Una humana para el rey romance Capítulo 69

POV Leopoldo

Divagaba entre los recuerdos.

Soñar nunca fue lo mejor en mi vida, odiaba hacerlo.

Odiaba cerrar mis ojos y dejar que mi mente recordará, como si fuera feliz.

Uno de los recuerdos fue así, ver su rostro, recordar su mirada y su dulce voz.

Fui débil.

Fui un inútil.

El tiempo ya había pasado, en mis recuerdos ella seguía presente. Escuchaba su voz susurrando en el viento, escuchaba su risa y en el reflejo de la luna veía su silueta.

Ella me saludaba.

Ella me cuidaba.

¿Estoy siguiendo realmente el camino correcto?

Pensar que mi madre seguía con vida solo me provocaba melancolía, quería abrazarla, llorar en sus brazos, sentir su amor.

La extrañaba.

Y mucho.

Así como extrañaba a mi padre.

Él, a pesar de mis arrebatos siempre estuvo ahí brindándome una sonrisa, consejos y una mirada de tristeza cada vez que lo rechazaba, él intentaba ocultarla, pero yo me daba cuenta.

Lo lastimaba.

Que puedo decirles, ver a tu madre ser asesinada frente a tus ojos duele. Ver cómo tu padre no reacciona, solo se queda ahí observando, duele.

Un maldito dolor que me consumió.

Me aleje de todos, odiaba sus miradas de compasión cuando en sus manos la sangre de mi madre corría sin cesar.

"Todo pasará Leopoldo, nadie te dejará solo"

Aquello fue dicho por mi tía en la misa por el primer año de la muerte de mi madre, todos me miraron y me sonrieron. Yo solo tuve la fuerza para decir:

"A ustedes les hace feliz mi tristeza, hipócritas. Malditos sean cada uno de ustedes. Ojalá mueran pronto y este reino se desmorone. Ese día seré feliz."

Durante toda la noche de aquel día mire con curiosidad la fotografía de mi madre. En mi alcoba tenía la foto de ella, una cuando estaba embarazada.

Sonreía como un ángel, llena de paz y armonía.

Tocaba su vientre, lo protegía.

Me protegía.

Casandra me pidió que cerrará mis ojos.

Cuando cerré mis ojos tuve miedo, temblaba.

Y luego llegaron ellos, los recuerdos.

Tristes.

Alegres.

Amargos.

Recuerdos de mi madre.

Solo unos minutos bastaron para sentir todo lo que mi madre sintió.

En el primer recuerdo ella miraba atentamente a una anciana quien yacía sentada en una roca. A su alrededor varios niños permanecían sentados observando con asombro a la mujer. Estaban en un hermoso bosque, flores relucían por todos lados. Un lago de agua cristalina, brillaba. Y yo permanecí ahí detrás de mi madre, sus cabellos bailaban con el viento, su delicado rostro brillaba. Era y es tan hermosa.

La anciana relataba una leyenda, todos se emocionan con cada frase de la mujer.

-...la mujer de cabellos rizos nunca espero amarlo de tal forma. Pero fue inevitable. Lo amo hasta su último suspiro. Y él solo pudo llorar...- escuché como los niños susurraban un "guau" estaban tan sorprendidos.

Luego pude observar como mi madre hazlo su pequeño brazo, la anciana la observó con ternura y asintió.

Mi madre se colocó de pie y con las manos firmes a cada lado de su cuerpo hablo.

-Pero ellos debían estar juntos, ellos se amaban. No entiendo la razón para que siempre terminen separados y tristes - la voz de mi madre era tan angelical, sus pequeñas muecas al hablar causaban ternura.

La anciana sonrió ante el comentario de mi madre.

-Veras Beatriz muchas veces las historias de amor terminan en finales tristes. No todas son felices - mi madre asintió

La imagen se tornaba borrosa, desaparecía.

El ambiente cambio a uno oscuro, estaba en un cuarto.

Caminé buscando a alguien haga que lo encontré. En el balcón se encontraba mi madre. Su abultado vientre relucía bajo su vestido verde, miraba la fría noche.

Pero no me percate de otra presencia.

Mi padre estaba al lado mío, sus facciones mostraban cansancio. Pero en sus ojos había un brillo peculiar, observaba a mi madre.

Reflejaba amor.

Sonreí ante las ganas de llorar.

Observé cada movimiento que él daba, caminaba lentamente. Al llegar abrazo por la espalda a mi madre, está sonrió.

Acarició el rostro de mi padre y siguió mirando la fría noche.

-Es una hermosa noche - sus ojos brillaban

-La luna nos observa, ella observa nuestra felicidad. Nos protege y vela nuestros sueños - susurró mi padre mientras acariciaba el vientre de mi madre

Mi madre dejó de observar la noche para posar sus ojos en mi padre, ambos se miraron por unos segundos y luego se besaron.

Un beso tan lento.

Tan suave.

Con tanto amor.

Al terminar de besarse, él beso la frente de mi madre y se sumergieron en un abrazo.

Pero luego la imagen nuevamente cambio.

A aquel día.

No pude más.

No lo quería presenciar, no quería sentir el dolor de mi madre.

No.

Ya no.

La imagen se distorsionó y aparecí en una oscuridad eterna.

No había nada más que oscuridad.

Deje que las lágrimas cayeran, pedía que mis ojos se abrieran.

Pero cuando menos me di cuenta volví a la realidad y me desmayé.

Ahora estaba aquí en esta habitación tan fría y desolada.

No quería ver a nadie.

Quería estar solo.

Me siento solo.

No puedo sentirme bien después de ver sus recuerdos.

Mate a mi padre.

Mate a mi tío.

Me cegué.

Fui su títere.

Fui su medio de completar su cometido.

Y aquella pregunta rondaba por mi cabeza todo el tiempo ¿Acaso mi destino es vivir viendo cómo destruyó todo?

Debo hacer algo.

¿Pero qué?

Soy muy débil.

Y patético.

No quiero ver a nadie, ni a Yanet. No quiero romperle el corazón, no quiero perderla.

No ahora.

Ella merece ser feliz.

Y yo merezco morir.

No sin antes resolver todo.

Siento como una lágrima recorre mi mejilla, cierro mis ojos y veo su sonrisa.

Ella me sonríe cálidamente, me da paz.

Me da amor.

¿Mamá acabarías con tu odio por mí?

Puedes por favor abrazarme y quedarte conmigo para siempre.

Por favor.

-Por favor - cierro mis ojos nuevamente y dejó que la oscuridad se adueñe de mis sueños.

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