Ven... a Mí romance Capítulo 58

Melissa.

Dos meses después…

Desde mi lugar podía observarlos a todos…

Veía que sus rostros expresaban emoción y conmoción por las palabras que Luc acaba de decir. No era para menos, esto era un sueño del que no lograba despertar, una situación que por un momento de mi vida vi demasiado lejos, uno que no podía encontrar ni sostener por mucho tiempo en mis manos.

Toda mi familia, amigos y conocidos estaban presentes, chocando sus copas y vociferando felicidades… Algunos me abrazaban y otros aplaudían desde lo lejos porque exactamente hoy, estábamos celebrando nuestro compromiso.

Luc y yo estábamos oficialmente comprometidos.

Y sí, nos encontrábamos en las afueras de Cambridge, muy muy cerca, a solo unos metros de nuestro lago favorito y al aire libre.

Sentí como el brazo de Luc me rodeó para luego besar mi mejilla, mientras alzaba la copa en dirección de sus amigos, él reía feliz, y a continuación, me dio esa intensa mirada que me desarmó completa.

—Te amo —pronunció juntando su nariz con la mía, para luego darle un pequeño mordisco mientras yo reía reprimiendo mis ojos por las sensaciones que me producía su cercanía.

—No más que yo —alegué y él apretó aún más mi cuerpo.

—No me retes, siempre pierdes…

Estaba a punto de comenzar una batalla con él, cuando mamá nos llamó apresurada para tomar la foto familiar.

La foto familiar…

Estos dos meses fueron una montaña rusa para mí, por un lado, la felicidad después del anillo de compromiso que recibí por parte de Luc aquella noche, nuestros momentos juntos que se hacían cada día mejor que el otro. No todo era perfecto, a veces discutíamos por nuestras diferencias, era normal, pero sinceramente fueron los mejores días de mi vida.

Me aseguraba a mí misma que lo amaba más que nunca, pero también estaba aprendiendo que, una relación no era solo sentir por una persona, aquí me estaba dando cuenta que ambos necesitábamos adaptar mucho de nuestro carácter en el otro. Una relación debía trabajarse, y no porque no se fuera genuino con uno mismo por complacer al otro, sino porque diariamente tanto Luc como yo, intentábamos cuidar de nuestro amor, de atenderlo y sobre todo de corresponderlo, por más mínimo que sea el detalle.

Pero, en conclusión, puedo afirmar que aun cuando he experimentado muchas cosas en mi vida, no hay mejor sensación que estar rodeada de los brazos que amas.

Por otra parte, mis libros comenzaron a venderse y a publicarse en las redes por todo Cambridge, Jeremy estaba emocionado porque decía que era cuestión de meses para que pudiesen salir a la venta a nivel internacional.

Jeremy William… la noticia que me dio hace una semana fue bastante dura para mí, lo quería de una forma impresionante, él había sido mi mentor todo este tiempo, y un excelente amigo, aprendí mucho de él. Se iba de Cambridge a Londres, así que no pasaría mucho para tener un nuevo jefe y eso oprimió mi corazón lentamente.

Aunque no estaba del todo triste, él dejaría un vacío enorme, pero ese corazón de roca, parecía estar encontrando a su media naranja. ¿Y adivinen qué?, no era nada más y nada menos que la corderita que entrevistó hace unos meses para hacer sus ediciones digitales. Lisa.

Estaba feliz, porque jamás en mi vida pensé que esa chica llegara a volverlo loco, como lo estaba haciendo ahora, y aunque él no lo sabía, yo tenía que ver en sus encontronazos “Super casuales”.

Ahora mismo la estaba viendo sonreír junto a Jeremy, le guiñé un ojo a la chica en complicidad porque alegraba infinitamente por ellos. Ella era perfecta para él.

Mi familia y los Mancini comenzaron a ir a posicionarse en la foto hasta que mis ojos se detuvieron en Sara.

La situación no fue fácil por ese lado. Mi hermana sufrió un ataque depresivo todo este tiempo. Estuvo desempleada, pero no porque no consiguiera un trabajo, sino porque ella se negaba a trabajarle a alguien más, se encerró en su apartamento por mucho tiempo hasta que mis padres, Andrés y yo decidimos intervenir.

No puedo negar que ellos sufrieron mucho todo este tiempo, y aún más cuando les conté la verdadera razón por la que ella fue a parar al hospital aquella noche.

Era imposible dejarla sola, y muy necesario que yo misma hablara con ella en cualquier oportunidad.

No fue cómodo volver a mirar sus ojos, ni tomar su mano; no fue nada grato escucharla gritar hacia mí en repetidas ocasiones lanzándome su odio, pero dejarla sola no fue una opción para ninguno de nosotros. Así que ella estaba asistiendo puntual a sus terapias, unas que estaban siendo vigiladas constantemente y de forma secreta por alguien que Luc contrató.

No podía exigirle muchos cambios prematuros, pero en las últimas semanas, ella iba a casa y se quedaba a cenar como salíamos hacerlo en un pasado.

Yo trataba de no mostrarme mucho con Luc en su presencia, porque quería aportar para su mejoría. Las conversaciones entre nosotras eran casi inexistentes, y las veces que compartíamos, se debía porque un montón de gente estaba a nuestro alrededor.

Sara nunca me dio una disculpa, ni tampoco un abrazo conciliador, ella simplemente hizo silencio sin pensar que yo merecía una palabra de ella, y eso en estos momentos no me hacía daño. Aunque no voy a mentir, era de carne, pensé que en algún santiamén que ella al menos me hubiese podido decir que lo sentía, pero nada de eso llegó, o al menos no hasta ahora. Sin embargo, el hecho de que ella estuviera uniéndose a nuestra familia nuevamente y que hoy estuviese en mi fiesta de compromiso, ya era mucho para mí.

Nos reunimos para la gran foto, una foto familiar que quisimos desde hace mucho tiempo, pero que nunca se dio la oportunidad en ninguna otra reunión.

Mamá y papá estaban abrazados y luego llegó Aroa por detrás para casi encaramarse en sus cuerpos. Andrés por supuesto rodeo la cintura de ella y le dio un beso en la mejilla, ellos eran oficialmente novios, y no se despegaban en ningún momento. Bruno se colocó hacia el otro costado y Luc y yo llegamos a su lado.

Pasé un trago cuando Sara nos miró de forma enigmática desde una mesa, ella dudaba aun si pertenecía en este grupo. Así que le envié una sonrisa tímida mientras mis ojos se cristalizaron, levanté mi mano para llamarla, haciendo como si estaba apresurada para no ponerle mucho drama a la situación.

El camarógrafo estaba preparado, y había un extraño silencio entre todos. Ella dio unos pasos inseguros y luego se detuvo frente a mí.

—No merezco estar en esta foto, sería un desperdicio —su voz era baja.

—Nunca sería una foto perfecta sin ti, Sara —no esperé su respuesta y luego pasé mi brazo sobre sus hombros, apreté su cuerpo mientras que una sensación me embargaba el alma.

Epílogo 1

Epílogo 2

Epílogo 3

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