Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 91

—Muy bien, los citaré con la mejor clínica de fertilidad que conozco, muchas parejas en su misma situación han tenido una hermosa familia con la ayuda de ellos, así que estarán en las mejores manos.

Evana sonrió, la mujer les dio la tarjeta.

—Yo trabajo con ellos por fuera, es decir, todo el control del embarazo lo verían aquí conmigo, así como labor de parto, pero lo demás será con ellos, estoy segura de que en menos de lo que piensan, ya tendrán a su primer bebé en brazos.

Evana estaba emocionada, Marcus estaba feliz al verla así.

Salieron cuando vieron a esas mujeres a punto de entrar. Evana observó a su hermanastra, estaba muy embarazada.

—Hola, querido cuñado, que alegría verte con tu… esposa. ¿Acaso ya están de encargo?

Evana le volteó los ojos, y pasó de largo, Marcus solo la siguió.

—El dinero no compra la educación —sentenció la mujer, pero ellos ni caso le hicieron, provocando aún más odio en su corazón

—Suegra, seguro será aburrido, porque no se queda aquí.

—¡Cállate, Nicol! ¡No me digas que hacer!

La asistente les pidió que entraran al consultorio.

Nicol estaba tan nerviosa.

La doctora les pidió entrar.

—Bienvenida, Nicol, ¿ella es…?

—Soy su suegra.

—Entonces, es la abuela de la…

—Disculpa, el señor que salió es mi cuñado, ¿quiero saber si todo está bien con Evana Ford? Me angustió por ellos, pero no alcancé a preguntárselo.

—Ah, entiendo, es una consulto general, en realidad, no puedo hablar sobre la salud de mis pacientes, soy muy ética con ese asunto.

Stella sonrió con rabia.

—Pasemos al ultrasonido Nicol.

Ella estaba temblando, la doctora preparó todo y pronto pudieron ver la pantalla.

La doctora notó como Nicol estaba al borde del llanto.

—Hoy estás muy emocional, Nicol, no te angusties, la bebé está perfecta.

—¿La bebé? ¿Creí que era un perfecto varoncito?

—No, debe ser un malentendido, es una niña.

—Niña, vaya, Nicol, ni para traer hijos al mundo sirves, eres como tú m*****a hermanastra.

—¡Señora…!

—¡No se meta!

—¡Salga de mi consultorio o llamo a seguridad!

Stella la miró con ojos incrédulos, dio la vuelta y salió deprisa, refunfuñando.

Esperó afuera, cuando vio a la asistente hablar por teléfono, escuchó la naturaleza de la conversación.

—Si te digo que me falta mucho dinero para reunir lo de la hipoteca, me faltan cinco mil euros, no podré hacerlo, te llamo despues.

La mujer colgó, tenía el gesto de desespero en el rostro.

Stella se acercó a ella.

—Hola.

—¿Si, señora?

—Puedo darte los cinco mil euros que ocupas, pero, a cambio quiero saber porque Evana y Marcus Ford estuvieron aquí.

La asistente la miró incrédula.

—Me dará el dinero solo por decir eso, ¿de verdad?

—Lo juro.

Stella se alejó al ver salir a Nicol.

La asistente fue con la doctora.

—¿Tengo más pacientes?

—No, doctora.

—Bien, me iré.

La doctora tomó su abrigo, la asistente la vio.

—El señor Ford vino con la señora Ford, ¿acaso ella ya está embarazada?

—No, eso me desilusionó hoy, porque, aunque Evana Ford está bien, está batallando para lograr concebir por sí misma, así que ahora tratarán con una fecundación in vitro, mira ellos son muy ricos, pueden darse ese lujo, es mejor a seguir viendo a la señora Ford triste cada vez que viene, los envié a la clínica Mind me, es la mejor del país, son éticos, responsables, así que, seguro les ayudarán, estoy esperanzada en que en poco tiempo, podrán realizar su sueño de ser padres.

La asistente sonrió, y la doctora salió.

Cuando la doctora se fue, Stella volvió.

—¿Y? ¿me darás la información?

—Si, deme la mitad del dinero antes, y se la cuento ahora.

—Mujer…

—Si no le parece, váyase.

Stella respiró, sacó la mitad y la puso en una hoja de papel, teniendo cuidado que no la vieran.

—No mentiré, será agotador, pero despues, podrán ver la luz y tener a un hermoso bebé en sus manos.

Evana y Marcus sonrieron, con las manos unidas.

Salieron con una gran ilusión.

—Entonces, ¿Qué tal si vamos al Mediterráneo? Tú y yo, solos, felices.

Ella sonrió.

—¿Quiere seducirme, señor Ford?

Él se acercó a ella, con un gesto seductor.

—¿Eres seducible, Evana Ford?

—Solo por ti.

Él besó sus labios con amor.

Cuando Álvaro llegó a casa, Nicol corrió a esconderse en su habitación, se encerró casi a piedra y lodo, asustada por lo que pasaría.

—¡Que bueno que llegas! Debo contarte cosas.

Álvaro rodó sus ojos con fastidio.

—Habla rápido, porque el maldito abogado me puso de mal humor, dijo que impugnar el testamento del abuelo no serviría de nada.

—Hijo, Nicol nos mintió, no tendrá un varón, si no una m*****a niña.

—¡¿Qué?! ¡Maldita sea! Era la única forma en que pensé que podría sacarle dinero al viejo Glenn.

Álvaro fue a la habitación, la empujó, pero no pudo abrir.

—Saldrás, Nicol, y te irá mal —sentenció

—Esa no es la única noticia, hay una mejor.

Álvaro la miró con duda.

—¿Cuál?

—Evana y Marcus no pueden tener hijos, ¡Van a tener que ir a una clínica para una fecundación in vitro, ¿ves? Dios no le dio alas a esa víbora.

Álvaro la miró pensativo.

—¿Qué?

Una sonrisa malévola se grabó en su rostro.

—¿Qué pasa, hijo?

—Tengo una gran idea, que podría no solo ayudarme a destruir al imbécil de mi tío, también me ayudaría a quedarme con mucho dinero de la fortuna Ford —sentenció, mientras Stella le miraba con duda.

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