Luc.
La observé por largo tiempo tomando con calma las cosas, había prometido no dejarme llevar por mis emociones.
—Sara… —dije ignorando toda su retahíla, por ahora no hablaría de este tema con ella, aunque debía hacerlo en cualquier momento—. ¿Puedes explicarme por qué Bruno no figura en estos papeles?
Ella tomó la carpeta y la abrió leyendo con cuidado.
—¿Estos son los de Jacob y Tamara?
—No, son las demás franquicias en New York a las que Bruno ha asistido solo.
—Ammm, sí —levantó la mirada y cerró la carpeta—. Yo, tuve mucho cuidado con esto.
Fruncí el ceño mirándola fijo.
—¿Cuidado? ¿Cuidado con quién, Sara?, Bruno es mi hermano. ¡Mi hermano! ¿Has pensado en lo que él está sintiendo en este momento hacia mí?, Bruno quizás piensa que yo desconfío de él, tú literalmente le has hecho firmar acuerdos por si él se adjudica estas franquicias…
—Luc…
—¿Por qué has hecho esto?
—Escucha, tú has trabajado tan duro, que, no quise confiar en nadie, sé que esto ahora te parece una locura, pero me agradecerás en el futuro, a veces nuestras familias no quieren…
—¡Maldita sea, Sara! ¿De qué hablas? —no pude contenerme, ¿Qué era lo que ella pensaba acerca de nuestra propia familia? No iba a permitir por nada del mundo que alguien colocara tensión con mis propios hermanos, ellos lo eran todo para mí, y aunque estaba preocupado en exceso por ella, no iba a pasar esta falta.
—Luc… —dijo mostrándome la palma de la mano—. Escucha, Bruno es una persona sin sentido de la responsabilidad, una persona…
No pude controlar mi ira por más tiempo.
—¡Sara! —me levanté de golpe, debía salir de aquí—. Iré a desayunar con mi hermano, de hecho, no vendré en toda la mañana, ni en todo el día —Tomé una aspiración—. No quiero hablar este fin de semana, necesito calma para tratar este y otros temas contigo, así que te pido, resuelve esto, porque no voy a discutir de nuevo contigo por este asunto legal. Esta empresa no es mía Sara, esto es de Aroa, de Bruno… los tres somos los dueños. ¿Entiendes eso?
Ella asintió lentamente sin un ápice de expresión en su rostro, situación que me hizo helar la sangre. Sin embargo, salí de ese lugar y le hice una ceña a Bruno que estaba de pie, contemplando un cuadro fuera de la oficina.
Caminó a mi lado en silencio hasta que llegamos al ascensor.
—Vamos en mi auto —le pedí y él asintió sin poner algún problema.
Me dirigí a uno de nuestros restaurantes, uno que estuviera cerca en ese momento, y después de ser recibidos e instalados en un lugar cómodo, pedimos un desayuno para ambos.
Después que la persona que tomó nuestros pedidos se fue, pasé mi mano por el cabello un poco frustrado.
¿Por qué últimamente estaban pasando estas cosas? Yo siempre he confiado en Sara ciegamente.
Ella ha hecho todos mis trabajos de manera impecable. ¿Qué cambió ahora? ¿Por qué ya no es la misma?
—Siento todo eso —dije un poco apenado con Bruno, pero sabía que mi hermano estaba muy lejos de tener un carácter arrogante a la hora de discutir.
—He sabido de esto desde hace unos meses, imaginé que en cualquier momento lo notarías —respondió sin quitarme la mirada.
—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no hablar sobre las irregularidades? Estos son casos legales Bruno, y Sara literalmente desatendió nuestro pedido para hacer lo que ella mejor pensó.
—Hermano… ¿Te has dado cuenta de tus actos en las últimas semanas? Preferiste creerle a Sara en cualquier cosa que te haya dicho, que a tu mejor amiga…
Abrí mis ojos impactados.
—¿De qué cosas hablas? —pregunté sin entender, nadie sabía qué cosas me contó Sara y lo que estaba sucediendo con ella y su familia.
—Hablo con Andrés las veinticuatro horas del día, ¿crees que no me cuenta de cómo estuvo Mell todo este tiempo?, de su preocupación por sus padres y la actitud fría de Sara. Además… No sé si sabes lo que pasó con ella estos últimos días…
Fruncí el ceño. ¿Y ahora qué?
—¿Qué pasó?
—Creo que aún sigues peleado con Mell, porque no te ha contado nada…
Solté un bufido de frustración.
—Yo he sido un idiota todo este tiempo, pero no estoy molesto con ella, ahora estamos bien, solo que no hemos tenido tiempo para hablar sobre el meollo de ese asunto con su hermana. ¿Qué es lo que ocurre?
Él alzó sus hombros y tomó un sorbo de agua.
—Adele y Albert les confesaron a sus hijos… bueno en este caso a Mell y Andrés que, Sara no es su hermana…
—¿De qué estás hablando? —pregunté confundido en gran manera.
—Sara no es hija de Adele ni Albert, eso fue lo que me contó Andrés, ella fue dada en adopción desde que nació por una mujer que vivió con Lucia, nuestra anterior vecina solterona.
—Estás bromeando —dije anonadado.
—No, es la verdad, así que después del suceso de la cabaña, ellos resolvieron por decir la verdad, ya que Sara se ha portado muy mal con ellos, ni siquiera ha llamado a su padre después de lo que pasó.
Esto no es nada parecido a lo que Sara me ha dicho todo este tiempo. Y por alguna extraña razón un frío se apoderó de mi cuerpo sintiendo un sinsabor en la boca. Sara estaba mal, y había mentido todo este tiempo para perjudicar a su propia hermana.
¿Mintió sobre todo? Me pregunté y recordé cada culpa que adjudiqué a Mell. Mi estómago se revolvió en gran manera y me sentí frío hasta los huesos.
—Hermano, estás pálido… —escuché la voz de Bruno lejos.
Asentí, viendo de forma borrosa, los ojos me ardían y el pecho me quemaba, no había forma de que hice la vida de la mujer que amaba un infierno solo porque su hermana, o lo que sea que fuera, construyó una mentira para hundirla.
¿Era por mí? ¿Solo estaba detrás de mí?, ¿o de qué estaba detrás ella realmente?
Me sentía enfermo y con el estómago revuelto; era apenas viernes a las once de la mañana, pero ahora mismo estaba tirado en mi cama con las cortinas cerradas y mi brazo encima de mi cabeza.
Tenía náuseas, y unas profundas ganas de dormir durante estos tres días, hasta que Mell llegara de ese viaje.
Ni siquiera sabía que cara iba a ponerle, no estaba preparado incluso para darle la cara. ¿Cómo pude ser tan imbécil?
El aire salió de mí como una descarga.
—¿Por qué te fuiste entonces? —tenía miedo de su respuesta.
—Luc, yo también siento pena, nuestra amistad ha sido muy valiosa para mí, pero Sara es tu familia, ¿por qué ella me mentiría en decir lo que dijo? Yo estaba muy dolida y no quería escucharte. Mi intención era solo ayudarte a que pudieras abrirte con tu amiga, y que estuvieran bien después de eso…
—¿Qué te dijo Sara, Dafne? —volví a preguntar después de que ella diera vueltas en lo mismo que yo ya sabía.
—Ella dijo que tú te quejabas de mí con ella, y aún estabas pendiente de mis cosas porque te daba lástima…
Esto parecía una maldita película, y yo no era un niño para andar en estos chismes. No podía creer que Sara me envolviera en todo esto.
—Gracias, Dafne, por favor no desaparezcas, necesito arreglar este inconveniente —fue lo único que pude decir, porque necesitaba apretar mi mandíbula fuertemente, estaba muy enojado. Cada centímetro de mí sentía rabia—. Sabes que eres muy especial para mí, y yo nunca diría una cosa como esa.
—¿Estás bien? —preguntó después de quedarse en silencio un rato.
—No lo estoy, pero lo estaré en unos días. Me encantaría estar al corriente contigo…
—Perdona —susurró Dafne y me sentí más miserable.
—No cariño, no hay nada que perdonar. Yo… te llamo luego ¿de acuerdo?
—Está bien, te envío un abrazo, espero que Mell y tú estén bien.
Sonreí con solo oír su mención.
—Lo estaremos.
Después de colgar le di el móvil a Olivia y decidí ir a mi habitación para vestirme de inmediato.
No sé si era buena idea salir con la rabia que me consumía, pero Sara debía prepararse, esta vez ni siquiera su situación depresiva me iba a contener.
Estaba pasando la ropa enfurecido, hasta que de repente, algo cayó a mis pies que salió de una chaqueta.
“Ven… a mí” era su título y supe de inmediato que era el libro de Mell.
No podía llamarla en este momento, porque estaría disponible hasta la noche, pero me hacía tanta falta escucharla para calmar todo esto que me estaba desesperando.
Me agaché tomando su libro y pasé los dedos por la portada. Todo me gritaba que esta era una novela rosa de las cuales odiaba, pero estas líneas estaban escritas por sus manos.
“No es bueno actuar con rabia, Luc”, mi mente recordó su frase, parecía escucharla, así que tomé un suspiro largo, cerré los ojos saliendo del closet y desertando con la idea de salir en este momento.
Me siente en un sofá cómodo y abrí la portada. Comencé a leer la sinopsis para saber qué rayos había creado esa cabezota para gastar tantas hojas.
En mi mente cerrada ni siquiera podía imaginar de donde salían todas estas ideas para escribir como un loco y crear un libro, esto no era para mí, y lo veía fuera de mis pensamientos. Acomodé mis piernas en la mesa y leí las líneas que para mi impresión captaron mi atención.
“Un amigo, un compromiso y una decisión que tomar”
Entrecerré mis ojos entendiendo que de acuerdo a la sinopsis se trataba de una relación de amigos.
Negué varias veces sonriendo y me dispuse a leer…
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