Una humana para el rey romance Capítulo 39

Leopoldo sonreía victoriosamente.

Observaba la gran fiesta, mujeres bailando sensualmente, los silbidos, las carcajadas, todo era magnífico.

Celebraban.

Celebraban el comienzo de su plan.

A su lado yacía Yanet, ella observaba en silencio todo.

-¿Qué ocurre Yanet? ¿No te gusto mi regalo? - Leopoldo tomo su copa de vino y probó el delicioso néctar.

-No debiste traerlo - susurro Yanet

-Aja - dejo su copa sobre la mesa - Te estoy haciendo un favor Yanet, no querrás que tu amado Junior este en medio de la guerra ¿no?

Yanet seguía sin hacer ningún movimiento, apretaba sus puños con fuerza.

-No me provoques, acabaré contigo si es posible. Así que evita tocar a Junior - los ojos fríos y oscuros de Yanet observaron a Leopoldo

-Como digas, Yanet - Leopoldo le dio una sonrisa a Yanet, está al ver aquella expresión en el rostro de Leopoldo giro su rostro para seguir perdida en sus pensamientos.

Amelia bailaba sensualmente en medio del salón, provocaba miradas de envidia y de excitación.

Movía sus caderas al compás de la música.

Leopoldo sonreía.

La excitación envolvía su cuerpo.

Se imaginaba a Minesa bailar de esa manera, sus hermosos ojos lo observarían pidiéndole a gritos que la tomará, probaría sus labios, besaría lentamente su cuerpo y escucharía sus gemidos.

"Pronto mi adorada Minesa, pronto serás mía"

-No es Minesa. No te la imagines - Yanet susurro

-Y ¿Por qué? - Leopoldo tomo su copa y bebía de está

-Porque terminarás muy excitado - Leopoldo soltó una carcajada

-Muy buen chiste Yanet - sorbió nuevamente el néctar de su copa

-Concéntrate Leopoldo, no pierdas la cabeza - susurro Yanet

-Eso hago Yanet. Me concentro - A Yanet le fastidia el comportamiento de Leopoldo, no actuaba, se quedaba ahí esperando. Ella quería comenzar la guerra, comenzar el caos.

-¿Que esperamos para comenzar tu plan? - pregunto Yanet

-Con calma, pronto nos vengaremos - sonrió Leopoldo

-Eso espero - Yanet se paró de su asiento y camino elegantemente hacia su alcoba.

Amelia coquetamente se acercó a Leopoldo, se sentó en las piernas del hombre y ronroneo como una gata en celo.

-Leopoldo, deberías descansar - susurro Amelia

-Mi bella Amelia, bailas tan bien - está al oír el cumplido se sonrojo

-Lo hago por ti - susurro tímidamente Amelia

-Vayamos a mi alcoba y puedes hacerme un baile especial - la lujuria invadió la mirada de Leopoldo

Y toda la noche mientras tocaba a Amelia se imaginaba a Minesa.

Sus labios.

Sus ojos.

Sus gemidos.

Su cuerpo.

Su aroma.

La quería a ella.

Solo a ella.

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