Un Vaquero Enamorado (COMPLETO) romance Capítulo 25

− Claro te entiendo. Se levantó de la silla sintiendo que perdía algo muy valioso.

− No te sientas ofendida Megan, no lo dije con esa intensión. Tu eres una mujer muy bella pero…

− Si lo sé, no soy de tu territorio. Solo soy una citadina que no sería capaz de adaptarse a este rancho y esta vida.

− Solo lo dije porque vi como era el matrimonio de mis padres, ambos eran de aquí y su matrimonio fue ejemplar. Pienso que una mujer de ciudad le costaría adaptarse a una vida así, teniendo que dejar las comodidades que tenía.

− ¡Claro ya! Soy una estirada y nada más. Déjalo Jack.

− Escúchame nosotros podemos…

− ¿Sabes Jack? Subiré a mi habitación y descansare un rato, esta conversación a terminado y todo lo que paso entre nosotros hagamos como que no paso.

− ¡Pero paso Megan!

− ¡Entonces viviremos con ellos Jack! Cerró la puerta a sus espaldas, se limpió las lágrimas y subió a su cuarto.

Melisa y Grisell la esperaban en la cama con toda la ropa de las compras que habían hecho ese día, reían por cada prenda de ropa que se probaban.

− ¿Qué es todo esto, un desfile? Les dijo riéndose.

− Has tardado años en subir Megan. ¿Discutiste con Jack?

− No solo hablamos de unos fax y de unos correos que me llegaron, también que estará ocupado en su despacho por unos días así que no podría usarlo.

− ¿Eso es todo? Le pregunto su amiga.

− ¡Ustedes dos como que están ocultando algo!

− No abuela, no ocultamos nada. Estoy agotada quisiera acostarme un rato.

− Claro vamos a recoger todo amiga.

Jack seguía sentado en su escritorio revisando su correo y unas facturas, pero a pesar de ello no dejaba de pensar en todo lo que le había dicho a Megan. La había catalogado como una mujer no acta para él, si, ella era de ciudad pero no era razón para decirle que no calificaba para ser mujer de un texano, ¿Era idiota o qué? Como se le ocurrió decir algo tan horrible.

Era tan difícil decir que no quería una relación seria. Sospechaba que después de aquella conversación no iba a poder volver a tocarla, y era de esperarse ninguna mujer le hubiera gustado que no era el tipo de mujer para un hombre, tal vez era lo mejor, aunque no estaba muy seguro de no volver a besar aquellos carnosos labios.

Un par de días más tarde Megan se encontraba en su habitación preparando sus maletas, no podía engañarse más quedándose allí porque ni en un día o un mes más Jack cambiaria de opinión con respecto a ella. Estaba enamorada de un hombre que no deseaba liarse con una mujer como ella, debía irse antes de que su embarazo se notase o peor aún que los síntomas la delataran.

− ¿Qué estás haciendo Megan? Le pregunto su amiga muy sorprendida.

− ¡Las maletas!

− Eso noto, pero ¿Por qué? Pensé que nos quedaríamos más tiempo.

− ¿Qué más quieres quedarte Melisa? Ya hemos abusado de la hospitalidad de Jack. Así que mañana nos marchamos.

− ¡Mañana! Meg yo...

− Ya lo sé… suspiro. –Si quieres quedarte hazlo, estoy segura que mi abuela te conseguirá algún empleo.

− No puedo dejar que te vayas sola, ¿y él bebe?

− Sé que estas enamorada de ese vaquero, no debes dejarlo solo porque yo te lo pida. Yo me ocupare de mi misma.

− No me siento bien dejarte sola allá.

− Estaré bien, te quiero Mel. Pero es hora de que hagas tu vida, si quieres quedarte quédate y se feliz.

− Lo hago todos los días. Espero verte pronto por aquí.

− ¡Seguro vaquero!

Después de que Jack se retirara de la cena todos comenzaron a relajarse disfrutando de la cena que al final se convirtió en una despedida para Megan. Después de una buena cena Megan se encontraba en su cama tocándose el vientre pensando cómo sería su bebe, si se parecería a su padre o a ella.

Esperaba que naciera sano y fuerte, de repente sus ojos comenzaron a nublarse y unas lágrimas rodaron por sus mejillas le dolía tener que irse y separarse de su abuela y de Jack, aceptar que estaba enamorada de él había sido un golpe duro para ella y más aún después que él, le había dicho que no era su tipo de mujer para casarse.

Definitivamente el embarazo la había puesto muy sensible, por nada lloraba y se entristecía, unos leves toques en la puerta la sobresaltaron ¿Quién podría ser? Se preguntó limpiándose las lágrimas. Se levantó y abrió la puerta, de todos los que habitaban en esa casa el que menos pensaba que tocaría su puerta a esas horas podría ser Jack.

− ¿Qué haces aquí?

− ¿Por qué estas llorando? Le dijo limpiándole las lágrimas de las mejillas.

Ella aparto el rostro de mala gana y se limpió ella misma.

− Nada que te pueda interesar. ¿A qué has venido?

− Quería saber cómo estabas, en la cena te note extraña. De hecho todos estos días.

− Y que esperabas, ¿Qué te sonría cada vez que te cruces en mi camino?

− No, pero… la verdad no sé porque estoy aquí.

− Yo tampoco lo sé Jack.

La vulnerabilidad de Megan no fue algo a lo que él podía resistirse, se acercó a ella y la beso tiernamente. Sabía que estaba mal, y podría recibir una cachetada por eso pero no le importo, porque no podía mantenerse alejado de ella aunque quisiera. Pero extrañamente ella hizo algo diferente se aferró a él cómo tabla de salvavidas respondiendo a sus besos con el mismo grado de ternura que los de él. El la arrastro hasta la puerta de su propia habitación, tenía que hacerle el amor sin importar las consecuencias.

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