Totalmente hot (COMPLETA) romance Capítulo 38

Soy Anne, tengo 31 años y trabajo como empleada doméstica en la casa de Dona Margareth durante tres años. Es una señora muy agradable y educada, desde que nos conocimos me trataron como parte de la familia. Siempre me hablaba del hijo que se había ido de la casa a una edad temprana por peleas con su padre, que ya falleció. En los últimos días ella no estaba muy bien, comencé a dormir en el trabajo para ayudar a cuidarla.

Sonó el teléfono y fui a contestar.

Anne - Hola.

Augusto - Quiero hablar con Margareth, mi madre.

Me congelé, sabía cuánto tiempo había estado esperando esa llamada. Hablé amablemente para no causarle una emoción tan fuerte y le entregué el teléfono, ella lloró mucho y por lo que pude ver me prometió que vendría a verla muy pronto.

La semana transcurrió con normalidad y gracias a Dios tuvo una mejoría y ya no estaba en la cama. Estaba lavando los platos y sonó el timbre, fui a abrir mientras doña Margareth miraba su telenovela de la tarde.

Augusto - Hola, soy Augusto.

Nos dimos la mano, me miró de arriba abajo y me intimidó. Era un hombre apuesto de unos cuarenta años, moreno y de pelo oscuro.

Anne - Pasa por favor

Augusto - ¿Y tú quién eres y cómo te llamas?

Anne - Soy Anne, la empleada y amiga de tu madre.

Llevaba una maleta en la mano, se iba a quedar unos días en casa de su madre y pronto vi el anillo de oro en su mano izquierda. Siempre estuve soltera, nunca me enamoré y ahora, frente a un hombre que me hacía sentir que tenía ganas de tener un acercamiento íntimo, pronto me bloqueó el compromiso.

Fuimos a la sala, doña Margareth y él le dieron un fuerte abrazo y yo fui a preparar un café y alguna merienda para celebrar esa llegada.

...

Margareth - ¿Cómo están las cosas, hijo, todavía estás casado?

Augusto - Mi matrimonio no va bien, Bernarda se fue de casa y estamos en proceso de separación.

Margareth - Deberías quitarte el anillo y tratar de conocer a otras personas.

Anne - Traje un poco de café y las galletas que hice ayer.

Augusto - Me alegra saber que estás cuidando tan bien a mi madre.

Anne - Doña Margareth es muy especial para mí.

Margareth - Anne es una chica muy buena y trabajadora.

Comimos y hablamos de cosas cotidianas, lo llevé a la habitación de invitados.

Ana - Ya está todo organizado, yo dormía aquí en esos días en que doña Margareth se había sentido mal.

Augusto - Puedo dormir en el sofá y tú duermes aquí, mi madre puede necesitarte y no sé cómo cuidarla como tú sabes.

Sentí cierto tono malicioso en su discurso, ya había sacado mis cosas de la habitación. Preparé la cena, él iba a la cocina cada cinco minutos a buscar agua para sacar algo de la nevera y se estaba poniendo divertido.

Margareth - Hija, creo que no me siento muy bien. ¿Puedes dormir aquí esta noche?

Anne - Está bien, Margareth, me quedaré en la trastienda. ¡Te traeré un té ahora mismo para la dama!

Le traje un té de toronjil, doña Margareth siempre dormía muy temprano. Luego fui a la trastienda y estaba tapando la cama con la espalda hacia arriba y ya estaba en camisón, escuché una tos nerviosa y caí de costado sobre la cama asustada.

Augusto estaba conteniendo la risa, pude ver por el volumen de sus shorts que había estado muy emocionado con la escena.

Anne - ¿Necesitas algo Augusto?

Ante mi negativa, su boca se convirtió en un deseo de meter su rostro dentro de mí, apretando su rostro contra mi coño con fuerza y voluntad. Me frotó hasta la nariz con mi cariño, Augusto era travieso y sabía cómo hacerlo, me vine temblando y por primera vez en mi vida tuve orgasmos múltiples, casi no puedo dejar de temblar y babear mi coño. Chupó todo hasta que no quedó nada, su mano estaba sobre mi seno izquierdo con el propósito de notar mis orgasmos cuando mi corazón estaba acelerado.

Se acercó y me besó en la boca, literalmente queríamos comernos el uno al otro. Sacó la polla, era grande y gruesa, tenía miedo de que no me entrara porque hacía mucho tiempo que no me quedaba y debía estar apretada.

Augusto pasó la cabeza de su polla en mi coño, arriba y abajo. Me encantaba sentir mis vellos púbicos atravesarlo, se posicionó y me penetró, sentí que era la primera vez y gemí muy fuerte, Augusto me besó amortiguando el ruido y comenzó a bailar sobre mi cuerpo.

Besándome mucho siguió mandándome adentro y apretándonos aún más, gemí fuerte y ya había olvidado lo bueno que era tener un rabo metiéndome adentro porque la cama hacía mucho ruido golpeando la pared.

Augusto - ¡Eres tan apretada, delicia de concha! uhmmm

Anne - ¡Qué buena polla, así que lentamente no la detengas!

Continuó besándome en la boca, moviendo sus labios hacia mis senos, cuello y pecho. Nuestras manos se entrelazaron, Augusto fue más rápido, sus manos comenzaron a temblar e intensificó los movimientos dentro de mí. Lancé un grito de puro placer, me vine por un largo tiempo y luego gritó a mi oído enviando chorros de leche dentro de mí. Caí exhausto sobre mi cuerpo...

Anne - necesito ver cómo está doña Margareth.

Me detuvo y puso más peso sobre mí.

Augusto - Ella está bien.

Anne - ¿Cómo lo sabes?

Augusto - Le pedí que se hiciera el malo para que tú te quedaras y yo tuviera mi oportunidad.

Anne - Entonces ella...

Augusto - Sabes lo que estamos haciendo y te debes estar riendo mucho en su cuarto.

Le di una palmada en la espalda, Augusto comenzó a besarme en la boca nuevamente y su polla se llenó dentro de mí para comenzar de nuevo la diversión.

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