Sentí un resplandor, el sol ardía aún más que otros.
Abrí poco a poco mis ojos mientras me tapaba del sol que entraba por la ventana.
Me quejé de lo molesto que era, sentía un dolor en mi brazo.
- Oh - escuché una voz femenina - ¿Le duele? - me pregunta la misma enferma del día anterior.
- Un poco - dije apenas susurrando.
Me serví un poco de agua para mojar mi garganta.
Agarró una jeringa y metió su punta en un mini frasco.
- ¿Dónde pondrá eso? - le pregunté, si lo ponía en el suero sentiría algo correr por mis venas una sensación que no me agrada.
- Tranquila que se la pondré en el suero - dijo, pero eso me temía yo.
- No, me dolerá, no físicamente pero... Pero dolerá igual... - tenía que inventar una excusa - necesito ver a mi.. No... Novio - me cuesta decir una realidad que se siente rara.
- Si, ya lo llamo, pero primero... déjeme ponerle esto, tranquila....que no dolerá. - se fue acercando poco a poco, tengo que aguantar, esto será muy doloroso
Cerré mis ojos con fuerza, mis mano ya sudaban, pasaron 20 segundos, no sentía nada, abrí los ojos lentamente.
- Le dije que no dolería - cuando abrí los ojos vi a la enfermera en la puerta.
- ¿Ya? - estoy sorprendida, al parecer no sentí dolor alguno - ¡Al menos!.
- Ya llamaré al señor, con permiso. - la enfermera se retira, o sea que él va a entrar, carajo.
Cierro mis ojos...
- ¿Me necesitabas cariño? - odio.
- Si - ya se que decir, pero mantengo mis ojos cerrados y mi cabeza en dirección fija hacia el exterior del hospital por la ventana - no me digas cariño, por favor.
- Dime - quiere decir algo más - eh... como nos vamos a casar necesito decirte varias cosas...
- ¿¡Nos que!? - me quede sin palabras - estas mal, no me casaré contigo, estás loco si piensas que lo haré.
- Escucha, nadie debe saber que nos vamos a casar solo que somos novios y nos conocimos en mi trabajo, accidentalmente te equivocaste de dirección y terminaste en mi edificio dónde yo hostilmente te recibí porque estaba lloviendo y no tenías cómo regresar a tu hostil casa.
- ¿Estás sordo? no me casaré contigo Drake.
- Helka ¿ya lo olvidaste?, bueno quizás sea por este accidente.
- Nunca acepté casarme contigo, mucho menos ser novios - le aclaré para bajarlo de esa nube - ni siquiera me lo pediste.
- ¿Entonces debemos formalizar antes tus ojos?
- No, no quise decir eso, eres un completo extraño para mí, adiós - dije exaltada, sentía que mi cabello estaba desordenado.
- Mejor debes descansar - se aleja hasta la puerta hace una seña de seguro a una enfermera y ella entra de inmediato - dele un calmante por favor - ella lo mira como idiotizada mientras pone a hacer su trabajo.
- Súbete con cuidado - me dice cuando apenas pensaba si subirme o no.
- Sé como subirme a un auto, gracias - dije apretando los dientes.
Al fin subí al auto, Drake quien se notaba algo impaciente agarro mi cinturón de seguridad y me lo colocó con cierta agresividad.
- Oye, tengo dos manos que pueden hacerlo con facilidad, gracias - fruncí el ceño.
Él que tenía un semblante serio suelta la risa para luego observar mis manos.
- Tus manos son adorables, ¿Sabes?
- Adorable tu abuela - me crucé de brazos.
- Ey, enserio lo digo - agarra una mano mía, su tacto es suave y algo adicto al momento - son muy pequeñas... pequeñas como para - se detiene y vuelve a reír.
- ¿Qué te parece tan gracioso? - le arrebaté mi mano y me crucé de brazos - ¿Vamos?
solo me queda mirando un segundo más para volver a ponerse serio pero al segundo vuelve a reír. Su risa fue contagiosa, sé lo que él estaba pensando.
- No pienses que tomaré esas pastillas - le dije en tono serio.
- Aun no, pero pronto si.
Imbécil, pervertido.
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