Evana abrió los ojos, sintió que despertaba de un sueño profundo, pero luego recordó la pesadilla, se irguió asustada.
—¡Marcus! —gritó con desespero.
EL hombre salió del cuarto de baño y corrió hacia ella.
—Calma, estoy aquí —dijo el hombre con voz dulce, acercándose a ella
Ella se abrazó a él con fuerzas, encajó sus uñas a su piel y él la detuvo.
—¡¿Qué haces?!
—No quiero estar soñando —dijo sintiendo el dolor en su piel.
ÉL acarició su rostro, la miró con ternura, odiaba verla sufrir, más por culpa de Álvaro.
—No es un sueño, mi amor, estamos vivos, está todo bien, fuimos rescatados, pero, no he podido comunicarme con nuestra familia, está bien, esperemos un poco.
Él la abrazó a su cuerpo.
—Ven, vamos a darnos un baño caliente, hace frío.
Ella asintió, solo lo siguió. Se quitó la ropa y él también, se metieron en la tina, el agua era caliente, ella se sentó.
—Me siento muy cansada.
Él la abrazo, sentándola en su regazo, la abrazó a su pecho.
—Lo sé, prometo que nunca estarás en este riesgo, otra vez, lo siento, ha sido mi culpa, Evana, subestime a Álvaro y mira como terminó.
Ella se quedó perpleja, mirándolo con ojos tan grandes.
—¡¿Qué dices?! ¿Álvaro hizo esto?
—No tengo como probarlo, Evana, pero te lo juro que fue él.
Ella se angustió, sus ojos se abrieron enormes.
En la mansión Ford.
Andrés colgó la llamada, Fátima observó su rostro angustiado, y lo miró con duda.
—¡¿Qué pasa?! —exclamó Fátima y tuvo un mal presentimiento, no pudo más.
—Fátima… debemos… ser… fuertes —su balbuceó la hizo recordar el día en que su hijo Ismael murió
—¡¿Marcus?! Dime ¿Qué pasó?
—¡Marcus ha muerto, abuela! —la voz de Álvaro le sonó como su peor pesadilla, no podría soportarlo, era su hijo amado, no podía soportar perder a otro hijo.
Los ojos de Fátima se abrieron enormes, de pronto, se desplomó en el suelo.
Por la noche.
—No podemos darlos por muerto aún, debemos esperar a que nos entreguen los restos.
—¡¿Qué restos, abuelo?! Está claro que se han hecho cenizas, debemos informar a todos, el presidente de Ford ha muerto, eso podría hacer que las acciones en la bolsa de valores se desplomen, que los socios tengan temor y los empleados y clientes, también.
—¡¿Qué demonios me importa una empresa?! No me importa nada, ni todo el dinero, mi hijo está muerto…
El señor Swift entró.
—¿Supiste algo?
—No, señor, lo localice antes del accidente, pero, no logró… no puedo encontrarlo.
Swift bajó la mirada con tristeza, cuando levantó la mirada y vio a Álvaro sintió rabia, sabía que él estaba tras todo esto.
Sabrina entró por la puerta y abrazó a su padre.
—¿Por qué dices que Evana volverá a ti? —exclamó Nicol enojada, lo miró sospechoso—. ¿Acaso tienes que ver con la muerte de Marcus y Evana?
—¡Cállate, Nicol! No te metas —exclamó enfurecido.
—Así que tienes que ver con la muerte de tu tío Marcus, lo sabía, ¡Casualmente murió y te dejó el camino libre! Ni se te ocurra traer a Evana, y menos dejarme, o diré todo lo que sé.
Álvaro la tomó del rostro con fuerzas, mientras Stella estaba impactado.
—¡Escuchen las dos, Evana volverá, ella está viva! Si se atreven a amenazarme, las dejaré sin nada.
—Hijo, ¿Qué sucede contigo? Te has vuelto un malagradecido.
—¡Ya basta, madre! —exclamó Alvaro enfurecido, soprendiendo a la mujer
Álvaro respondió la llamada.
—¿Sí?
—Le informamos que, según los resultados, las personas que viajaban en el auto, si eran Marcus Ford y su esposa Evana Ford.
—¿Qué dice? Debe ser un error, Evana Ford no puede estar muerta.
Álvaro colgó la llamada, caminó por el jardín, pensando en ella, Evana estaba muerta, eso le habían dicho, sus ojos se llenaron de lágrimas.
«No quería lastimarte, Evana, no a ti, aunque no me creas eres la única que quiero a mi lado, solo me equivoqué, nunca vi que podías ser perfecta para mí hasta que perdí», pensó
Álvaro volvió y miró al asistente personal de Marcus.
—Mi tío ya no está más señor Swift, de ahora en adelante me servirás a mí, de ahora en adelante seré el nuevo presidente de la empresa Ford, pasado mañana cita a todos los socios, quiero informarles que soy el nuevo heredero de todo el imperio Ford.
Swift le miró con rabia, luego un mensaje le legó al teléfono, escondió a como pudo la sonrisa, asintió.
—Claro que sí, señor Ford.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......