Hugh Glenn rio en su cara.
—¡No te dije que esta perra era la peor de todas, ahora lo has visto con tus propios ojos! Pero ¿Qué hiciste? ¿Me enviaste a la cárcel tantos años?
Andrés se puso frente a ese tipo.
—¡Eras un delincuente, no merecías un destino diferente!
La empleada llegó.
—¿Señor? —exclamó al escuchar los gritos.
—¡Llama a los guardias! Este delincuente se va a ir de mi casa —sentenció
—Puedo irme solo, querido, pero no olvides como está mujerzuela te engañó conmigo, y no sabes cómo lo disfrutamos.
Andrés le dio un fuerte golpe en el rostro, los guardias intervinieron.
—¡Saquen a esta basura de aquí! —exclamó con rabia.
Cuando quedaron solo, Andrés alzó la mano, estuvo a punto de golpear a Fátima, pero se detuvo.
—¡Vales tan poco, que ni un golpe mío lo vales! ¡Te vas de mi casa! No quiero volver a verte.
La mujer abrió ojos enormes, no podía creer en sus duras palabras.
—¡Andrés, por favor!
ÉL la tomó del brazo, la empujó con fuerzas
—¡Ve por tus cosas! —gritó a la empleada que asustada fue hasta ahí de inmediato—. Ayuda a la señora a empacar sus cosas, la quiero fuera en menos de media hora.
—¡No puedes hacerme esto, Andrés! ¡soy tu esposa! No una cualquiera
Andrés sonrió.
—Tú nombre es sinónimo de una mujerzuela, que miente y que es una rastrera, ¿olvidas que fingiste una violación para cubrir el hecho de que me engañaste y me hiciste criar a un hijo que no era mío? Por lo menos el pobre Ismael nunca supo lo asquerosa que eres.
Fátima alzó la mano, casi le pegaba, pero él la detuvo.
—¡No me tocas! Te quiero fuera, olvidaste que esta mansión es mía, el dinero también es mío, ¿Qué hiciste tú todo este tiempo? Nada de lo mío es tuyo, si mal no recuerdo tienes suficiente dinero que te di en nuestra separación, ahí firmamos un acuerdo, en adelante la casa, el dinero y la empresa, todo es mío, eso fue el acuerdo para volver a estar juntos, bien, eso se acabó, ¡Lárgate de mi vida para siempre!
Andrés fue hasta el despacho, mientras Fátima se echaba a llorar al verse acabada.
La mujer subió a la alcoba, corrió a la empleada apenas la vio ahí.
En lugar de empacar, Fátima se sentó en la esquina de la cama, se echó a llorar, pataleó el suelo, se sentía acabada, no estaba dispuesta a aceptarlo.
—No me iré de mi casa, no perderé todo por el maldito Hugh Glenn.
Álvaro despertó, no había podido dormir bien, se levantó y recordó lo que había hecho, se lavó el rostro, luego llamaron a la puerta.
Se dio cuenta de que su madre no estaba, mientras Nicol debía estar en la habitación dormida.
Al abrir la puerta miró a ese hombre.
—¿Usted? ¿Ahora es libre?
—Al fin pude comprar la justicia, querido nieto, ¿No me darás un abrazo?
Álvaro se quedó con sus pies aferrados al suelo.
—No, usted no es mi abuelo, mi único abuelo es Andrés Ford.
Hugh Glenn sonrió.
—Eso lo dudo, porque él no es tu abuelo, ni nunca lo seré, no eres un Ford, ahora sé que has lavado mucho dinero, la policía está tras los pasos de la empresa Ford.
Los ojos de Álvaro se volvieron enormes.
Él soltó su brazo, la miró con odio.
—Más que equivocarte, mujer, me destrozaste la vida, pude quedarme con la madre de Sabrina, nunca hubiese dejado a Marcus, y lo sabes, pude ser feliz con una mujer que sí me amaba, pero mentiste, te diré porque, ¡Eres mala, Fátima! Todo este tiempo lo he visto, eres cruel, despistada, mira como tratas a Sabrina, cuando yo traté a Ismael con amor, mira como tratas a Evana, sabiendo que ella si es una mujer decente, no como tú.
—¡Por favor, Andrés!
—Si me quedo contigo, solo tendré un final cruel, eres una víbora que mata lentamente, no lo permitiré más, ahora te vas, o te saco.
—¡Nunca me iré! No llegué hasta aquí, ¡No construí este imperio para que ahora me lo arrebates!
—¡Tú no construiste nada! Todo lo hice yo, mientras tú fingías ser la mejor esposa, sí, tal vez al principio me ayudaste, me apoyaste, pero ¿De que sirvió? En la cima quemaste todo por un momento con un miserable, ¿Y por qué? ¿Por qué? ¿Qué te faltaba?
Ella abofeteó a Andrés.
—Nunca fuiste un hombre para mí, blando, sin carácter, sin pasión, el mejor sexo de mi vida fue con Hugh Glenn, ¡Él si me hacía sentir mujer! Y tú, eras nada para mí.
Andrés sonrió con burla.
—Me alegro, me daría asco que una mujer como tú me amará, porque tú no amas nada, ni a Ismael, ni a Marcus, mi hijo se dará cuenta de lo que eres, y te quedarás sola, ahogándote con tu veneno, ¿Dónde está tu apellido mujer? Nunca volverás a usar el Ford, usa el Glenn, no quiero nada contigo, si amé una vez en la vida, solo fue a Clarissa, ella era buena, y tú, solo eres una basura humana.
Andrés tomó su brazo, la hizo caminar, pero ella se resistió.
—Esa perra debe estar en el infierno, tu hija nunca tendrá el dinero Ford, ni su bastardo, ojalá que nazca y se muera, igual que ella, igual que Clarissa.
Andrés sintió tanto odio que perdió los estribos, abofeteó su rostro con fuerzas.
Fátima lanzó un grito, se lanzó al suelo, chilló, Andrés lamentó sus actos, golpear a una mujer nunca estuvo en su vocabulario, pero esa mujer era perversa.
Fátima se levantó, tomó un candelabro de pilar antiguo bañado en oro, que compró hace años para decorar, se acercó a él, y golpeó su nuca con fuerzas.
Andrés se giró a mirar, sus ojos le miraron incrédulos, vio la sangre en sus manos, y perdió el equilibrio, cayendo por las escaleras.
Fátima se quedó sin aliento, aterrorizada, viendo la sangre en el artefacto en sus manos.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......