UN ACUERDO romance Capítulo 30

Ninguno de los dos dijo más nada en todo el camino, Sophie sabía que se había pasado, el hijo era de ambos, y si lo perdía sólo por querer demostrar que era una mujer independiente nunca iba a poder perdonarselo.

En cuanto llegaron Sophie, se giró hacia él, antes de bajarse.

—Alexis, te prometo que me voy a proteger y cuidar a nuestro hijo, no te voy a prometer que voy a decirte cada cosa que yo haga, pero si que tratare de decirte algunas cosas, sé que al menos mientras él bebé esté dentro mío durante 9 meses, debo ser más flexible. — Alexis suspiró antes de girarse a ella con una sonrisa.

—Gracias, eso me deja más tranquilo, yo no quiero abrumarte, no quiero controlarte, solo quiero lo mejor para ti, y es lógico que quiero lo mismo para nuestro hijo, quiero que nazca y que lo haga sano, si quieres trabajar, hazlo, si quieres salir todos los días hazlo, eres libre Sophie, puedes hacer lo que quieras, lo único que pido es que cuando vas hacer algo, que puede perjudicar al bebé de una forma o otra, me lo consultes primero y lo resolvamos juntos.

— De acuerdo, así será — Sophie le sonrió con cariño aunque lo hizo inconscientemente, eso hizo que el corazón de Alexis latiera muy rápido, por lo que un impulso lo llevó a darle un beso en su frente, Sophie cerró los ojos y suspiró profundo, no quería Alex escuchara los latidos de su corazón.

—Vamos, que hay que ver cómo está ese hermoso angelito. — Alexis salió del auto contento, con algo de esperanza.

Ambos esperaron a que la doctora de de Sophie la llamara.

En cuanto pasaron, la doctora hizo la misma rutina de siempre.

—Bien, al parecer este angelito cada día crece como debe de ser, se ve perfecto.

—Cómo su madre — Alexis pensó en voz alta, mientras la doctora sonrió por el cumplido de él, tanto Sophie como Alexis se sonrojaron.

La doctora les dio una foto a los padres del bebé y recetas de hierro y ácido fólico.

—¿Alguna duda o consulta? — preguntó amablemente, Sophie miró a Alexis y luego a la doctora.

—Sí, yo quisiera saber, si ya puedo… — se quedó callada un momento pensando si era correcto trabajar de una vez o no.

—¿Tener sexo? — preguntó la doctora al ver que Sophie se quedaba callada — sí, sí puede, sólo que con moderación.

Sophie se puso muy roja, mientras que Alexis había abierto sus ojos como platos por tratar de no reírse de lo que había escuchado.

—No doctora, lo que Sophie quería preguntar era ¿si ella puede trabajar? ¿Qué si no es peligroso para el bebé?

—¡Oh! Lo siento, es que la mayoría de parejas cuando han tenido problemas de aborto o de sangrado como el que tuvo Sophie, siempre me preguntan si ya pueden tener sexo — dijo la mujer sonriente. — Pero, contestando a su pregunta, sí, puede trabajar, y hacer su vida normal, están muy sanos Sophie, solo espero que el trabajo no sea muy pesado, sino es así estará en perfectas condiciones.

—De acuerdo, muchas gracias — dijo por fin Sophie.

Sophie iba sumida en sus pensamientos, no sabía qué sentir o hacer, todo era tan confuso, sabía que estaba celosa, ¿pero cómo así para evitarlo? observó a Daniel un momento.

—Daniel, ¿puedo hacerte una pregunta? —Daniel la miró por el retrovisor.

—Por supuesto señora.

—¿Quién es Daisy? — Daniel frunció el ceño.

—Una amiga del señor Black — fue el turno de Sophie fruncir el ceño, no le había gustado para nada esa respuesta, por lo que con un suspiro derrotado, se hizo para atrás y miró por la ventana, Daniel sabía lo que le pasaba, por lo que trató de esconder su risa. — la señora Daisy es solo una amiga del señor Alexis, tiene unos cincuenta años, está casada, tiene hijos y creo que hasta nietos.— Sophie se giró de inmediato hacia Daniel

—¡Oh! — no supo más que decir, se sintió tonta.

—No se preocupe señora, no diré nada, además no tiene que sentirse celosa, él señor Black la ama sólo a usted.

Sophie se puso colorada pero asintió sin decir ni una sola palabra más, hoy ya había metido la pata más de una vez y no quería seguir haciendo, por lo que dejó de pensar más en las cosas y no se dio cuenta de nada hasta que llegó a su casa y Daniel la despertó, ella con una sonrisa y un adiós de mano se despidió de él, entró a su casa, y se acostó en el sillón de la sala, tenía sueño, y lo único que quería hacer era dormir.

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