Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 87

La ambulancia llegó, Marcus iba siguiendo la ambulancia, subió con ella, o podría dejarla sola.

Jonathan se visitó tan rápido como pudo.

—Vamos al hospital.

Sabrina no dejó que la tocara.

—¿Me engañas con Evana?

—¡No! ¡Fui secuestrado!

—¿Secuestrado en su cama? —exclamó con dolor, él negó, acunó su rostro.

—Sé que lo que viste parece la gran realidad, y que soy el peor para ti, pero, juro por lo más sagrado que tengo ahora, que son tú y mi bebé, que no es cierto, créeme, mira me siento fatal, quizas también fui drogado, no sé qué pasa conmigo.

Sabrina lo miró con recelo.

—Vamos al hospital.

Ambos subieron a un taxi y los siguieron.

En el hospital.

Marcus observó como bajaban a Evana, escuchaba que decían que sus latidos eran muy bajos, y que ella tuvo una sobredosis de droga.

—No sabe que droga usaron en ella, hasta que hacer los análisis, pero puede morir, vamos a la sala de urgencias.

Marcus sintió un miedo indescriptible, corrió tras ellos, podría pasarle todo, perderlo todo, pero no a Evana, la sola idea de vivir sin ella era lo peor que esperaba.

Pero, cuando se acercó a la sala de emergencia, no le dejaron pasar.

—Debe esperar.

—Pero ¡Es mi esposa!

—Debe esperar, van a sanarla.

—Dígame, ¿Puede morir?

La enfermera lo miró con tristeza

—Bueno, tiene una sobredosis fuerte de una droga, si puede morir, ahora solo debe confiar en los médicos.

Marcus sintió la desesperación, cuando miró atrás, y vio a Jonathan fue contra él.

—¿Qué le hiciste a mi mujer? Seguro que seguían deseándola cuando me dijiste que te arrepentías y que amabas a mi hermana —exclamó apretando su cuello con una mano.

Sabrina rompió en llanto.

—¡No! créeme, iba manejando, unos tipos me bajaron a punto de pistola.

Marcus los liberó al escuchar sus palabras, pensó, solo venía un nombre a su mente, y era Álvaro Ford, solo él era el villano en su mente, capaz de lo peor.

Jonathan vomitó ahí, y la enfermera se acercó, Sabrina estaba angustiada, lo llevaron a urgencias, pero pronto lo trasladaron hasta la sala de emergencias

—Tuvo una sobredosis, parece más leve que la de la señora Ford, debemos esperar.

Sabrina negó, cubriendo su rostro.

Marcus la abrazó.

—Sé fuerte, esto va a pasar, juro que quien lo hizo irá preso, pagará caro.

Sabrina asintió.

—Sabemos quien fue, Álvaro, tu madre, ellos nos odian, quieren hacer lo que sea para quitarnos la fortuna Ford, ¡No me importa! Lo daría todo, Marcus, con tal de ser feliz.

Marcus miró a su hermana con dolor, odiaba verla tan triste.

Cuando por fin le dejaron ver a Evana, la encontró durmiendo, el doctor dijo que no podría recuperar el sentido hasta otro día, y permanecería por lo menos un par de días en el hospital.

—La drogaron con un fuerte sedante, pero, olvidaron colocar la cantidad correcta, si no la hubiese traído a tiempo, pudo morir.

Marcus asintió.

—Ella fue víctima, y…

—No fue abusada sexualmente, tampoco se encontró ningún rastro de que hubiese tenido relaciones sexuales en las últimas veinticuatro horas, al menos en eso, puede estar tranquilo.

Marcus asintió, respiró profundo, se acercó a ella, la doctora salió, dejándolos a solas.

Él tomó su mano, no pudo evitar sentirse tan culpable.

—Evana, casi te ofendo, casi destruyo nuestra confianza, ¡fui tan débil! ¿Qué hubiera hecho sin ti? Voy a hacer pagar a quienes hicieron esto, amor, lo juro.

—No sé, se largó hace un rato, estaba mal, ahora que la llaman loca, parecía una.

Llamaron a la puerta, Stella abrió, y empujaron la puerta, la mujer casi cae al suelo.

—¡Álvaro!

Marcus sintió pavor, se apuró a correr, pero Marcus lo lanzó, lo empujó contra la pared.

—Fuiste tú, ¡Pagarás lo que hiciste a Evana!

—¡Él no fue, Marcus! No lo hizo mi hijo, él quiso detenerlo, fue tu madre, fue la loca de Fátima.

Marcus la soltó, los miró.

—¡Imposible! ¿Por qué lo haría?

—Porque odia a Evana Ford, ella nos contó que haría, me negué, mira su cuenta bancaria.

Marcus negó.

—¿Dónde está?

—No lo sé, tío, salió de aquí, ella no está bien, su mente está loca.

Marcus tuvo miedo, salió de prisa, pero antes juro que lo mataría si volvía a hacer algo contra Evana o contra su familia.

Álvaro lo maldijo entre dientes.

En el hospital.

Fátima deambulaba por ahí, cuando preguntó por el número de habitación de Evana Ford, y se lo dieron, hizo todo por colarse a la habitación, aprovechando que nadie estaba ahí.

Miró a Evana dormida, sus ojos reflejaban odio, se acercó despacio, de pronto escuchó una voz.

«Mátala»

Fátima miró a todos lados, estaba dispuesta, tomó la almohada, iba a ahogarla con ella, puso la almohada contra el rostro de Evana, pero la puerta se abrió, Marcus tomó la almohada

—¡Madre! —gritó

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