Ven... a Mí romance Capítulo 54

Melissa.

Las cosas no estaban tan alegres como lo imaginé, desde que llegamos a Londres estuve atareada con un montón de quehaceres, arreglando los últimos detalles para presentarnos en una celebración que arreglaron para mí y otros cuatro autores, que como yo, estaban sacando a la venta sus libros de manera física.

Luego que nos instalamos en un hotel, dormí todo lo que pude y cuando me levanté desayuné con mucho apuro. Casi me sacaron de la habitación diciendo que debían arreglar mi cabello, las uñas y buscar un vestuario adecuado por orden de Jeremy, y estar lista para esta noche.

Extrañaba a Luc con locura, quería que estuviese en estos momentos conmigo y que sus ojos me dieran la seguridad que tanto necesitaba ahora.

Andrés y mis padres me habían llamado ayer por la noche, y aunque hice todo lo posible por parecer feliz con ello, esa sensación extraña que estaba pegada a mi cuerpo desde que Luc me contó lo de Sara, no se iba de mí.

Ella atentó contra su vida, desde el punto que se viera, por asustar a Luc, por jugar a su propio juego, o por lo que sea que lo había hecho. De igual forma era un pensamiento que no entraba en el rango de una persona que estuviera sana.

Esto definitivamente hundiría a mis padres.

Con todas las cosas y lo agitado del día, la noche llegó y estaba más que preparada, así que recibí un mensaje de Jeremy diciéndome que saldríamos en veinte minutos y me emocioné en seguida. Llamaría a Luc, y aprovecharía este tiempo al máximo.

Intenté una videollamada, los tonos resonaron en toda la habitación porque estaba sola y no necesitaba auriculares, pero él no contestaba y me pareció extraño, era sábado por la noche y siempre lo tomaba para descansar.

Quizás había salido con Bruno, o simplemente había salido.

Intenté de nuevo, pero esta vez, solo hice una llamada telefónica mientras los nervios se galoparon en mi pecho.

Luego del tercer tono la llamada fue contestada y después de largos segundos escuché su voz.

—Amor… —era la primera vez en toda mi historia que Luc me llamaba así, y de cierta forma todo aquello que hacía que mi estómago se apretara, explotó de la emoción. Sin embargo, era una emoción extraña, una felicidad acompañada de miedo, porque su voz era aguda, baja, y… triste.

Mi pecho subió y bajó de forma precipitada, quería hacer mil preguntas, pero estando tan lejos era innecesario y frustrante.

¿Qué había pasado?, ¿Qué tenía mi Luc?

—Estás… ¿Estás bien? —fue lo primero que gesticulé mientras apretaba mi móvil y mis manos sudaban.

—Lo estoy —su voz seguía baja como si estuviese desanimado, entonces por un momento pensé. ¿Leería mi libro?, ¡ay Dios!, ¡no!, no en este momento que estaba separada de él.

—Luc… suenas extraño… ¿Ha pasado algo?

—No… ¿Cómo va todo por allá?, ¿has disfrutado? —preguntó, pero su desgana simplemente me sepultaba cada vez. Quería halarme el cabello de la frustración. Por una razón extraña o más bien porque lo conocía, sabía que él no estaba bien, todo me gritaba que mi Luc estaba mal.

—Yo… te he extrañado mucho, las cosas han ido bien, pero, quiero estar contigo —me atreví a decir aun y con toda la presión que estaba matándome en este momento.

Un silencio demasiado largo y espantoso para mí, se esparció en el momento y de forma incontrolable mis ojos se llenaron de lágrimas.

—Creo que hablaremos luego… —dije apresurada y un poco dolida—. Debes estar ocupado y en unos minutos vendrán por mí. Hoy seré presentada en una reunión que hicieron para nosotros, la gente podrá venir y preguntar algunas cosas, esto dará publicidad para que la gente se interese por el libro.

—Eso me alegra mucho, por cierto, en cualquier momento leeré tu libro. Ve tranquila mi amor, pronto estaremos juntos de nuevo, ¿de acuerdo? —asentí sin responder, todo me calmaba, pero me alteraba a la vez, y era imposible decir cualquier cosa por teléfono.

—Que estés bien, cara —me despedí y antes de que me despegara el celular, escuché como en un susurro Luc respondió.

—Te amo con mi alma.

Finalicé la llamada, pero aún estaba aturdida, eso fue jodidamente extraño, estos dos días que faltaban serian una tortura para mí, porque quería saber qué le pasaba.

Me había dicho que no leyó mi libro y eso de cierta forma me tranquilizaba, porque quería estar presente y aliviar toda su tortura cuando lo hiciera.

Me levanté cuando escuché los toques en la puerta, me arreglé un poco el cabello y tomé mi bolsa para salir.

Debía ocultar lo que sentía y colocar mi mejor sonrisa esta noche, y pedía al cielo que este tiempo pasara rápido porque me urgía en gran manera saber que estaba pasando allá en Cambridge.

Caminé segura con el corazón latiendo a mil, y aunque estaba dispuesta a ponerme una careta, dentro de mi todo era una lucha, que, aun empezando la noche, ya estaba agotándome.

—¡Que bella estás! —fueron las palabras de Jeremy asomándome una sonrisa y dándome su brazo para que caminara con él.

Jeremy, por supuesto, sin él hubiese sido imposible esta noche, y estaba convencida de que personas como estas, aunque no las amabas como una pareja te hacían la vida más fácil y te sentías de maravilla en su compañía.

Y agradecía por ello.

Luc.

El sudor de mi cuerpo era frío, pero al mismo tiempo temblaba porque de cierta forma sentía fiebre. Oliva había traído para mí todo el medicamento y cualquier té que se le ocurrió, alegó que tenía un resfriado aunado a una jaqueca insoportable, que literalmente me tenían padeciendo físicamente.

Pero yo sabía perfectamente qué me pasaba, había exteriorizado lo que me pasaba por dentro y me lo merecía con todos los papeles.

Odiaba haberle hablado de forma tan poco inusual en la llamada a Mell, pero lo que menos quería era arruinarle su estadía, debía resolver yo mismo este asunto, y eso, antes de que ella llegara.

Estaba saliendo de la ducha en este instante, y ya había perdido la cuenta de cuantas veces me bañé hoy.

Necesité mucho tiempo para poder procesar toda la información, pasaron horas después que le di la vuelta a la última página de ese libro, y lo que primero quería hacer, era darme golpes hasta que quedara inconsciente.

Los ojos me ardían hasta el cansancio y tenía los nudillos bastante lastimados, porque no sé cuántas veces golpeé la pared con mis manos. Pero ya que prácticamente las horas pasaron podía sentarme aquí en la cama, y pensar con la cabeza fría. Muy fría.

Capítulo 54 1

Capítulo 54 2

Capítulo 54 3

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ven... a Mí