación.
Andrés acarició los cabellos de su hija.
—Padre… no quiero perder a mi bebé perdóname por dañar tu apellido, no quise…
El hombre siseó.
—Tonterías, cariño, ¿Has escuchado que un bebé siempre es una bendición? Así es, cada humano en el mundo es una bendición, nadie puede dañar a un apellido, así que olvida las tonterías de Fátima, ella es una mujer tonta y superficial, no sé como pude estar tanto con ella, debes descansar, quiero que mi primer nieto nazca sano y fuerte.
—Pero… no será tu primer nieto, Álvaro lo es…
Andrés bajó la mirada, parecía serio, luego sonrió, asintió.
—Es cierto, cariño, ahora duerme, ¿Sí? Estaré afuera, no te angusties por nada, yo te defenderé de todo.
Ella sonrió, cerró los ojos y Andrés salió de la habitación.
Andrés escuchó a Fátima y a Jonathan Grimm aún pelear
—Me pueden explicar qué diablos pasa aquí —exclamó enojado
—Pasa que este intento de hombre es el padre de tu futuro nieto, y no quiere casarse con Sabrina.
Los ojos de Andrés se ensancharon al escucharlo.
—¿Eso es cierto? —exclamó Andrés, y tomó del cuello a Jonathan—. Tú embarazaste a mi hija, y te niegas a reconocer a su bebé, eres un maldito —dijo soltándolo
—Yo…
—Mi nieto no necesita de tu apellido, cuando tiene el mío, pero eres un cobarde, ahora aléjate de mi camino, ahora desprecias a mi hija y a su bebé, pero cuando quieras ser un padre, me encargaré de que tu hijo te aborrezca.
—No… yo… ¡Yo me casaré con Sabrina, pero por favor, yo debo estar cerca de mi hijo! —exclamó
Andrés lo miró impactado, y Fátima sonrió bastante satisfecha.
Cuando Marcus lo supo estaba perplejo.
—¿Y dices que te casarás con mi hermana?
—Sí, quiero responder por mi hijo.
—Bueno, basta, lo hablaremos despues, ahora, debemos ver como evoluciona mi hija, ahora ella debe dormir, me quedaré a cuidarla, por favor, los demás descansen.
—No, yo también me quedaré, no me despegaré de ella —dijo Jonathan
«Si algo malo le pasa a mi bebé, será mi culpa, fui yo quien le pidió que no lo tuviera, es mi hijo, es verdad, solo quiero que esté bien», pensó
—Está bien, iremos a descansar, ustedes permanezcan, ahora tengo mucho trabajo, tengo una gran boda que celebrar —dijo Fátima.
Todos miraron a Fátima con desdén.
Al volver a casa, Evana se recostó en la cama con Marcus.
—¿No crees que pensar en una boda es demasiado pronto? Tal vez, no es lo que quiera Sabrina…
—Mi madre así es, debe ser por eso que solemos chocar mucho en nuestros caracteres, quiere controlarlo todo, y no soy un hombre que me deje controlar.
Evana bajó la mirada, luego él sonrió.
—Claro, hay sus excepciones.
—¿De que hablas? Jamás te controlaría.
Él sonrió.
La doctora salió minutos despues, Andrés y Jonathan esperaban, la miraron asustados.
—¡¿Cómo están mi hija y el bebé?!
—El sangrado fue controlado, creemos que el embarazo seguirá su curso con normalidad, por una semana deberá guardar un reposo total, luego, ya veremos si podrá volver a la normalidad o seguirá en reposo, es importante que esté tranquila, y le daremos medicina para su anemia, por ahora, todo indica que podrá llevar el parto a buen término.
Andrés y Jonathan se miraron felices.
Más tarde.
La jornada laboral de Marcus estaba por terminar, Pilar terminaba sus pendientes, cuando alzó la mirada, vio a esa mujer ahí, con un regalo en las manos, y esa actitud de inalcanzable, que la hacía sentir pequeña a su lado.
—Bienvenida, señora Ford.
—Gracias, ¿Y mi marido, Pilar?
—Está en la oficina.
Evana asintió.
—Por cierto, mi marido me ha dicho que eres muy eficiente, por eso, he decidido traerte un regalo.
Pilar arqueó las cejas, confusa.
—¿Un regalo para mí?
—Sí, toma, Ábrelo, quiero ver si te gusta.
Pilar abrió el regalo, y su cara fue un poema de incredulidad, era el mismo abrigo de piel que ella se midió cuando Marcus Ford le regaló uno a su esposa, en aquella tienda cara, cercana a un restaurante, donde tuvo una reunión con inversionistas.
—¡Esto es demasiado, señora! No podría…
—Claro que podrás, no me harán un desaire, ¿Verdad? Además, la gratitud y la lealtad es todo para mí, se te verá genial, no olvides cuando te lo pongas que mi marido lo compró para mí, pensando en mí, llévalo a la boda de mi querida cuñada Sabrina, cuando sea, sé que cuando lo lleves puesto, pensarás en que eres una gran persona leal para los Ford.
Evana caminó a la oficina de su esposo, Pilar se quedó con un palmo de narices, pensando que aquello no era algo habitual, parecía que había un mensaje claro de esa mujer para ella, y decía, cuidado con pensar den mi marido.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......