Yo nací para quererte romance Capítulo 15

Daniel curvó sus labios maliciosamente. No la dejaría irse tan fácilmente, sino que la dejaría a su lado y la humillaría lentamente. Su expresión ya mostró que no era capaz de pagar 100,000 euros.

En este momento, el teléfono de Daniel sonó de repente. Era su hijo. Frunció el ceño ligeramente. En su memoria, Raúl nunca lo había llamado por su propia iniciativa. ¿Le pasó algo?

-¡Papá! -Tan pronto como cogió el teléfono, oyó la voz de un niño agradable.

-Dime -Dijo Daniel con indiferencia, sabiendo que su hijo todavía tenía algo que decir.

Raúl permaneció en silencio por un tiempo, como si estuviera pensando en cómo expresar. Esta fue la primera vez que tuvo preocupaciones cuando se enfrentó a Daniel.

-Papá, ¿vendrá esa hermosa señora a nuestra casa? Realmente quiero tener una profesora a domicilio. ¿Puedes dejar que esa señora sea mi profesora? -Raúl dijo un montón, pero su objetivo final era conseguir que Amelia lo acompañara.

Daniel estaba ligeramente aturdido. ¿Su hijo había vuelto a decir tantas palabras? ¿Y fue para Amelia otra vez? ¿Hermosa señora? ¿Podría ser que realmente estuviera enamorado de Amelia? Las cejas de Daniel se fruncieron. Después de todo, los hijos de Amelia tenían la misma edad que él.

-¿Necesitas una profesora a domicilio? ¿No conseguiste siempre el primer lugar en los exámenes? -Dijo fríamente Daniel sin nada emoción en su tono, y su intuición le dijo que Raúl solo quería acercarse a Amelia.

La expectación en los ojos de Raúl se desapareció visiblemente. La razón por la que había estado trabajando duro para conseguir el primer puesto era porque quería que su padre le prestara más atención. Sin embargo, cuando llegó a Daniel con su certificado de premio, él ni siquiera lo miró y le dijo que no estuviera orgulloso.

Ahora le gustaba esta hermosa señora, pero su petición todavía fue rechazada rotundamente.

Amelia sonrió embarazosamente. ¿Por qué este niño siempre le llamaba señora hermosa? Se sintió algo incómoda.

-Muchacho, mi nombre es Amelia González. Puedes llamarme señora Amelia -Dijo Amelia con mucha ternura.

Pero todavía le gustaban mucho los niños. A veces, se preguntaba cómo sería la vida de su otro hijo. Si tuviera una madrastra, ¿no habría sufrido aún más? En ese momento, ni siquiera había abrazado a ese niño.

-Señora Amelia, mi nombre es Raúl Rodríguez. Gracias por ser mi profesora a domicilio -Dijo Raúl con una cara llena de emoción.

Amelia se quedó en suspensión. ¿Cuándo prometió ser su profesora? ¿Por qué no lo sabía?

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