—Eso no te incumbe, Lily. ¿Reconoces tu pecado?
Pregunta Jason ignorando el querer dar una respuesta a la anterior pregunta de Lily. Parece que ella no será la única en quedarse con la intriga.
—Sabes... ¡Al demonio contigo y los White!
Grita Lily enojada y luego comienza a reír como loca.
—Tú eres su nueva zorra, él jamás va a amarte y eres tan ilusa por eso.
Su risa me enfurece, si no fuera porque tenía a Mía en mis brazos, ya hubiera saltado sobre ella por todo lo que ha hecho.
—Jamás dejarás de amarme y podrás amar a otra mujer que no sea yo. Te encantaba darme obsequios todo el tiempo, pero lo que más te encantaba era cuando teníamos sexo porque soy la mejor. Estoy segura de que tu esposa no te complace tan bien como yo.
—Estás equivocada, Lily.
—¿En qué me equivoco Jason?
Pregunta de manera petulante. Jason se acerca a Lily hasta quedar a solo unos pocos centímetros de distancia. Quería apartar mi mirada de ellos, pero no podía. Jason le sonríe y de la nada la sujeta del cuello y la estrella contra la pared. El golpe fue tan fuerte que Lily escupe unas cuantas gotas de sangre por la boca, grito por el susto que me he llevado y le cubro los ojos a Mía para que no vea esta escena. Jason aprieta su mano contra su cuello impidiéndole respirar. Ella lo golpea para que la suelte, pero él no cede.
—Yo ya dejé de amarte, ahora te odio y haré que sufras por lo que hiciste.
Al ver que estaba a punto de matarla, tuve que intervenir. No porque tuviera lástima por ella, era por el hecho de que no quería que Mía y yo fuéramos testigos de un asesinato.
—Jason tienes que soltarla.
—No deberías tener piedad con los de su clase. ¿Te da lástima?
—¡Lo sé y no! No le tengo lástima, no quiero ser testigo de cómo la matas. Piensa en Mía.
Mi pequeña llora de miedo al ver a Jason hacer lo que hacía, él parece por fin darse cuenta de eso y la suelta. Lily cae al suelo e intenta recuperar el aire que Jason le había arrebatado. En ese momento el abuelo de Jason se aparece y se acerca a nosotros. No le importa en absoluto lo que su nieto estuvo a punto de hacer e ignora a Lily, quien está aún tirada en el suelo tratando de respirar.
—Veo que por fin has recapacitado, Jason.
—Ahórrate el sarcasmo abuelo.
—Está bien, lo dejaré pasar esta vez. Ve con tus invitados, te están esperando. Zoe y yo nos encargaremos de esto.
—Bien. De todas maneras, ya no tengo nada de qué hablar con ella.
—Ve.
Jason no vuelve a mirar a Lily y tampoco a mí. Calmo a Mía para que deje de llorar hasta que lo consigo. Dos guardaespaldas sujetan a Lily, uno en cada brazo y la levantan. El señor White se acerca a ella y le da una fuerte bofetada tal como lo hice yo, pero la verdad con un poco más de fuerza.
—Jugaste con mi nieto...
Le da otra bofetada y si no fuera por los guardaespaldas, ya estaría en el suelo.
—Intentaste asesinas a mi bisnieta...
Llega otra bofetada y su rostro ya estaba rojo por los golpes.
—E intimidaste a Zoe, mi nueva nieta. Haré que pagues por lo que hiciste, llévensela y déjenla encerrada hasta nuestro regreso.
—¡Sí señor!
Cualquiera que mire al señor White creería que es un debilucho por su edad avanzada, pero es muy obvio que no lo es o al menos cuando desea no serlo.
—¿Estás bien, Zoe?
—Sí señor.
—¿Qué hay de Mía?
—Nada más está asustada.
—Entiendo. Lamento que vieras eso, sobre todo, por Mía. Es muy pequeña para haber presenciado esto, pero ha sido inevitable.
—No, está bien. Aún es pequeña, puede que lo olvide durante unos días.
—Claro.
—¿Qué va a pasar con Lily?
—No te preocupes, no acabaremos con su vida. La familia White cumple con la ley. Reuní la evidencia necesaria para que Lily pierda la custodia total de Mía, registraremos a Mía con el apellido White y Jason ha accedido a compartir la custodia contigo. Lily irá a la cárcel, no estará bajo tierra a manos de los White, será por llegar a vieja o que otra persona acabe con ella, pero no seremos nosotros. La llevaré ante la ley como debe ser.
—Debemos irnos. Toma tus cosas y vámonos... ¿Qué haces ahí de pie? Tenemos que irnos, Zoe.
—Abuela, cálmate, por favor. Jason no me quitará a Mía.
La pobre anciana estaba tan asustada cuando escuchó la verdad, estaba como yo antes de llegar a casa.
—¿Qué dijiste?
—Estoy llorando de felicidad, abuela. Jason y el señor White quieren que yo tenga parte de la custodia de Mía para ser su mamá. No tenemos que huir.
—¡Oh, Dios mío! Creí que me daría un infarto y más si debíamos huir.
Ahora me encontraba riendo con ella y llorando al mismo tiempo.
—Es una estupenda noticia. ¡Una estupenda!
—Lo sé. Me gustaría tomar un baño e irme a la cama.
—Está bien. Descansa, Zoe. Te quiero mi niña, no sabes cuan orgullosa estoy de ti.
—Gracias, abuela.
Ella me da un beso y se retira para dejarme descansar. Me quito mi ropa una vez que se va y tomo una ducha larga para calmarme por completo. Cierro mis ojos y reposo mi cabeza sobre el borde de la tina, y sonrío inconscientemente.
—¿En qué piensas para que sonrías?
Me sobresalto al oír su voz y terminé por casi ahogarme al caer en el agua y beber de ella. Comencé a toser por haber bebido de aquella agua y él me da suaves golpes en la espalda.
—Lo siento.
Se disculpa y me mira.
—Está bien. ¿Cuándo llegaste?
—Hace cinco minutos, te vi muy tranquila y no quería asustarte.
—Ya veo. No te escuché llegar.
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