Un contrato de amor romance Capítulo 79

Nada de padres, nada de hermanos, nada de trabajo, nada de nada, solo él, yo y el mar.

En las mañana el preparaba el desayuno, en la tarde me tocaba y en la noche salíamos a probar las delicias marisqueras.

La arena pegada a nuestra piel mientras veíamos el ocaso tirados en el suelo, a nuestro lado una hielera con vino del fuerte, dos copas llenas y nuestros ojos clavados ya en el cielo nocturno.

Su mano acaricio mi abdomen, miré con una amplia sonrisa, su mirada llena de lujuria provocó ganas de besarlo pero solo rosamos nuestras narices.

- No hay mejor manera de estar en la playa si no es junto a ti - dijo ahora con las temas de sus dedos tocando todo mi cuerpo, este se erizo y cerré mis ojos.

Sentí sus labios en mi pecho, mientras bajaba el su mano hasta mi intimidad.

Rozó por encima de mi braga, como reflejo, agarré su pantaloneta, era de lo único que me podía agarrar, arriba estaba sin nada.

Metió su mano completa debajo de mi braga, eleve mi pecho, casi retorciéndome cuando comenzó a moverse dentro, su velocidad era excitante, sus movimientos, metió otro, y encendió mis ganas aún más.

- Ahh... Drake - abrí mi boca por completo soltando suspiros - con su mano libre metió dos dedos a mi boca y los chupé.

- No tan fuerte, no nos pueden ver pero si escuchar - susurró con su voz ronca, lo que me encendió más - me encanta oírte gemir, aún más si es mi nombre. 

Sonreí como pude, para luego seguir gimiendo.

- Oh... Drake, ya, para - pedí, pero no quería eso en verdad - Drake.

Sentí como una electrificación recorrió cada centímetro de mi cuerpo, me estremecí mientras solté el último gemido atrapado entre mi boca y la mano de él.

Drake retiro su mano, estaba húmeda como yo.

- ¿Me lo pides? - dijo posándose encima mío.

- ¿Aquí?, ¿En la playa?

- ¿Por qué no?... Estás lista para mi - al ver el que yo no decía nada, prosiguió a succionar mi cuello, su respiración en mi nuca era aún más cautivante.

- Vas hacer que me obsesioné contigo - dije cerrando mis ojos mientras soltaba un largo suspiro.

- Ese es mi deseo contigo - se detuvo un segundo - ¿Y si me lo pides ya?

- ¿Y si no lo hago?.

- Haré que grites como nunca, nos oirán, y nos descubrirán.

- Sabes que todos modos gritaré - sonreí cómplice.

- ¿Así quieres jugar Helka Benedict?

- Me gusta como suena - dije con mis ojos un poco llorosos.

- Y a mi me gusta como gimes solo para mí - sus palabras me hacían querer estar con él ya.

- Hazlo...

Sonrió de lado, el me tenía en la palma de su mano - ¿Hacer que?.

- Entra en mi, ahora...

Solo bastó quitarse la pantaloneta para de una sola estocada entrar en mi, lo arañé por la espalda mientras soltaba un grito ahogado.

Solté un "a" cuando logré encontrar mi voz.

- ¿Te gusta?...

No respondí, por ende, el siguió con lo suyo, mientras yo disfrutaba, pero ya era hora de que él también lo hiciera.

Sus embestidas eran cada vez más fuertes, parecía que en alguno momento llegaría a mi orgasmo.

Con mi fuerza, logré quedar encima de él, me moví de adelante hacia atrás, pronto escuché también sus gemidos roncos.

Agarró mi cintura con sus manos, parecía que pronto me dejarían su marca.

- ¿Te gusta? - pregunté quedándome dentro de él sin moverme.

El mientras me agarraba ayudaba a mis movimientos.

- Oh, vamos, sigue - pidió.

Sonreí.

Comencé a moverme, de adelante hacia atrás, arriba y abajo.

Sentí que estaba más duro que antes.

Aceleré mis movimientos hasta que el se corrió dentro de mi, seguí yo.

Ya estábamos agitados, cansados, y casi satisfechos.

- Nadie nos escuchó - dijo el agitado con los ojos cerrados.

- Espero que no - me senté a su lado desnuda, agarré la toalla que estaba a nuestro lado y me enrollé en ella, le pasé una a él también.

Ambos nos paramos y con nuestras manos entrelazadas entramos a casa.

- ¿Nos duchamos?.

Asentí.

Pasamos lindos momentos dentro de la bañera.

Al salir, el celular de Drake sonó varias veces.

- Puedes ver quién es por favor - pidió mientras se secaba el cabello dentro del daño.

- Si - termine de ponerme la blusa de dormir y fui hasta la mesa de noche, me senté en la cama y desbloqueo su celular.

Al entrar a mensaje de WhatsApp veo fotos de una niña, sentía muy dentro de mi que ya la había visto.

Busqué en mis recuerdos...

Hasta que logre... Recordé quién era... Volví a ver la niña, estaba sentada en una mesa, estaba jorobada, sus ojos llorosos.

Luego un mensaje llegó.

"¿Que esperas para venir a por ella? No se calla nombrandote... Necesita de su padre"

Su padre... ¿Su padre?... Drake... ¿Drake es su padre?... No, no, no, no es posible. Esto es mentira.

- ¿Algo pasa amor? - Drake sale del baño vestido con ropa de dormir.

Me quedé callada aun sin poder creer este mensaje.

Tiene que ser mentira.

- ¿Helka? - se acerca al ver que no doy respuesta alguna.

Me quita el celular de las manos y me siento de golpe en la cama.

Drake dura un momento antes de reaccionar y hablé...

Sentí una rabia inexplicable.

- Creo que debo decirte... Que...

- ¿Que tienes una hija?... ¿Drake, por qué carajos me ocultaste que tienes una hija? ¿Una hija? Necesito una explicación sensata - NO QUERIA...NO QUIERO ENOJARME... NO.

- Porque ella era muy importante, ella ahora está secuestrada, no entiendes - parecía que esta vez el no contraloría su enojo.

- ¿Esa es tu excusa? Drake, me duele que me ocultara eso tan importante, y que ella esté desaparecida...

Lágrimas rodaron de rabia por mi rostro.

- Lo siento, pero ella es mi prioridad, ella es mi hija...

- Y yo tu esposa, a la que dices amar, estamos recién casados, por Dios, pasamos muchas cosas juntos, tuviste muchas oportunidades de decirme la verdad- me levante para salirme de la habitación, pero Drake me agarró.

- Escúchame.

- Drake entiendeme, ya estoy harta de tus mentiras, de tus secretos, si no llego a sospechar o encontrar algo que te delante nunca me lo cuentas, ¡Jamás podrás saber lo que se siente! Dijimos basta de secretos, pero tu juraste algo que al mismo tiempo lo destruias...

- Helka - solté su agarre.

- Esta noche dormiré en el mueble...

Me sentía engañada, una vez más.

Mis lágrimas no podían parar.

Una hija, una hija... Su hija...

Ese pensamiento inundó mi mente la mayoría de la noche, lo que no me dejó descansar.

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