Él acunó su rostro
—Evana, no creo en nada de eso, te confieso, estuve a punto de hacerlo, me arrepiento, porque ahora sé que todo era una trampa asquerosa de alguien que nos odia.
—¿Quién? —exclamó ella desesperada—. Dime, ¿Quién puede odiar tanto? ¿Álvaro?
—No tengo la certeza de que él esté involucrado, pero fue mi madre.
Los ojso de Evana estaba tan abiertos, no podía dar crédito a lo que él decía, claro que sabía que Fátima la odiaba, pero ¿A ese nivel de odio?
Bajó la mirada.
—¡Dios mío! ¿Cómo llegó a tanto?
—Y no llegará a nada más, está en la cárcel, pronto será condenada.
Evana abrió la boca con gran estupor.
—¡Marcus, tú harás eso! ¡Denunciarás a tu madre!
—Sí, esa mujer, Evana, ya no es mi madre, pasó su límite, eso no es amor, es una enfermedad, la quiero lejos de nuestra felicidad.
Evana asintió tan despacio, casi como si dudara.
Sabrina estaba frente a la cama de Jonathan, el doctor le dijo que la arritmia fue controlada, pero que estaría en observación.
—Si vuelve, debemos operar, por ahora lo mejor es que esté tranquilo, menos trabajo, una dieta sana, ejercicio de bajo impacto, muy vigilado, señora, esperemos que, con eso, logremos controlarlo.
Sabrina asintió, estaba nerviosa, el doctor salió y Jonathan abrió los ojos, se enderezó con un gesto de angustia, pero ella puso su mano en su hombro, lo recostó de nuevo.
—Calma, está bien, ahora todo está bien.
—¿Qué pasó? ¿Cómo estás…? ¿Nuestro bebé?
Ella sonrió.
—Está bien, nuestro hijo está bien, pronto serás dado de alta.
Él asintió.
—Yo no te engañé, amor, lo juro, sé que he sido un patán, pero cambié, por ti cambié.
Ella sonrió, asintió.
—Lo sé, perdóname por pensar lo peor de ti.
Él sonrió.
—Te amo, Sabrina, eres mi destino, todo lo que busqué esté en ti.
Días despues.
Evana sostenía al pequeño Andresito en sus brazos, sonreía al verlo, lo arrulló, y cantó una ligera canción de cuna.
Delia la miraba con ojos mordaces, se acercó a ella.
—Señora.
Evana dejó al niño en su corralito, dormía.
—¿Qué pasa?
—Sé que hoy es el juicio de la señora Fátima, quiero ofrecerle la oportunidad para hundir a esa mujer en las rejas.
Evana furnció el ceño.
—¿De qué hablas, mujer?
—Tengo una prueba que hundiría a esa señora a cadena perpetua, pero, para dársela, necesito mucho dinero.
Evana la miró impactada. Asintió, pensó rápido, esa mujer era peligrosa ante su mirada.
—Está bien, sin embargo, debo saber que es.
La mujer sacó su teléfono, le mostró el video, Evana casi cae al suelo, su mirada se volvió llorosa, la mujer la tomó de la mano, para impedir que cayera al suelo.
Evana vio que Sabrina y Jonathan llegaron, Evana estaba muy nerviosa, pero se controló a cómo podía, limpió sus lágrimas, tragó saliva; no quería involucrar a Jonathan o a Sabrina, tenían suficiente, un empleado ayudaba, pues Jonathan aún estaba débil.
—Hola, Evana, ¿Cómo está mi bebé?
Álvaro que estaba del lado de Fátima, alzó la mirada al verla.
—Pasó algo, escúchame.
El abogado de la fiscalía habló.
—Señoría tenemos una nueva acusación contra la señora Fátima Ford, tenemos un video donde se demuestra que ella mató a su esposo Andrés Ford, muerto hace poco. Se creyó que el hombre cayó accidentalmente, y golpeó su nuca, la realidad es que como podrán ver en el video, está mujer fue quien lo golpeó, ya se tiene el arma homicida en manos de los peritos.
Fátima se llenó de pavor, sus ojos estaban llorosos, sus manos unidas en una plegaria,
Marcus se quedó quieto, casi congelado, el video fue mostrado en una pantalla en la sala, él se acercó, sus ojos se abrieron enormes, se volvieron llorosos
—No… —susurró al ver como su propia madre golpeaba a su padre, y lo mataba.
—¡Hijo, no es verdad!
Marcus la miró con odio, mientras Fátima luchaba pro llegar a él, abrazarlo, pero él lo impedía, los policías la detuvieron.
—¡No!
Álvaro miraba la pantalla, bajó la mirada, su mano cubrió su boca para que ni un sollozo escapara, sintió la mano de Nicol, quería reconfortarlo, pero apenas lo tocó, él la empujó.
Las lágrimas mojaron sus mejillas.
—Fátima Ford, es condenada por el delito de secuestro en segundo grado, agresión sexual en tercer grado, tráfico de drogas, y asesinato en primer grado, por lo cual se le sentencia a cadena perpetua.
Marcus salió rápido de ahí, Evana fue tras él.
ÉL se dobló tocó su pecho que dolía, pero era su alma la que ardía, sintió las manos de Evana lo tocaron.
—Lo siento tanto, si pudiera quitar tu dolor, lo haría, porque te amo que no soporto verte sufrir, sé que, todo lo que diga es en vano, pero no te dejaré caer.
Él la miró, tocó su rostro, la abrazó con tanta fuerza, como si pudiera meterse en su piel, ella lo abrazó también.
Marcus no dijo nada, tomó su mano, salieron de ahí, dejando ese infierno detrás.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Soy la esposa del tío de mi ex
Buenas tardes: espero esten bien, cuando suben mas capitulos......