Soy más rica que mi exmarido multimillonario romance Capítulo 107

En el momento en que la mano de Caleb tocó el tirante de su camisón, Alina no pudo evitar estremecerse y gritar:

—¡Espera!

Entre la penumbra, Caleb percibió claramente el miedo en el rostro de ella.

Él se detuvo en seco y dijo con frialdad:

—¡Fuera!

La resistencia de Alina le había cabreado por completo.

Alina se estremeció ante el grito de Caleb y lo miró a los ojos con agravios.

A ojos de Caleb, la única razón por la que Alina, quien había dado a luz a una niña, lo rechazó solo podía ser por Andre, lo que era la causa de su ira.

—Caleb —Alina, temblando un poco, pronunció débilmente el nombre del hombre.

Este en su lugar replicó con indiferencia:

—Si no quieres, ¡vístete y vete!

Él notó su resistencia y su miedo y no quería forzarla.

Alina cerró los ojos, intentando contener sus emociones, pero aquellos recuerdos que se habían grabado en su mente la inundaron como un torrente turbulento.

Tanto la noche en que cumplió dieciocho años como la que pasó con Caleb eran tan horribles en la memoria de Alina que ella no podía evitar sentir miedo cada vez que tener relaciones íntimas.

—¿Me dejas ir? —Alina preguntó nerviosamente, mirando a Caleb con aprensión.

—Alina, ¡lárgate de Ingford con tu hija y no vuelvas a aparecer delante de mí! De lo contrario, ¡te arrepentirás por el resto de tu vida!

Con un suspiro de alivio, Alina recogió su ropa esparcida desordenadamente sobre el suelo y salió corriendo de la habitación como una fugitiva.

Su huida rápida enfureció aún más a Caleb.

«¿Soy tan horrible para ella? Je, supongo que es sí. De lo contrario, no habría desaparecido de mi mundo de forma tan violenta hace tres años.»

Alina corrió como una loca de vuelta a la Mansión Mulherd. A estas horas, Lucy había metido a la niña en la cama.

Por su parte, Andre estaba sentado en el salón, fumando uno y otro cigarrillo.

Y en cuanto Alina entró en la sala, oyó a este hablar amenazadoramente por teléfono:

—¡Ve a Villa Werland y tráela de vuelta!

Alina nunca había visto a un Andre tan fiero y se le apretó el corazón.

—¿Andre? —preguntó con voz temblorosa.

La espalda del hombre se congeló ligeramente ante la voz de esta. Luego, él dijo apresuradamente a la persona del otro lado del teléfono:

—Bueno, olvídalo.

Dicho esto, colgó directamente el teléfono. Y cuando Andre se dio la vuelta y vio la ropa arrugada de Alina, sus ojos brillaron peligrosamente.

Alina lo percibió y se le cortó la respiración.

«¿Qué le pasa a Andre?»

Justo cuando Alina estaba pensando, Andre se le acercó y le rozó los labios con la yema fría de su dedo.

En cuanto le tocó la herida, Alina se estremeció de dolor.

Y la ferocidad en los ojos de Andre se hizo más evidente.

—¿Él te hizo esto? —preguntó.

Alina lo miró a los ojos, dio un paso atrás e inclinó la cabeza hacia otro lado.

Andre se angustió bastante al verla esquivar la mirada deliberadamente.

Alina tartamudeó un buen rato sin poder pronunciar una frase completa:

—Es que...

Andre cambió de tema de repente:

—¡Lo retiró todo!

«¿Todo? ¡¿Todo de qué?!»

Resultaba que Caleb retiró todas las medidas de represalia contra Andre después de que Alina acudió a la Villa Werland hoy con él.

—Andre...

—No vuelvas a hacer semejantes sacrificios —Andre enderezó la ropa de Alina y miró inconscientemente hacia su cuello.

Y se sintió secretamente aliviado al ver que estaba limpio y blanco, sin marcas.

En la impresión de Alina, Andre siempre había sido un hombre capaz de ocultar sus emociones, que raras veces mostraba su ira ni su alegría, que siempre estaba tranquilo y sereno.

***

A la mañana siguiente, Lucy preparó el desayuno temprano. Sin embargo, cuando vio las maletas de Alina y Andre, no pudo evitar mostrar tristeza en los ojos.

—Lucy, cuento contigo para que te encargues de todo aquí mientras no estoy —le dijo Alina suavemente a Lucy.

Lucy se quedó inmóvil ante sus palabras.

Había planeado volver al campo tras la marcha de Alina, ya que no era fácil encontrar trabajo aquí a su edad, pero para su sorpresa, Alina le había confiado el cuidado de la casa.

—Alina...

—La abuela fue una persona que exigía mucho en la limpieza. Creo que ella no quiere que su casa esté llena de polvo. Y me despreocupa dejarte la casa a ti.

Lucy asintió emocionada, sabiendo que lo que dijo Alina solo era una excusa para darle trabajo.

—Muchas gracias, Alina. No te preocupes. Cuidaré bien esta casa por ti.

Alina asintió sonriendo y luego acarició con cariño el suave pelo de Penny, quien estaba tomando su desayuno.

—¿Estás bien? —preguntó Alina, mirando a Andre, que no había dicho nada.

Este seguía teniendo una cara severa como la noche anterior, sin mucha emoción.

Andre contestó con tono un poco duro:

—¡Estoy bien!

Ese tono de él no le parecía bueno a Alina en absoluto.

No obstante, delante de Lucy, Alina no dijo nada y desayunó en silencio.

Después de terminar de desayunar, Andre metió las maletas en el maletero. Penny estando en los brazos de Alina, llevaba su mochila de mariposa encima.

—Penny, dale la mochila a tío Andre, ¿vale?

—Puedo llevarla yo misma —dijo la niña en voz infantil.

—Está bien. Deja que ella misma se la lleve.

Al oír las palabras de Andre y sabía lo mucho que le gustaba a la niña su mochila pequeña, Alina no insistió más.

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