Cabalgaba con ferocidad, la irá lo cegaba.
En su mente aquella frase se repetía una y otra vez.
Embarazada.
De Aleckey.
La hizo suya.
Mancilló su cuerpo.
Engendró en ella.
-Ya lo verás querido primito te mataré - el viento chocaba fuertemente contra su rostro - y también a ese maldito ser que engendraste.
Detrás de él iba Amelia y Patricio, ambos cabalgaban siguiendo a su señor con temor que en medio de su locura sería capaz de asesinar a cualquier persona.
A Leopoldo no le interesaba la presencia de sus más fieles sirvientes, solo quería tener entre sus manos la sangre de su primo.
Ya no esperaría más.
-La espera acabó - susurro y siguió cabalgando
(...)
-Espero que esta paz dure mucho tiempo - susurró Jazmín mirando tiernamente a su esposo.
Ambos iban rumbo al castillo, llevaban mucho tiempo lejos de sus hijos.
Y aunque aquella tranquilidad invadiera el reino, sabían muy bien que había algo muy extraño detrás de todo.
-Llegaremos pronto - aviso un guardia que iba cabalgando y cuidando el carruaje
(...)
-Ahí viene el carruaje mi señor - aviso Amelia señalando el carruaje que se iba acercando poco a poco
-Encárguense del guardia y del cochero, yo me encargo de mis tíos - murmuró Leopoldo. Mantenía una mirada fría y neutra, sin ninguna expresión.
El carruaje se acercó lentamente y freno de golpe.
-¿Qué ocurre? - preguntó Alexander
-Es el joven Leopoldo - contestó el guardia
-¿Leopoldo? - preguntó dudosamente Jazmín
Ambos bajaron.
-Mi querido Leopoldo, que bueno verte - susurro Jazmín con una cálida sonrisa
-No opino lo mismo tía - ambos notaron la expresión fría de Leopoldo
-¿Te ocurre algo? - preguntó Alexander
El sonido de unas espadas asustó a ambos, dirigieron su mirada y se encontraron con una sangrienta escena.
Amelia sujetaba la cabeza del Cochero.
-¿Qué pasa? - Jazmín empezó a sollozar, su marido la abrazo consolándola
-Calma mi vida, no veas eso - susurro consolador Alexander
-Amelia, Patricio - estos se acercaron a su señor e hicieron reverencia - déjenme solo
Ambos asintieron y se fueron.
-¿Leopoldo? ¿Qué hiciste? - preguntó Alexander, quien aún abrazaba a su esposa
-¿Qué crees que hice tía? - Leopoldo los miró fríamente
-Leopoldo tranquilízate, tú no eres así - inquirió Alexander
-No tío. Soy diferente. Soy un rey.
-¿rey? - Jazmín pregunto
-Sí, el rey de todo este mundo. - Leopoldo alzó sus brazos al aire
-¿Qué? - Alexander solo pudo decir eso, siguen impactados.
-Yo comenzaré el caos - formó una sonrisa macabra – Adiós - susurro Leopoldo
Amelia y Patricio esperaban a su señor.
Escucharon gritos ahogados, que desaparecen con el viento.
-Vámonos - murmuró Leopoldo quien pasó al lado de sus sirvientes
Y desaparecieron entre la penumbra.
-Amor mío - susurró débilmente Jazmín
Vio a su amado.
Su corazón no palpitaba.
Recordó aquella sonrisa, sus hermosos ojos verdes y aquella valentía que la enamoro.
-Amor no me dejes - débilmente sollozo Jazmín
Y se dejó caer en la oscuridad.
Un trueno resonó a lo lejos.
Un suave lamento se oyó con el viento
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