Beso nuevamente sus labios con ferocidad.
El sudor cubría a ambos cuerpos desnudos, la pasión los atacaba con brusquedad.
El deseo.
La lujuria.
El poder.
No había amor de por medio.
Los movimientos se tornaron fuertes, la mujer gemía, y Leopoldo cerraba sus ojos imaginando a su Minesa.
Ambos, cuerpo a cuerpo, desnudos, en una noche de pasión.
Amándose locamente.
Besaría su cuerpo suavemente, probaría sus labios y la escucharía gemir.
De solo pensarlo la excitación aumentaba.
Leopoldo sintió llegar al clímax y soltó un fuerte gemido.
Cayo dormido poco después y siguió pensado en ella.
Su cuerpo.
Sus labios.
Su aroma.
Todo.
La quería.
Y pronto.
(…)
-Imposible – murmuro Amelia
-Dile – susurro Yanet quien miraba desde el balcón la fría y tenebrosa noche – tarde o temprano Leopoldo sabrá la noticia y posiblemente te asesine.
Aquella tarde justo cuando el sol se iba ocultando, llego un hombre cubierto de sudor, cansado y respirando pesadamente.
Llamo a Amelia y le pidió unas monedas a cambio de una noticia que rondaba por el reino.
Esta acepto pues las ganas de saber de qué se trataba la consumían por completo.
Le entrego 3 monedas de oro y este comento.
-Corre la noticia que la reina Minesa está embarazada y el rey personalmente ha pedido a todo el personal que sea secreto el embarazo.
Cuando escucho esas palabras sintió su miedo crecer más y más.
¿Qué haría Leopoldo al saber la trágica noticia?
Y Amelia lo sabía muy bien.
Leopoldo se volvería loco y mataría a cualquiera.
Y eso la atemorizaba.
-No te preocupes Amelia, él sabe que matar podría provocar sospechas. Necesita estar en paz – mostro una malévola sonrisa – por ahora
Leopoldo dio un gran bostezo y estiro su cuerpo desnudo.
Camino hacia el baño para poder darse un baño y quitarse aquel aroma que lo fastidiaba.
-Yo… – fue interrumpida por Leopoldo
-Dime Amelia – este se quedó observando a Amelia quien no sabía si salir corriendo de aquel lugar o rezar para que Yanet no diga nada
-Déjala Leopoldo – hablo Yanet – yo te lo diré
-Yanet – susurro Amelia tratando de callar a la mujer
-No pasara nada – le dio una sonrisa fingida y hablo – ¿Sabías que Minesa está embarazada?
Leopoldo se quedó pasmado al oír aquella frase
-¿Qué dijiste? – apretó fuertemente sus puños
-Que tu querida Minesa está embarazada. Vas a ser tío – Yanet contesto, le dio una sonrisa burlona a Leopoldo
-¡No puede ser esto verdad! – grito Leopoldo, se levantó de su silla y tiro los platos que yacían sobre la mesa
-Cálmese mi señor – susurro Amelia quien se acercó a él tratando de calmarlo
-¡Como quieres que me calme! – grito ferozmente Leopoldo
-Mi señor – murmuro en voz baja Amelia
-¡Engendro en ella! – Amelia temblaba de miedo, Yanet sonreía burlándose del hombre y Leopoldo quería matar a Aleckey
-Lo matare – susurro Leopoldo - ¡Alisten mi caballo! – grito, los guardias rápidamente obedecieron la orden de su señor
-Mi señor – nuevamente murmuro Amelia
-No te preocupes mi querida Amelia, estaré bien. Él será el único en morir. – salió de aquel lugar dejando a las dos mujeres
Amelia siguió a su señor hasta las afueras de la cabaña.
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