Amelia se puso algo nerviosa y pensaba, "¿Qué es lo que quiera hacer Daniel?"
Quería recuperar su teléfono que tenía él en la mano, pero su esfuerzo era vano. El mareo se hacía cada vez más grave. Aunque ya estaba a punto de desmayarse, tenía muchas ganas de escuchar lo que le dijera Daniel a Otto.
-¡Amelia! ¿Dónde estás ahora? Quiero verte de inmediato. Vuelve ahora. Me has sido infiel en verdad. Además, con mi cuñado. ¡Me haces muy irritado! -gritó Otto con enojo en el teléfono -
Estaba a punto de empezar a trabajar, nada más encender el ordenador su amigo le envió una foto en la que Daniel estaba abrazando a Amelia. Además, había una nota diciendo que era su amante en realidad. ¡Maldita sea! Esta mujer era reconocida su novia públicamente. ¡Le estaba poniendo los cuernos!
Amelia escuchó claramente lo que dijo en el teléfono. "¿Su cuñado? ¿Cuándo se ha convertido Daniel en su cuñado?" Pensando en esto una idea le vino de repente a la mente, "¡Camila! ¿Será ella la hermana de Daniel?"
-Otto, no te pongas así tan furioso. Es perjudicial para la salud -habló Daniel. Entre tanto, colocó repentinamente la gran mano en el cuerpo de Amelia. Sin tener en cuenta lo débil estaba, acariciando bruscamente su suave piel. Y ella, lo resistió instintivamente.
-¡Ah! -Amelia gritó de forma intuitiva por haber recibido ese tratamiento grosero, pero debido a la debilidad, solo le salió un leve gemido que pasó a ser transmitido al teléfono. Daniel sonrió malvadamente.
Otto estaba obviamente aturdido, pensaba que estaban haciendo el amor. Lo oyó claramente, fue pronunciado por Amelia. Parecía muy agradable.
-¡Daniel! Ya estás comprometido con mi hermana, ¿no te sientes avergonzado hacer esto ahora? -Otto estaba inquieto sin duda alguna. De hecho, no solo estaba ansioso, sino que estaba expandiéndose en su mente una ira sin motivo también. ¡Amelia y Daniel estaban haciendo amor! En el pasado, aunque la deseaba tanto, ella nunca le aceptaba, pero nunca había imaginado la escena ahora.
Sabiendo que Daniel lo había hecho a propósito, Amelia realmente no tenía fuerza para escuchar más. Cerró los ojos poco a poco, en el instante en que perdió el conocimiento, pareció ver en la cara angelical de Daniel una felicidad enorme.
Se sentía como si estuviera cayendo en su mundo todo el rato, hacia un abismo sin fondo...
Daniel se puso nervioso al ver que Amelia se había desmayado. Perdió la paciencia de seguir cotilleando con Otto. Colgó el teléfono abruptamente sin hacer más caso a lo que interrogó.
Otto estaba tratando de poner a Amelia al teléfono, y no había imaginado que la llamada terminaría de esta manera. Volvió a llamar sin detenerse, pero ya no contestó. El enojado Otto tiró el teléfono al suelo y pensaba, "¿Será porque están haciéndolo, por eso no tienen tiempo para contestarme?" Un estallido de ira le surgió repentinamente.
Daniel condujo a toda velocidad, ni siquiera tuvo tiempo de encontrar una plaza de aparcamiento, dejó directamente el coche y abrazó a Amelia al hospital. No podía dejar que le pasara algo a esta mujer. Estaba muy encaprichado con su cuerpo.
-¡Amelia! ¡No puedes morir sin que yo te dé el permiso! -dijo Daniel en voz baja. A pesar de que estaba un poco preocupado en su interior, pensaba que era normal. Creía que se sentiría lo mismo si veía a que otros estaban gravemente heridos como ella.
Tal vez no se dio cuenta aún de que estaba negando sus sentimientos por Amelia.
No hubo nada serio en los resultados, era solo un leve trauma en la piel. Daniel llevó a Amelia de regreso a la villa.
Tan pronto como los tres niños vieron que estaban de vuelta, se arrojaron emocionados hacia ellos.
-Mamá, ¿qué te ha pasado? ¿Por qué tienes la frente hinchada? -Nicolás notó la herida de Amelia a primera vista. Estaba furioso y miró a Daniel enojado. Ese hombre se atrevió hacer daño a su madre.
-Mamá, ¿tus pies también están hinchados? ¿Qué ocurrió? -preguntó Aura, y al mismo tiempo, extendió sus manitas hacia los pies de Amelia.
Siguiendo la mirada de su hermana Nicolás encontró aquellos pies gravemente hinchados. Su cara se puso fría y su mirada era afilada. Su madre estaba herida, y mucho.
-¿Qué has hecho? Por muy poco tiempo que mamá estaba contigo, ¡varias partes resultaron heridas! -Su tono no solo transmitía descontento, sino también llenaba de acusaciones. Parecía que tenía que reconsiderar quién sería más adecuado para mamá.
Al escucharlo Daniel se quedó aturdido, y Raúl, que estaba a su lado, lo mismo. En su memoria, nadie se había atrevido a hablarle así a su padre menos Nicolás. ¡Qué formidable!
Y Amelia, aunque se había despertado en ese momento, no quería abrir los ojos, ya que estaba aún un poco débil. Entonces solo extendió la mano en dirección a la habitación. Quería dormir y descansar bien.
-¿Cómo puedes atreverte a hablar conmigo de esta manera? Te daré la lección más tarde -Al lanzar estas palabras Daniel llevó Amelia en brazos a la habitación.
-Bueno, mamá. Vámonos, y nunca volveremos -habló Aura. Mientras tanto, tomó la mano de Amelia. Parecía que no aguantaba ni un minuto más aquí.
Raúl quería mucho decirle a Amelia que no se marchara, pero cuando vio que fue muy herida, no consiguió decírselo. ¿Cómo podría su padre tratarla así?
Amelia le reveló una ligera sonrisa, y fijó su mirada en él. En esa sonrisa Raúl sentía cariño. Fue un asunto de los adultos, no debieron haberle metido en el medio. Era sólo un niño, no había que darle presiones.
-Ven aquí, Raúl. Tu papá no me ha maltratado, fue un accidente. Tienes que confiar en él -dijo Amelia. Lo llamó con señas mientras hablaba, y con esa sonrisa aún en la cara.
Raúl miró a Aura y a Nicolás sucesivamente, caminó lentamente hacia Amelia. No era que no creyera en Daniel, era porque su padre nunca le había dado la confianza para creer.
-¿Aura se casará con Raúl cuando sea mayor? -preguntó Amelia sonriendo, y al parecer, estaba pensando en algo. Sabía que fue una broma de los niños, pero francamente le caía muy bien Raúl. Si había la oportunidad en el futuro, esperaba que su hija pudiera casarse con él. Aunque era tan joven ahora, tenía la convicción de que algún día llegaría a ser un hombre muy bueno.
Aura se puso roja, pero levantó la cabeza enseguida.
-Lo pensaba así, pero he cambiado de opinión ahora. No me gusta su papá, es machista, es antipático -
Raúl no sabía cómo contestar. ¡Por su padre otra vez! ¿Su padre era realmente tan malo como lo dicho? Había de confesar, en realidad, sí que era verdad.
-¡Ay, Daniel! -Amelia dejó escapar un largo suspiro al mencionar este nombre. No sabía qué hacer con él, y en su tono de voz había un toque de tristeza. Ya le había dado tantas humillaciones, era imposible que dejara a la hija casarse con su hijo.
Justo en este momento, el timbre sonó. Todos quedaron atónitos. Daniel tenía la llave, el que estaba tocando la puerta no era él definitivamente. ¿Entonces quién sería? Amelia miró el reloj de la pared. ¿Tan tarde ya?
Sin embargo, al mismo tiempo, su teléfono sonó...
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