Última vez que volveré a ver la arena, el mar y el sol al mismo tiempo.
Empaco mis cosas y las meto al carro.
- Mi papa llamó, quiere que estemos en su casa para cuando lleguemos - asentí.
- Está bien.
Me subí al carro, luego Drake.
Comencé a recordar la foto de la hija de Drake.
Me recosté mientras veía el mar y las palmeras por la ventana.
- ¿Helka?.
Lo miré.
- ¿Estás bien?... Estas pensativa...
- Si, estoy bien, no te preocupes.
Claro, como no pensar sobre mi vida una vez más. En resumen:
Me gradué, me casé, vivo en una casa que jamás me iba a alcanzar con veinte mesadas, sé secretos de Drake que nadie más sabría, y es el que tiene una hija, convivo con gente que hace cosas ilegales, volvió mi hermana y ahora sé que soy adoptada y mis padres no son los mejores que pude tener.
¿Que cómo me siento?, pues no me sabría responder, tengo una serie de sentimientos revolviendome a cada instante, no sabría decir lo que realmente siento, pero se que todo está agobiándome, y al mismo tiempo, sintiéndome mejor que nunca.
- Drake - humedezco mis labios con mi lengua.
- ¿Si? - tenía puesta unas gafas que lo hacían ver más sexi de lo normal.
- ¿Aisha volvió a tu casa?...
Apretó el volante con ambas manos.
- Se mudará definitivamente con nosotros, en casa de mis padres por un tiempo, buscará un departamento para ella después de unas dos o tres semanas... Se independizará, comenzará a trabajar en la empresa, no en la mía, otra de mi padre, se la dará, será la jefa, ella es astuta, sabrá como manejarlo - dijo todo con un suspiro a lo último.
- ¿Y sobre... Tu_... Sarahí ? - me mordí el labio y lo dejé de mirar.
- Ella ya la está buscando... Temo que,... Temo lo peor.
- La vamos a encontrar - aseguré - ella estará con nosotros, viviendo una vida como se debe, como se merece, la querré como si fuera mi hija biológica, eso hicieron mis padres, me adoraron como a una, siempre y cuando sepa la verdad.
Un segundo fugaz, tuve la mirada de Drake sobre mi.
Creo que soné muy empalagosa, y a él le gustó.
- Gracias - dijo y volví a posar mis ojos en los ojos azul claro de él.
Sonreí.
Decidí guardar silencio.
Hasta llegar a casa.
La mayoría del camino dormí, estaba exhausta, mi cuerpo dolía.
En un cerrar y abrir de ojos, ya estábamos en casa.
Bajamos las maletas en silencio, mientras las dejábamos en la lavandería con varia ropa sucia de mar y de nosotros.
- Helka, cariño - escuché la voz de mamá.
- Mamá - bajo el último escalón y fuimos a por la otra en busca de un abrazo.
- ¿Cómo te fue?.
Drake tiene una hija. Eres abuela adoptiva, ¿Eso tiene título?
- De maravilla, fue lindo volver a encontrarme con el mar.
Arregla mechones de mi cabello alborotado.
- Hola - Drake se pone de mi lado saludando a mi madre.
Después de ponernos al corriente de varias cosas, vamos a casa de los padres de Drake.
Aunque debíamos estar allá desde que llegamos.
Mi teléfono suena.
- Hola - respondo con una sonrisa sabiendo que es mi hermana.
- Hola, me enteré que llegaste, pienso en irte a visitar... ¿Estás en casa?.
- Si, si acabo de llegar, y no, voy a casa de los padres de Drake - crucé el brazo que tengo desocupado.
- Mm, esta bien, mamá te manda saludos,... Y, voy a ir a la universidad, en dos meses, ahora estoy en nivelación - se escucha emocionada.
- Me alegro, ¿A cuál vas?.
- Drake me ha conseguido una beca en la universidad que te graduaste.
- ¿Drake hizo eso?.
- Si, no te enojes, el indagó de mi con mamá, me dió la noticia ayer en la mañana...
-... ¿Mamá si sabe?...
- Si, papá... Le diré esta noche, vamos a ir a cenar, ¿Quieres acompañarnos?, vendrás con Drake.
- Claro, veré si no tengo algo más que hacer - caminé hacia la sala de la casa.
Drake está con sus padres hablando muy sonrientes.
Me recuesto en la pared que hay a mi lado derecho.
- Me gustaría llevar a los padres de Drake - escucho que Itzy duda.
- La idea era salir nosotros los cuatro, pera como acabas de casarte.
- Esta bien, iré con Drake.
Mi plan era llevar a los padres de Drake, e invitar a Phil y Aisha, pero también dudaría que ellos fueran.
- No hay problema, te confirmo luego, ¿Si?
Enrollé mis piernas en su cadera, sintiendo el roce de su miembro.
Sus besos eran desesperantes, queriendo tener más del otro.
- Te deseo, Drake - susurre agitada.
- Dilo... Otra vez - su cabello y su rostro, lucía a la perfección.
Toque su abdomen bien trabajado, aún no entendía como lo tenía así, si el ya no salía a correr, o al gym, recuerdo la última vez que lo hizo, fue conmigo, antes de ir a la universidad, recuerdo como lo odiaba y lo amaba, ahora sé que podemos sentir ambos sentimientos al mismo tiempo con una sola persona.
- Te deseo Drake Benedict - susurre algo tímida.
- Me gusta como te sonrojas - si, él aún causa eso en mi.
Pronto el estuvo dentro de mi, con cada estocada, me hacía sentir más mujer, sentía su amor. Lo sentía a todo él.
Estaba vez, lo sentí mejor, me alzó en sus brazos, camino hasta recostarnos en la pared, cada vez su penetración era más fuerte y salvaje, tanto, que el dolor apareció de vuelta.
Su sabor era ardiente, sus labios sabían a wiski, y me encantaba.
- Ahh, Dios... - cerré mis ojos con fuerza, apoyé mi barbilla en su hombro, sentí como hacía fuerza con su brazo.
- No te arrepientas - dice con su voz ronca.
Cada vez era más rápido.
- Ah, Drake... - música para sus oídos, yo no paraba de gemir.
Tanto mi respiración como la de él eran agitada.
Clavé mis uñas en su espalda, sabía que esto iba a dejar marcada su espalda, otra vez.
Sentía como ya iba a llegar al orgasmo. Pero el para, toque el suelo con mis pies. Me mira un segundo.
- Drake, déjame terminar - me quejé, mis piernas estaban temblorosas.
- Dame tus manos - las pongo enfrente mío.
- ¿Quieres ir a la que era mi habitación - asentí.
Me alza en sus brazos, llevándome como a una princesa, en vez de sacarla de la torre, la lleva a ella.
Me lanza en la cama.
Drake va a una cómoda, abre un cajón y saca algo.
Cuando menos lo espero, me amarra las manos en la cabecera de la cama.
- Drake - suelto.
Sus manos se deslizan por mis manos hasta mi estómago y finalmente en mis piernas.
Pronto, esta dentro de mi. Él con una sonrisa y yo disfrutando.
Me sostenía de la corbata cada vez que sentía un cosquilleo en mi abdomen.
Sus labios se pegaron a los míos, uniéndonos y convirtiéndonos en uno.
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