Claramente, Amelia se sintió inquieta. Ella no sabía quién era el padre de los dos niños. Si lo supiera, sería capaz de encontrar a su otro hijo.
Cada vez que pensaba en el hijo que se habían llevado hace seis años, se entristecía incontrolablemente. Hijo, ¿Cómo estás?
Amelia levantó la cabeza y dijo -No importa de quién sea. Lo más importante es que este niño no es tuyo -Cuando mencionó esto, estaba muy segura.
Los ojos de Daniel expresaban frialdad. ¿Era demasiado amable con esta mujer? Por eso se atrevió a ser tan arrogante con él. Mientras lo pensaba, su cara se tornó seria.
-¿Has olvidado lo que pasó con tu trasero? -dijo de repente Daniel. Esto le recordó la escena en la que se encontraba con Amelia unos días atrás.
Al escuchar la palabra trasero, Amelia se lo tocó inconscientemente. Aún recordaba que, después de que Daniel la arrojó del auto, le dolió durante varios días. Realmente no quería experimentarlo de nuevo.
Cuando vio la sonrisa de Daniel, lo echó una colérica mirada. Este hombre lo había hecho a propósito para poder burlarse de ella.
-Desde hoy, no te permito contactar a ningún hombre sin mi permiso -dijo Daniel de repente de una manera dominante. Los hombres eran posesivos, sobre todo un hombre tan poderoso como él. Además, Amelia era la amante a la que había comprado.
Amelia estaba a punto de decir algo, pero se tragó sus palabras. Ella prefería no hablar con él, porque siempre se hallaba en desventaja en una conversación con él.
Al ver que Amelia frenaba sus palabras, Daniel amplió la sonrisa. Sabía lo que ella quería decir y por qué se callaba. Efectivamente estaba muy satisfecho con sus acciones.
-¿Por qué conoces a Otto? Siempre mantienes dos relaciones a la vez, con Otto en el extranjero, y con Carlos aquí. ¿Es verdad? -Daniel preguntó frunciendo el ceño. Comprendió que era una mujer muy atractiva, y parecía que nunca le habían faltado hombres a su lado.
Amelia quedó sorprendida por la imaginación de Daniel. No podía creer lo que pensaba. Realmente quería entender cómo funcionaba el cerebro de este hombre.
-No puedo hacer nada con tu imaginación - Amelia no quería hablar tonterías con él, solo quería que él la dejara ir en ese instante.
En ese momento, el ascensor llegaba a la planta baja. Justo cuando la puerta estaba a punto de abrirse, de repente Amelia presionó el botón de cierre.
-Sr. Daniel, déjame por favor. Esto afectaría su reputación -Dijo Amelia seriamente, y mantuvo su mano en el botón para que no se abriera la puerta.
La cara de Daniel expresaba hosquedad. Ella tuvo relaciones ambiguas con dos hombres. Además, no le explicó nada. ¿Acaso ella pensó que él la dejaría ir tan fácilmente? Si se tratara de otras personas, podría haberlos matado, pero estos dos hombres resultaron ser sus amigos.
Daniel de repente agarró la mano de Amelia, presionó el botón de abrir, en el momento en que la puerta se abrió, la besó bruscamente. Quería que todos vieran que esta mujer era suya, porque ella era la amante que había comprado.
Amelia no había pensado que Daniel haría tal gesto. Ella quedó tan atónita que no sabía cómo reaccionar y permitió que la siguiera besando.
Ciertamente, todos los empleados comenzaron a reunirse allí y a tomar fotos. ¿Cómo podrían evitarlo ante una escena tan impresionante?
Amelia empezó a poner resistencia. Quería que Daniel la dejara, pero cuanto más se resistía, más fuerte la abrazaba. Además, él jugaba con sus orejas.
Amelia podía sentir claramente el cambio en Daniel. Todo su cuerpo se volvía casi rígido. Este hombre era tan sin vergüenza que ella no pudo reaccionar. Estaba tan asustada que no se atrevió a moverse ni un poco.
Justo cuando Daniel dejó de besar a Amelia, los reporteros aparecían frente a ellos.
-¿Sr. Daniel, es esta señorita la novia que trajiste al banquete la última vez? ¿La amas? -el reportero apuntó el micrófono hacia Daniel, con ojos llenos de esperanza. Si informaba algo sobre la vida privada del Sr. Daniel, definitivamente se vendería un montón.
Daniel lo miró con los ojos entrecerrados y luego miró a Amelia. Su pequeño rostro estaba lleno de nerviosismo y un leve rastro de inquietud. Tal vez tenía miedo de que él dijera algo.
-Ella no es mi novia. Ella es mi mujer -Dijo sin ocultar nada. Sí, era su mujer, y de ahora en adelante, podía pertenecerle sólo a él. Aunque él no la quería, nadie más podía tenerla.
Amelia sintió que todo su cuerpo temblaba. Sentía como si su corazón hubiera sido golpeado despiadadamente por algo. Las palabras de Daniel eran como un talismán prediciendo su destino. Dijo que ella era su mujer. ¿Le probaba a todos que era su amante? o ¿Sólo probaba que se habían acostado?
La sangre terminó esparcida por el cristal como si fuera una hermosa rosa en plena floración, era una imagen llamativa.
Amelia sintió un mareo repentinamente. Sostuvo su cabeza con su mano. Sintió que su visión se oscurecía y no percibía nada con claridad.
Daniel estaba enojado con la actitud de Amelia, por lo que quería detenerse y no llevarla al hospital, pero nunca esperó que esta escena pasara.
Amelia insertó sus uñas en su cuerpo, para que el dolor la mantuviera consiente. Ella debía sobreponerse a esto, tenía dos hijos a quienes cuidar y proteger.
Daniel, frunciendo el ceño, miró la reacción de Amelia. Esta mujer era tan terca que prefería lastimarse a sí misma que desmayarse. Parecía débil, pero, de hecho, era una mujer muy fuerte.
En realidad, cuando vio la sangre en la frente de Amelia, sintió mucho dolor en su corazón. Si su actitud con él fuera un poco mejor, tal vez la abrazaría. Sin embargo, sólo estaba sonriendo, tan pálida, tan impotente, y tan bonita.
En este momento, la sonrisa de Amelia sorprendió profundamente a Daniel.
Al mismo tiempo, el teléfono de Amelia sonó de repente. Trató de mover su mano para sacar el móvil, pero no podía. No tenía ni siquiera un poco de fuerza.
Amelia resistió para que no desmayarse y miró a Daniel. Si todavía tenía un poco de amabilidad, tendría que ayudarla a responder, a pesar de que ella no esperaba mucho.
Daniel miró a Amelia. Aunque tenía algo que pedirle, sus ojos todavía estaban llenos de terquedad. Tomó su teléfono, y cuando vio el nombre de la llamada, quería tirarlo inmediatamente.
-¿Quién es? -Amelia miró la cara seria de Daniel, mientras sentía una mala premonición.
Daniel le mostró a Amelia el teléfono. Le sorprendió cuando vio el número. ¿Por qué fue Otto otra vez? ¿No acababa de colgar el teléfono hace rato?
Justo cuando Amelia estaba a punto de contestar, Daniel levantó el teléfono y lo puso en su oído. Presionó el botón de respuesta y una sonrisa petulante apareció en la esquina de su boca.
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